Decepcionante espectáculo con una corrida en su mayoría bobalicona y sin fuerza de Juan Pedro Domecq para Julio Aparicio, Morante de la Puebla y Cayetano que fue quien más fans metió en la plaza hasta llenarla. Y una sola faena digna de tal nombre, la de Morante con el segundo toro de la tarde que, junto al tercero, fueron los más aprovechables. Con el muy manso y difícil quinto, Morante pegó su clásico y desenvuelto ainete. Julio Aparicio medio pudo estirarse con el primer toro y dio el cante frente al cuarto con un sucio trasteo. Cayetano, por su parte, dio un recital de toreo suoperperiférico hasta ser cogido torpemente por el tercero para matarlo de muy mala manera, e interpretó una parodia de sí mismo con el ruinoso sexto al que mató pronto. Y ni una vuelta al ruedo de los alternantes.
José Antonio del Moral
Valencia. Plaza de la calle Xátiva. 18 de marzo de 2010. Octava de feria.
Tarde nublada y luego soleada con casi lleno. Seis toros de Juan Pedro Domecq, presentados en tres y tres, terciados y cómodos de cabeza los primeros y con más cuajo y pitones los demás. Salvo el muy manso quinto, todos muy nobles aunque sin fuerza en distintos grados de manejabilidad. Segundo y tercero, por más enterizos, fueron los más aprovechables. Cuarto y sexto, escandalosamente claudicantes.
Julio Aparicio (grosella y azabache): Dos pinchazos y estocada desprendida, silencio. Dos pinchazos y estocada caída, silencio.
Morante de la Puebla (cobalto y oro): Media muy tendida, gran ovación. Pinchazo a paso de banderillas, otro atravesado y dos descabellos, bronca.
Cayetano (marino y oro): Dos pinchazos, estocada y dos descabellos, aviso y silencio. Estocada entera, aplausos de sus fans. Destacó en palos Ángel Otero.
La tarde empezó repleta de esas ilusiones que siempre despiertan los grandes artistas, principalmente Morante, y terminó como el rosario de la aurora por el fatal desarrollo que tuvo a cuenta de la flojísima corrida de Juan Pedro Domecq. Tendrá que meterse a fondo y en serio el gran ganadero porque lo que ya no es de recibo es llevar tres años seguidos con estos mismos problemas que apenas salvan algunas reses sueltas en plazas de menor categoría. Pero bueno, vayamos al meollo de la cuestión en el que caben muchas cosas y casi ninguna buena.
Empezando por el público que llenó la plaza gracias en gran parte a la inagotable fama mediática de Cayetano, decir que cada vez que le veo me siento más molesto e inoportunamente preguntado por muchos espectadores que asisten a sus festejos exclusivamente para verle a él in person y a los que solo les importa que triunfe para poder admirarlo y piropearlo desde cerca. A mi lado había unos señores que preguntaron cómo se llamaban los otros dos toreros y, al final, comentaron la pena que les daba que Cayetano no hubiera cortado al menos una oreja para verle pasar bajo sus deseosas miradas. Así ocurre siempre con este torero mientras sus amigos y los cada vez más disgustados partidarios, sufrimos al comprobar que ya no hay manera de verle torear como en sus escasas mejores tardes.
Y es que por mucha prestancia, buen gusto y empaque que tenga, cada vez se los pasa más lejos, lo que no es de recibo con la clase de reses que suele enfrentarse. Los más fáciles y cómodos que haya en el mercado. Y ello sin contar el absurdo peligro que corre frecuentemente por sus repentinas torpezas y falta de sitio. Ayer por poco le hirió el tercer toro cuando se enredó al final de su digamos faena en la que no logró evitar la manera de torear con el capote y con la muleta desde lo más lejos que se pueda imaginar salvo en un precioso y templadísimo quite por tafalleras. Y así no hay manera.
Para terminar con Cayetano, decir que su labor muletera frente al inválido sexto, un hermoso colorao que no cesó de perder las manos, fue una parodia de sí mismo en su ridículo intento de hacernos creer que aquello iba en serio ante semejante babosa. Menos mal que lo mató pronto.
Y de menos a más, vamos con Julito Aparicio que ayer no fue el de Castellón. Medio qué con el más enterizo de su lote, el tercero. Un toro que ni pintado para andar seguro, firme y templado con la condición de llevar la muleta siempre a media altura y manejarla con mucho temple. Julio se preocupó más de componer su propia figura que de llevar al toro con mucho cuidado para que no perdiera las manos. Como era el primero de la corrida y la mayoría de la gente estaba esperando a ver lo que hacían Morante y Cayetano, la cosa acabó en silenciosas tablas después de que el toro se echara completamente en la arena antes de que Julio entrara a matar. Con el bastante más serio cuarto, no cesó de pegar trapazos y enganchones en su muy sucio intento muletero hasta matarlo de malas maneras. Y eso, después de brindarlo al respetable.
Punto y aparte merece Morante de la Puebla a quien volvemos a decir que ir con Cayetano en el mismo cartel le va a salir muy caro. En busca de la comodidad, es decir, de matar más corridas como la de ayer y muchas menos de las que mató el año pasado, puede complicar su privilegiada situación en el toreo. Tener que soportar a los y las fans de Cayetano debe ser un suplicio. Pero mucho más verse silenciado mientras torea como toreó ayer al segundo toro. De maravilla pero sin apenas eco por lo poquísimo que transmitía su oponente. Bellísimo toreo, pero como si fuera de salón con la diferencia de que el de Morante es maravilloso y auténtico en su manera de interpretarlo y el de sus colegas de ayer, más de discoteca barata para incautos.
Como en tantas ocasiones con Morante, le correspondió bailar con la más fea y, tal como acostumbra en estos casos de mansos que no pasan y se defienden por las alturas cuando no buscan las ingles del torero, decidió lidiarlo a la contra sin conseguir que el toro cediera un milímetro en sus torvas intenciones porque, para colmo, se fue arriba en banderillas y llegó a la muleta con demasiado genio para el gran artista que tiró rápidamente por la calle de en medio, lo que provocó el consiguiente enfado y la bronca después de ser arrastrado el animal. Bronca que se reprodujo al abandonar la plaza una vez finalizado tan penoso espectáculo.
Ya sé, como sabemos todos, que estos inventos son fantásticos cuando salen bien, pero como casi siempre resultan como el de ayer, los empresarios no deberían admitir que estos toreros - y me refiero a Cayetano sobre todo - siempre intenten y, lo que es inadmisible, logren imponer ganado lo más blando e inofensivo que se pueda encontrar.
Ganado que muchos me dirán también matan los grandes de verdad. Pero, claro, es que Ponce y El Juli son infinitamente más capaces y resolutivos, salga lo que salga por los chiqueros y, con ellos, casi nunca suceden estas cosas tan lamentables. Y como en esta feria, son precisamente ellos dos los que han puesto el nivel por las nubes, los de ayer, tanto con los inofensivos como con el marrajo, no les llegan ni a la suela de sus zapatillas.
Ya es hora de que en vez de poner a Morante con el decadente Julio Aparicio y con el incapacitado Cayetano, le metan en corridas de auténtico nivel en vez de en estos subterfugios.
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