lunes, 8 de marzo de 2010

OLIVENZA: ENRIQUE PONCE TRIUNFADOR EN LA DOBLE JORNADA / José Atº del Moral

Enrique Ponce
Vuelta triunfal en Olivenza

Enrique Ponce,

Único gran triunfador en la doble jornada


Diario la Gaceta, de Madrid.- Grupo Intereconomía


3ª y 4ª de feria en Olivenza. Por José Antonio del Moral


La corrida matinal empezó lloviendo y con la plaza llena, medió con sol y hasta con creciente calor. Enrique Ponce salió a hombros tras ser cariñosamente homenajeado por cumplir, a la par que la plaza, el vigésimo año de su alternativa y de la creación de esta feria a la que nunca faltó.

Ponce se regodeó larga y grandemente en su faena al noble cuarto toro de Zalduendo, del que cortó dos orejas. En buen plan y excelentes resultados, le acompañaron un muy mejorado Alejandro Talavante y un recuperado Cayetano, aunque ambos perdieron unirse al maestro en su formidable éxito por culpa de la espada.

La gran faena de Ponce, único gran triunfador en la doble jornada, sobresalió por el elegante regodeo con que la creó.

Las dos de Talavante por su sensacional manera de torear al natural.

Y las de Cayetano por su empacada firmeza y la singularidad de su arte mayor.

La corrida vespertina resultó decepcionante por el deslucido juego de cinco de los seis toros de diferentes ganaderías. Tan sólo valió el de Victorino Martín, lidiado en sexto lugar bajo la lluvia. Un toro recortado, encastado y con clase frente al que Miguel Ángel Perera anduvo como si llevara toreados muchos más de esta ganadería, perdiendo el triunfo por fallar a espadas. Fue el primer victorino que ha matado el extremeño.

Aunque cortó la oreja del primero, El Juli naufragó a pesar de las ganas que mostró. Y lo mismo Manzanares con su lote aunque dejó para el recuerdo sendos buenos inicios de faena y dos estocadas de campeonato.

Festejo matinal. Olivenza (Badajoz). Mañana del domingo 7 de febrero de 2010. Tiempo entre lluvioso y soleado con lleno total.

Siete toros de Zalduendo incluido el sobrero que reemplazó al tercero, devuelto por ¿reparado de la vista? Desigualmente presentados en variedad de tipos. Los más cuajados y colaboradores fueron el sobrero, el cuarto, el quinto y el sexto muy especialmente que fue el mejor. Y el peor el que abrió plaza.

Enrique Ponce (amapola y oro): Estocada desprendida trasera y dos descabellos, dos avisos y silencio. Estoconazo trasero, aviso y dos orejas.

Alejandro Talavante (avellana y oro): Bajonazo, petición insuficiente y ovación seguida de protestas contra el palco por no conceder el trofeo. Pinchazo, media tendida y once descabellos, tres avisos y gran ovación.

Cayetano Rivera Ordóñez (perla y oro): Estocada trasera en los medios, oreja. Pinchazo y estocada contraria, aviso y gran ovación.

Ponce salió a hombros.

Muy bien en palos Alejandro Escobar que asimismo destacó en la brega, José María Tejero, Fernando José Plaza y José Antonio Carretero.

Festejo vespertino. Olivenza (Badajoz). Tarde en principio soleada con lluvia al final. Lleno absoluto. Seis toros de distintas ganaderías lógicamente dispares en presencia, correcta en general. El primero, de Daniel Ruiz, noble pero muy blando. El segundo, de Núñez del Cuvillo, asimismo noble pero escaso de fuerza y a menos. El tercero, de Victoriano del Río, noble pero sin fuerza y rajado el final. El cuarto, de este mismo hierro, sin clase alguna y con peligro por el lado derecho. El quinto, de Garcigrande, noble rebrincado y muy a menos. Y el sexto, de Victorino Martín, terciado y muy en el tipo.

El Juli (corinto y oro): Estocada caída, petición insuficiente y oreja. Pinchazo y estocada muy trasera, palmas.

José María Manzanares (amapola y oro): Estoconazo, ovación. Gran estocada, gran ovación.

Miguel Ángel Perera (fuscia y oro): Estocada corta, palmas. Dos pinchazos y media caída, ovación.

Destacó en palos Curro Javier.

Tan lanzada como iba la feria, se esperaba mucho más de esta doble jornada dominical que, a la postre, resultó lucida a medias. El listón había quedado muy alto y fue difícil de superar. Lo consiguió Enrique Ponce que acudía por vigésima vez consecutiva a esta cita, prácticamente desde que se inventó. Y para él fueron las primeras ovaciones del respetable. No tuvo suerte con el primer toro, el único de los lidiados de Zalduendo que presentó dificultades y, aunque lo intentó con la paciencia que le caracteriza, la cosa quedó en tablas a la espera del cuarto toro que, menos mal y aunque flojo, fue muy noble.

Enrique lo lidió sabiamente tras lucirse de capa en el recibo y, una vez aliviado el castigo al toro en varas y banderilleado, brindó al público una muy larga y pausada faena sobre ambas manos en la que la suavidad de su toreo corrió pareja con la perfecta administración de las suertes. Muy reposado y haciendo gala de la tranquilidad que le sobra, fue desgranando tandas de perfecto trazo y temple en las que a las pausas añadió adornos de su cosecha para terminar con la poncina que encantó a los espectadores.

Quizá Ponce sea el único que pude permitirse estas obras que unen el toreo a los pasos de ballet. Y es que Ponce no sólo es un gran torero sino también un gran bailarín y actor de sí mismo. Vende todo lo que hace como nadie. En este recrearse para su propia satisfacción consiguió encandilar al público que, tras matar de certera estocada, le tributó un cálido homenaje mientras paseó el anillo lentamente con las dos orejas tan fácil y bellamente conseguidas.

En el triunfo de Ponce podrían haber participado con la misma fuerza Alejandro Talavante y Cayetano, ayer muy centrados y con suerte en sus lotes.

Talavante se explayó maravillosamente al natural en sus dos faenas, más compacta y redonda la del quinto toro del que podría haber cortado dos orejas si no se hubiera eternizado con los aceros. Tanto, que tuvo que escuchar los tres avisos aunque el toro murió apuntillado y se fue vivo a los corrales. No obstante, el público le obligó a saludar en compensación del disgusto.

Cayetano también estuvo muy bien con sus dos toros. Firme, resuelto, empacado, elegante en su concepción clásica de su toreo que ayer relució tanto como el sol. Cortó la oreja del tercer toro y perdió otra del sexto por pinchar al tiempo que la gente salía a toda prisa para comer antes de que se celebrara el segundo festejo de la jornada.

Esta segunda función se hizo pesada y hasta molesta por la lluvia que cayó al final y por lo ayuno de éxitos contra todo pronóstico. Ni El Juli ni Manzanares lograron redondear sus ímprobas labores frente a sus toros que apenas colaboraron por su descastamiento y sosería. Suele ocurrir en esta clase de corridas con ganado de distintas divisas.

De lo hecho por ambos, resaltar la maestría del El Juli con el primer toro del que cortó una generosa oreja, las dos estocadas del alicantino y poco más entre lo mucho, quizá demasiado, que ambos intentaron sin conseguirlo hasta el hartazgo.

Miguel Ángel Perera, por su parte, estaba más obligado a triunfar a golpe cantado que sus compañeros, pero con su primer toro sus esfuerzos fueron baldíos. A punto de conseguir el triunfo anduvo con el único toro que valió de los seis. El de Victorino que Perera mataba por primera vez de esta divisa. Un magnífico ejemplar por su casta y su clase al que el extremeño toreó con facilidad y temple llevando al animal siempre por bajo en sucesivas rondas sobre ambas manos. Pero el mal fario que había pesado sobre esta corrida se cebó en Perera a la hora de matar, lo que le impidió rematar su gran feria con otro éxito incontestable. En cualquier caso y pese al fiasco a espadas, Perera sale en máximo triunfador y con la esperanza en su futuro más fuerte que nunca.




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