25 años después
La muerte de Paquirri
(Texto de Angel Parra Guzmán, 1999)
Todos saben que la vida del torero más popular de nuestra época finalizó a consecuencia de una cornada la tarde del 26 de setiembre de 1984. Pero, muy pocos recuerdan que la vida como matador de toros de este gran torero que inscribió para siempre su nombre con moldes de oro en la historia eterna de nuestra Fiesta, se inició precisamente con otra grave cornada, probablemente tan peligrosa y grave como la de Pozoblanco.
Paquirri, cogido gravemente durante su primer toro como Matador, precisamente el día de su alternativa, salvó la vida gracias a la serena actitud de los médicos de la enfermería de la Plaza Monumental de Barcelona, quienes atendieron acertadamente al que entonces era solamente un chaval que iniciaba su camino por la senda de los toros
La cornada de Pozoblanco dieciocho años después atemorizó a los médicos de la enfermería. Tuvieron temor de actuar como debían. El torero herido ya no era el chaval de Barcelona. Se había convertido en una de las figuras más grandes de la historia. Su temor y falta de responsabilidad les hicieron no escuchar las órdenes del propio torero que desde su lecho de dolor exclama :
” Mi experiencia profesional me dice que ésta es una cornada de tres trayectorias… una pa acá y otra pa hayá… haga usted doctor lo que tiene que hacer… estoy en sus manos. Quiero un vaso de agua…”
A Paquirri lo embarcaron en una ambulancia para enviarlo al Hospital de Córdoba para que otro médico le interviniera, el Doctor Ramón Vila. La historia la conocen todos. La gravedad de su herida y la sangre que escapaba a borbotones no permitieron que llegara a su destino.
Paquirri murió desangrado en la carretera. Su muerte señala en el calendario taurino la consumación de una de las tragedias más grandes ocurridas en la historia del toreo. La muerte de Francisco Rivera es para nosotros la historia de una muerte inexplicada y monumento imperecedero a la estupidez humana que perseguirá para siempre a todos aquellos que rodeaban en aquellos momentos a tan gran torero.
Quien escribe estas líneas jamás podrá explicarse el porqué de la decisión de trasladar por tierra a Paquirri, habiéndose podido solicitar un helicóptero con un quirófano transportable. Dinero había para movilizar no solamente uno sino dos mil aviones iguales.
Paquirri, amigo nuestro de los de verdad, con quien compartí gran parte de la temporada española de 1982 su casa de Cantora, al pie de Medina Sidonia, cerca de Vejer y Chiclana, ese formidable amigo de quien fui compañero en la tarde aquella del Puerto de Santa María cuando alternaba en una tarde asolada por el levante andaluz con Paco Camino y Galloso, ese torero que aquel día me decía en su recién estrenada piscina de Cantora “Angel, si cuando lleguemos al Puerto sigue soplando este huracán, haré que se suspenda la corrida “. Cuando le pregunté la razón de este deséo me contestó lo siguiente: “Siento que entre los toros que hoy toreo se esconde el que me va a matar. Ese toro pasta ya con ellos”.
Cuando murió Paquirri revisé el video que esa tarde había filmado yo en el puerto, y el cassette se me cayó de las manos. La ganadería de aquella tarde era la misma de la corrida de Pozo Blanco: Sayalero y Bandres.
Allí quedan como testigos de nuestra vivencia y presencia en la Plaza al lado de Paquirri aquella tarde, como testigos del encierro de Sayalero en el Puerto:
José Luis Galloso que me visitó el dia anterior en Cantora, Antonio José Galán quien me esperaba en La Linea para cenar ese día, y Ramón Alvarado el fiel tio de Paco que actuaba como mozo de espadas y que al regresar de la corrida tuvo que ingresar a Paqurri cargado y corriendo al Hotel Caballo Rojo pues era tan grande el presentimiento fatal del torero aquella tarde que terminó con un malestar estomacal incontrolable.
Nuestro homenaje eterno, Paco, y el compromiso de escribir esa parte de su vida que grabamos con Paquirri durante algo más de cincuenta horas de video aquella temporada.
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Cayetano conmemora la muerte de su padre en la Monumental de Barcelona
La Vanguardia 26 sptbre. 2009
Paquirri fallecía tal día como hoy en la plaza de Pozoblanco pero tomó la alternativa en en agosto de 1966 en la de Barcelona
Paquirri fallecía tal día como hoy en la plaza de Pozoblanco pero tomó la alternativa en en agosto de 1966 en la de Barcelona
Esta tarde a las seis torearán en la Monumental de Barcelona el Juli, José Mari Manzanares y Cayetano, hijo, nieto, hermano y parte de una estirpe, los Rivera Ordóñez, que han dejado huella en la historia del toreo. Uno de los componentes de esta familia, Francisco Rivera, Paquirri, fallecía tal día como hoy hace 25 años en la plaza de Pozoblanco.
El aniversario acerca al menor de los hijos que tuvo con Carmina Ordóñez hasta el coso barcelonés donde el maestro desaparecido tomó la alternativa en agosto de 1966. Sufrió una cogida grave ese día, solucionada por la serena actitud de los médicos de la enfermería de la plaza, que le atendieron con habilidad extrema.
Cayetano llegó a los ruedos tras años de estudios en el extranjero, dando paso a una vocación tardía que solucionó con éxito en parte por sus buenas artes, en parte por la atención de los medios, siempre al quite de las tradicionales aventuras falderas antes que de sus faenas en los ruedos.
Ayer, por ejemplo, contaban en televisión (riguroso directo, aseguraban) que estaba comprando zapatos Jimmy Choo para su novia. Y ese es el tipo de fama que puede mermar la afición de los defensores de la fiesta nacional a la hora de verlo anunciado en un cartel. La venta de entradas cuando se anunció el debut de los hermanos en la Monumental, el 25 de mayo del pasado año, no alcanzó siquiera la mitad del aforo del coso, y al final la corrida se suspendió por la lluvia.
Moraleja, la prensa del corazón no atrae al aficionado, sólo a las fans a las puertas de los hoteles. Con las consecuencias televisivas que acarrea. De hecho, para la corrida de esta tarde quedan las entradas que quieran. Y eso que el sistema de ventas se ha organizado en torno a la estrella, José Tomás, que faenará mañana, domingo.
Para poder conseguir una buena localidad, lo mejor era adquirir un abono para las tres corridas de las fiestas de la Merced. Así, con la plaza vendida para el domingo (ni el doble de capacidad hubiera dado cabida a los admiradores del diestro de Galapagar), las otras dos jornadas se vieron favorecidas por la audiencia.
Cayetano llega a Barcelona en un momento delicado, por los recuerdos y las consecuencias morbosas que conllevan. En especial debido a esa prensa a la que tanto deben y tanto odian (la familia Rivera Ordóñez y sus hijos-estrellas Francisco y Cayetano).
Pero a los que facilitan su trabajo: hay más imágenes de Cayetano como modelo de relojes o trajes, que vestido de torero. Y más fotos con su novia haciendo turismo que toreando en las plazas.
Ahora hablar con él resulta difícil, tal vez porque está obsesionado en que las preguntas incidan en paisajes del pasado de su vida que le quedan lejanos (él tenía seis años cuando falleció su padre), o del presente, entre amores y amoríos. Un interés propiciado por los especiales televisivos dedicados a la mortal cogida de Paquirri, a los intereses de su segunda esposa, Isabel Pantoja, presunta implicada en asuntos diversos marbellíes, y en otros amores accidentales, tipo Bárbara Rey.
A Cayetano le quedan tres corridas para cerrar esta temporada en la que ha toreado 26 tardes. El 6 de diciembre se va a América donde regresará el 17 de enero. para seguir su temporada americana. De eso y otras cosas debería hablarse más que de todo lo otro.
Pero parece que a él no le interesa. Importa, especialmente hoy, cuáles son las cosas que Cayetano echa en falta de su padre, como tal y como maestro. Lo que piensa del actual mundo del toro (defensores y detractores), Saber qué será de su vida, siempre en esa cuerda floja que le lleva de los ruedos a la publicidad, a desfilar en pasarelas o a vestirse de esmoquin en fiestas.
Cayetano, entre el capote, el riesgo de una profesión de la que no se aprecia como es debido su valor conceptual, que en su caso se valora su belleza física, su porte, su pasado y su herencia. Y ahora el morbo añadido de una historia apasionante.
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