.Por: José Antonio del MoralFuente: detorosenlibertadFotografía: (c)Dolores de Lara
20-05-2010La muy noble corrida de Núñez del Cuvillo no dio el juego esperado por demasiado blanda y, aunque los seis toros cumplieron en varas, lo hicieron manseando. Embistieron con nobleza los seis pero llevando las caras a media altura cuando no derrotando al final de los viajes por su falta de fuerza. El único que se entendió con uno de los más potables, el segundo, fue Miguel Ángel Perera que a base valor y, sobre todo, de temple, cortó una merecida oreja pese a algunos disconformes. La extrema carencia de fuerza del quinto, no permitió doblar el triunfo al de Badajoz. Curro Díaz no se entendió con ninguno de sus oponentes y terminó herido en una mano al descabellar al cuarto. Alejandro Talavante empezó muy bien con el tercero, el mejor por el lado izquierdo, pero luego se enredó con muchos enganchones que ensuciaron su valiente cercanía. Al sexto le pegó muchos pases naturales sin apenas relieve.
Madrid. Plaza de Las Ventas. Miércoles 19 de mayo de 2010. Tarde veraniega con constantes y molestas rachas de viento. Casi lleno. Un toro despuntado para rejones de Luis Cerrón, que resultó muy manejable. Seis de Núñez del Cuvillo de cuajo desigual aunque muy encornados y astifinos, entre los terciados y gordinflones de la segunda parte. Blandearon en distintos grados y cumplieron en el caballo manseando. Todos nobles con variable duración. El tercero destacó por su gran pitón izquierdo y el segundo por noble a derechas aunque se vino pronto abajo. Los demás derrotaron por alto al final de sus viajes. El quinto fue el más débil del envío, un inválido que debió ser devuelto. Curro Díaz (grana y oro): pinchazo caído y estocada muy trasera, silencio. Pinchazo hondo y descabello. Al intentar otro descabello fue herido por el toro en la mano izquierda y pasó a la enfermería con herida en una mano de pronóstico reservado. Perera finiquitó al toro con un golpe de descabello, silencio. Miguel Ángel Perera (avellana y oro con remates negros): Buena estocada, oreja. Estocada caída atravesada, silencio. Alejandro Talavante (azul marino y oro): Estocada atravesada y descabello, petición desatendida y ovación. Media tendida, silencio. En la brega destacó Joselito Gutiérrez y en banderillas también éste, Juan Sierra y un elegante y valiente José Manuel Montoliu.
Por fin vimos triunfar a una figura y nos pareció mentira después de tantas tardes de sequía. El trofeo llegó tras la faena de Miguel Ángel Perera frente al segundo toro. Hasta entonces, poco había ocurrido a cuenta del rejoneador Joao Moura hijo que hizo de telonero para que quien estuvo anunciado, José María Manzanares, no tuviera que matar el primer toro. El joven Moura anduvo elegante y fácil, pero muy frío con un manejable astado de Luís Terrón. Y el sustituto, Curro Díaz, de bastante menor categoría que el espada previsto, nos llevó a lamentar la ausencia del alicantino con una faenita de quiero y no puedo ante un toro tan noble como remiso. Díaz lo toreó acelerado y sin templar debidamente. O sea, muy por bajo de las condiciones del no tal mal oponente. En otras manos hubiera valido mucho más. Lo de siempre con las enojosas e injustas sustituciones porque en el cuarto, lo que hizo fue más de lo mismo. Lo mejor, la brevedad con la desgracia que al intentar descabellar por segunda vez, el toro derrotó y le hirió en la mano izquierda.
Pero como decía y, menos mal, Perera fue el gran y único protagonista de la jornada por varias razones. Primero por la gran disposición con que salió a torear nada más aparecer el tercer toro en el ruedo. Disposición y cabeza porque tanto él como su cuadrilla lidiaron perfectamente a este toro que, no obstante y aunque fue muy noble por el lado derecho, no tanto por el izquierdo y demasiado pronto venido a menos.
Perera empezó su faena en los medios con sus habituales pases cambados ligados a sendos de pecho y, enseguida con la mano derecha, se asentó muy templado por redondos que cosió a los de pecho con notable galanura a pesar de lo mucho que le molestó el viento. Templar así es muy difícil y hasta peligroso porque en cualquier momento puede moverse la muleta sin querer y el toro se te viene encima repentinamente. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a Pereda cuando iba a dar el tercer natural. La cogida, aparatosísima, con el torero rodando sobre sí mismo para libarse de la cornada y, posteriormente, vuelto a revolcar en medio de la confusión y el miedo de los que le auxiliaron, por pura fortuna terminó sin consecuencias ni la más mínima merma del valor del torero que, acto seguido y con el toro ya venido muy a menos, encadenó varios muletazos también muy templados, dentro del terreno del burel, liberando la angustia con elegante con absoluta entrega y nada fácil limpieza. Ardió la plaza salvo el grupito de siempre que quiso arruinar lo que había hecho el extremeño. Nada les sirvió, porque a la hora de matar se fue derecho como una vela y enterró el acero en lo alto aunque algo trasero. La oreja, de total ley, se la tuvieron que tragar los discrepantes.
Reventadores que volvieron a intentarlo cuando Perera tuvo que afrontar al debilísimo quinto. Con este, aunque anduvo también con muchas ganas y empeño a cualquier costa, no hubo más que hacer que intentarlo por activa y por pasiva. Una pena porque, si el toro hubiera tenido solo un poquito más de fuerza, Perera le habría cortado otra oreja y el berrinche del 7 habría sido mayúsculo. Las espadas siguen en alto para Perera en su próxima cita. Mejor, señal de que es de los que el 7 odia. O sea, que es muy buen torero.
Alejandro Talavante estuvo muy valiente toda la tarde pero, en mi opinión, poco fino a la hora de templar las embestidas de sus dos toros. Mejor el tercero que el sexto, sobre todo por el lado izquierdo, aunque Allejandro encandiló a los espectadores en las versiones ojedistas de su hacer, algunas lindando con el tremendismo, todo lo echó por tierra con posteriores y sucesivos enganchones. No obstante, la gente se emocionó mucho y quiso premiarle. Pero el palco, creo que esta vez con razón, se negó. Aparte el lógico entusiasmo de los isidros, con una estocada tan atravesada y un descabello, en Madrid no se puede dar una oreja aunque sea muy solicitada.
EL QUITE DE DOMINGO
Sección de productos congelados
La corrida de ayer fue como el pescado congelado, que cumple su función nutritiva, pero no sabe a casi nada y te deja indiferente. Porque vemos a ver: ¿Salieron malos los toros de ayer? Pues no. Y los toreros ¿estuvieron mal? Pues tampoco. Pero, a pesar de que unos y otros cumplieron con decoro, no sucedió nada que nos levantara del asiento ni que vaya a ser recordado en el futuro.
Es evidente que Núñez del Cuvillo guarda la flor y nata de la camada para José Tomás. Y cuando él no está, manda los toros bastos o los de menos nota. De ser matador de toros, yo lo tendría muy en cuenta y evitaría los Cuvillos cuando el de Galapagar no estuviera en el cartel.
La corrida se compuso de dos toros bien hechos, pero que no terminaron de embestir por su poca fuerza. Y otros cuatro altos y bastotes que, a pesar de su buena voluntad, no acabaron de humillar ni de embestir por abajo por sus bastas hechuras. Sin ser mala la corrida, no hubo ningún toro que verdaderamente rompiese a embestir por abajo y con codicia. Los toreros dicen simplemente: la corrida no rompió.
Y de los toreros otro tanto. Estuvieron bien, pero no tuvieron material para alcanzar cotas verdaderamente elevadas. Matizo lo dicho: Talavante y, sobre todo, Perera, son los que estuvieron bien. Curro Díaz no tanto.
El de Linares es un orfebre prodigioso en el toreo de recorte y de adorno. Pero a la hora de torear en redondo, ya es otro cantar. Le cuesta un mundo acoplarse y cuajar algo de mediana solidez. Con su primero, noble pero a menos por la poca fuerza, estuvo muy al hilo del pitón. Y como tampoco le dio sitio, no sacó lo poco bueno que tenía el toro. Lo mejor para acabar con un toro noble y justo de fuerzas, es ponerse en su oreja. El cuarto, de una bastedad horripilante y con aires de limusín, no dio opciones por el izquierdo, pero se dejó torear por el derecho, aunque sin humillar. Aquí tuvimos más toreo de tirones y siempre detrás de la mata. Como postre el toro lesionó a Díaz en la mano cuando intentaba descabellar.
Perera mostró mucha mejor disposición que en Sevilla. Estuvo muy bien en su primero, que duró poco y no humilló jamás. Dos series suaves y mandonas con la mano derecha y, cuando intentaba torear con la izquierda, ese vientecillo sutil que siempre sopla en las Ventas, le impidió sacar nada en limpio. Además se llevó un volteretón. Arrimón firme cuando el toro no quería embestir más, y estocada de buena ejecución, aunque algo trasera y baja. Una oreja. Pienso que excesiva porque, aunque que Perera estuvo bien, por las causas antes dichas, no hubo toreo con la mano izquierda, la faena duró poco y la colocación de la espada tampoco fue para tirar cohetes. Una vuelta al ruedo hubiera quedado mejor.
Conscientes de la mucha calidad del quinto, lo cuidaron con mimo. Pera era un inválido que debería haber sido devuelto. En cuanto se cayó dos veces en el último tercio, el público no hizo ni caso a Perera. Es normal: la lidia de un inválido es una parodia.
El tercero fue muy pronto y alegre, pero era el típico toro que gusta más al público que al torero. No humilló nada. Talavante consiguió una serie muy buena con la mano izquierda, pero en las siguientes ya no pudo lograr tanta limpieza. Además, con la zurda se tuvo que ayudar mucho con la espada por ese vientecillo traidor que suele soplar en las Ventas. A pesar de ciertos enganchones y de que no vimos, ni mucho menos, al mejor Talavante, la faena siempre tuvo buen corte. Hasta tal punto que el público pidió la oreja. Hizo bien el Presidente no atendiendo la petición, pues la estocada era muy trasera y atravesada, y la faena, a pesar de su interés, tampoco fue de gran fuste.
El sexto fue un caballo que no humilló y que pasaba sin clase. Talavante estuvo dispuesto y firme, pero no sacó nada en claro de una embestida bruta y difícil de templar.
¡Ah!, se me olvidaba: tuvimos caballito. Y de los buenos, pues el hijo de Joao Moura estuvo francamente bien. Solo erró con la hoja de peral, pero en el resto de la lidia se le vio templado y torero. Muy por encima de un mansito, soso y noble toro de Luis Terrón. La buena actuación del caballero en plaza, al público le daba igual. La gente había ido a ver otra cosa. Hasta hace treinta años era muy habitual la inclusión de un rejoneador para abrir plaza.
Fue Chopera quien acabó con la costumbre ante las quejas de la afición por lo larga que se hacía la corrida. Es evidente que son dos espectáculos distintos, con públicos distintos, que no conviene mezclar. Había sido una imposición de Manzanares para no lidiar al primero de la tarde. Y luego resultó que Manzanares no pudo venir. Y lo más tremendo: el viernes lo sustituye el Cid. ¡Qué fuerte! Con los toros que se le han ido y le dan la sustitución...