CASTELLA SALVA LA TARDE
Reapareció Morante, sin suerte
Juan Miguel Nuñez.- EFE
Valladolid 09/ sptbre 2009
Ganado:
Toros de Domingo Hernández, aceptablemente presentados, bajos de raza y de poco juego, con las excepciones de cuarto y sexto.
Morante de la Puebla: pinchazo hondo y siete descabellos (silencio tras aviso); media estocada (silencio); y pinchazo, estocada casi entera atravesada y nueve descabellos (bronca tras aviso).
Sebastián Castella: pinchazo y estocada casi entera (ovación tras aviso); media y descabello, antes de echarse el toro (aviso y oreja con escasos pañuelos); y estocada casi entera y atravesada, y dos descabellos (oreja también pedida con pocos pañuelos).
Plaza: La plaza tuvo más de tres cuartos en tarde de calor, pero propicia para la práctica del toreo.
Se esperaba con interés el mano a mano, improvisado a última hora por la obligada incomparecencia de Perera, herido grave hace cuatro días. Y aunque los toros a punto estuvieron de echar todo por tierra, Castella fue el único que dio el do de pecho, con un triunfo de pocos pañuelos pero de muchos méritos.
Morante, por su parte, reaparecía tras la cornada que sufrió hace trece días en San Sebastián de los Reyes. Pero todo esfuerzo terminó siendo mínimo, pues ninguno de los tres toros que estoqueó valió la pena.
Su primero, muy reservón y frenándose en el centro de las suertes. Apenas un lance bueno y el apunte de otro que terminó enganchado. Con la muleta, los cites fuera de cacho, total para cuatro medios pases.
Hubo buenos lances en el tercero, pero en serie incompleta ya que terminó tropezándose los dos últimos y el remate. Enseguida se vio que no valía el toro, parado, a la defensiva. Precauciones también por parte del torero, que se limitó a andarle por la cara en un trasteo tan breve como insulso.
Y ya con el quinto, el peor, Morante estuvo sin proponérselo en la frontera del escándalo. El toro con la cara arriba y sin dejar desahogos, y el torero sin quedarse quieto, a pesar de que en alguna ocasión intentó aprovechar el viaje. Fue un planteamiento raro, que naturalmente no condujo a nada. Se enfadó mucho la gente, más todavía por la demora con el descabello.
Castella tuvo un primer toro que no le ayudó nada, defendiéndose, quedándose corto y pegando cabezazos. Lo mejor, unas buenas verónicas en el recibo y el primer tramo de faena con la muleta en la media distancia. Pero al apagarse el toro acortó terrenos el torero, y fue peor. Algún apunte de valor, pero sin resolver.
Mejor la faena al cuarto, el toro que más sirvió. Castella lo toreó por alto en la apertura de faena, seis estatuarios sin enmendarse. A continuación, buenos derechazos, embarcando desde adelante, en trazo limpio y la figura encajada. Lástima que las tandas demasiado cortas.
A la cuarta atacó por el izquierdo, con pases de uno en uno pero muy solemnes, muy de verdad. Y especialmente buenos los remates de pecho, echándose al toro literalmente por delante de pitón a rabo.
En el epílogo, toreo muy ajustado en la distancia corta. Se lo pasó muy cerca Castella, y aunque faltó limpieza en los circulares invertidos finales, con el toro queriéndose ir, en ningún momento decayó la emoción.
Lástima que le faltara contundencia con la espada. De hecho le dieron una sola oreja, siendo la petición todavía minoritaria, cuando aquello tenía que haber sido de dos.
Parecida historia en el último, otro toro que sirvió. Aunque desplazándose con la cara natural, el animal iba y venía en los comienzos de faena. Castella le pegó pases de bella factura, aunque las series, otra vez muy breves. En el final de faena, otro parón muy a modo, aguantando con arrogancia.
Los dos descabellos tras la estocada quitaron muchos pañuelos. Pero en conjunto, y al margen de la suerte suprema, mereció Castella la oreja y la Puerta Grande final.
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