En ABC
Plaza de Toros de Ronda, Málaga (5-9-09). El más esperado de la tarde era sin duda Cayetano, que con su brillante terno de Armani centró las miradas en el paseíllo. Reminiscencias ordoñistas en el recibo a la verónica, con la rodilla en tierra muy al estilo de su abuelo, alma de esta Corrida Goyesca. Hubo sobre todo mucha voluntad más que calidad en la faena de Cayetano con un toro soso, probón, con el que estuvo templado a ratos pero sin llegar a tomar el ritmo y la ligazón suficientes para brillar como lo hacía su traje al sol de justicia de la tarde. Cortó una oreja.
La mejor cara de Cayetano llegó en el que cerró plaza, el de más presencia, con el que se entregó en el recibo a la verónica, al igual que en el tercio final, después de brindar a la modelo sevillana Eva González, que presenciaba la corrida desde el burladero. Se gustó en el toreo con la diestra, sacando lo mejor de sí mismo en cada muletazo, dejándosela siempre puesta, templando y llevándolo toreado muy despacio. Hubo calidad en esta ocasión al acoplarse a la perfección con la embestida y atemperando con mucha despaciosidad el viaje del de Algarra, que rompió a bueno haciendo la mejor faena de la tarde y salvando, sin duda, el festejo.
José María Manzanares no tuvo colaboración para lucirse en el recibo al primero, a pesar de estar templado. Su temple fue lo más destacado en el centro del ruedo a un toro muy noble pero soso y sin transmisión. El diestro se afanó e intentó sacar algunos muletazos por el pitón izquierdo, por donde el astado de Algarra se dejó algo más, con cadencia y despaciosidad.
En el cuarto el alicantino dio una lección de temple y de toreo inteligente no exento de calidad. Consiguió remontar la faena a base de pulsear y sobar al toro. Varios circulares consecutivos y pases de pecho de gran empaque, además de bonitos cambios de mano, consiguieron caldear el ambiente. Cobró una buena estocada y, aunque el astado tardó a la hora de doblar las manos, le sirvió para cortar las dos orejas.
A pies juntos y con mucha quietud recibió Miguel Ángel Perera al segundo, con el que se mostró muy animoso y variado en un lucido quite por tafalleras y gaoneras. Brindó a Francisco Rivera Ordóñez, que este año y después de trece paseíllos en este coso prefirió ver los toros desde la barrera. La quietud fue la principal virtud de su actuación con el segundo. Lo sacó a los medios, donde estuvo firme, sin repucharse, ante las condiciones de su oponente, que al contrario que él se mostró reservón y sin entregarse a la muleta que le presentaba el extremeño.
El quinto siguió la tónica del festejo en cuanto a comportamiento de salida, sin entregarse en el capote y complicado en banderillas. Comenzó con un pase cambiado por la espalda, volvió a imponerse e insistió dejándole la muleta siempre puesta en el hocico, provocando la embestida que por sí misma no habría surgido. Sus ganas por triunfar le hicieron alargar la faena en exceso y de ahí al escándalo. El presidente, que había permitido faenas de excesivo metraje, le dio un aviso y le negó la oreja que se pidió con insistencia. El extremeño acabó encarándose con el palco en su vuelta al ruedo, al que cayeron botellas por un público enfadado por la negativa del palco a conceder la oreja.
Se pasó del escándalo al triunfo al regalar un sobrero. Perera realizó una faena muy compacta y maciza, con un toro poco colaborador, que quería irse. Muy quieto, porfió por extraer lo máximo y finalizó por bernadinas. Gracias a su entrega, cortó dos orejas al de regalo y pudo salir a hombros con sus compañeros.
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