VALLADOLID.
Cayetano vuela muy alto
Cayetano vuela muy alto
Esplá y Manzanares a oreja por coleta
11/09/2009 Juan Miguel Nuñez (EFE)
Ganado: toros de Parladé, el segundo como sobrero, desiguales de presencia, sospechosos de pitones, descastados y a menos, salvo el buen primero y el sexto que se movió mucho.
Luis Francisco Esplá: pinchazo y media (ovación); y dos pinchazos y estocada desprendida (una oreja).
José María Manzanares: estocada ligeramente desprendida (oreja); y gran estocada (petición y gran ovación con abucheo al "palco" por denegar el trofeo).
Cayetano Rivera: estocada (oreja); y gran estocada (dos orejas).
Plaza: Valladolid, más de media entrada.
Mucho más que torero de raza, como se le viene cantando últimamente por las agallas y el corazón que pone frente al toro, Cayetano está demostrando ser grande por su distinguida personalidad, la finura, la gracia y el empaque de su estilo. Y más aún por la soltura, esa firmeza y seguridad que adquiere a pasos acelerados, traducida en valor y arrestos. Además de la esencia, el aroma de sus formas. Torero singular y proverbial.
Menudo torero Cayetano. El encanto de sus verónicas al recibir al tercero de la tarde, mecida la figura, descolgado de hombros y volcado hacia adelante, templando a la velocidad del toro en ese instante de furia en bruto. Y con la muleta, la naturalidad, el cuerpo abandonado. Personalidad y verdad en lo fundamental y en lo que se conoce por accesorio, tal que un cambio de mano por delante resultó lento que todavía está pasando el toro.
El presidente, que se alterna con otro colega en la tarea de regalar orejas esta feria, jugó sucio, aguantando el pañuelo para que no le pidieran el segundo trofeo. Pero Cayetano se encargaría de poner las cosas definitivamente en su sitio al repetir en el sexto una bonita, compacta y extraordinaria faena. Igual de pausado con el capote, la misma disposición e inspiración con la muleta, hilvanado series sobre todo por el lado derecho cada vez más largas en número de pases, de inmaculada estética y ganando progresivamente en hondura. Y el clamor final de la estocada, de manual. La faena de la feria. Aquí no tuvo más remedio que dar las dos orejas el presidente.
También le quitó el usía un trofeo a Manzanares en el quinto. Ni mejor ni peor faena que todas las que se han premiado en días anteriores. Y en todo caso, la estocada, otra gran estocada de ejecución y efecto, por si sola valía el apéndice. De hecho había paseado el alicantino ya un trofeo en su toro anterior por una faena vistosa, algo acelerada y compuestita, para entenderse, escasa.
Y el maestro Esplá, y su saleroso concepto plagado de detalles, de inconfundible y personal torería. Le faltó matar bien, pero aprovecharon público y presidente el trance del adiós para obsequiarle por fin con una oreja del cuarto. Así se despidió, y le despidieron: con todo el cariño del mundo, de Valladolid.
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