Por Aurelio Hernández
Fotografías: ©Dolores de Lara
La tarde en Sevilla se presumía feliz, y no era para menos. El cartel de la Pza. de Toros de la Maestranza era de auténtico lujo. Una terna de ensueño, tres toreros del arte.
El cartel de “no hay billetes” coronaba las taquillas desde hacía varios días. La gente venida desde lugares recónditos transitaba impaciente por los alrededores, esperando el inicio de la corrida.
Pasadas las seis y media de la tarde, se inicia el paseíllo de los tres ases: Julio Aparicio, Morante de la Puebla y Cayetano Rivera. Se aplaude con rabia; numerosas caras de famosos pueblan los tendidos; el presidente de turno, en esta ocasión Julián Salguero, concede la venia y el festejo comienza.
A los toros de Jandilla y Vegahermosa, se les une el segundo sobrero perteneciente a la ganadería de Javier Molina.
Julio Aparicio, en los toros que le tocaron en suerte, principalmente en el primero, que no era malo, no estuvo muy acertado. Pinchazo y estocada. Aplausos. A su segundo, cuarto de la tarde, lo remató con una entera. Ovación.
Morante de la Puebla, a su primero en suerte y primer sobrero, no le gusto y, como en él es habitual, lo despacho a las primeras de cambio. Si bien es cierto, el astado no estaba para mucho más. Lo mató con prisas. Silencio.
En su segundo y curiosamente, segundo sobrero, de nombre “flamenco”, al que recibió alegremente con el capote, a punto estuvo de darle un serio disgusto. Fe de ello lo dio la chaquetilla del diestro. Con la franela estuvo sublime. El toro, aunque tarde, fue a más, y el torero de Puebla ligó una tanda de muletazos por bajo, muy trenzados, que encandilaron al público. Se extendió algo más, y con el acero puso media estocada y certero descabello. Se pidió la oreja con insistencia, mas el presidente no la concedió; el torero a su pesar, algo contrariado, saludo desde el tercio y el público así se lo agradeció.
La puesta de largo de Cayetano Rivera en la Maestranza, metafóricamente hablando, fue un atractivo reclamo, y prueba de ello fue la presencia en barrera de la Duquesa de Alba, que no quiso perderse un solo instante. El torero anduvo voluntarioso y con ganas de agradar. En sus dos toros en suerte demostró que a la hora de matar no le tiembla el pulso. Dos certeras estocadas remataron unas más que aceptables faenas. Fue muy aplaudido y el aficionado disfruto con su entrega y buen hacer.
Lo único que se echó en falta fue ver salir a algunos de los matadores a hombros por la Puerta del Príncipe, en un día tan señalado para los sevillanos como es “el encendido” del recinto ferial de la Feria de Abril.
Foto (de izq. a dcha.): Ramón Calderón y esposa; Antonio Romero Monge, componente de "Los del Río"; Pedro Moya, "Niño de la Capea", y esposa, y Agustín Martínez Bueno, dueño de Ercilla Hoteles (Bilbao).
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