miércoles, 12 de mayo de 2010

6ª de San Isidro en Madrid. Sólo el valor de Macías / Por José Antonio del Moral

Confirmación de Arturo Macías
Por José Antonio del Moral
12.05.2010
Tarde típica de San isidro: Lleno pese a lo poco atractivo del cartel, toros de tres hierros entre los titulares de Martelilla, un sustituto y un sobrero, presentados en escalera y todos de muy deslucido juego. Y, para colmo, mucho viento. Entre la nada, destacó la confirmación de alternativa del espada mexicano, Arturo Macías, que se mostró valiente lindando con el tremendismo frente al toro del doctorado que le cogió tres veces sin resultar herido de milagro. Más en torero con el sexto, el menos malo de de la tarde, planteó una faena asimismo valiente que empezó bien aunque no llegó a mayores. Miguel Abellán tuvo un toro manejable aunque incómodo por reponer con el que anduvo aseado y otro también noble por el lado derecho pero sin ninguna fuerza que le permitió estirarse sin brillantes resultados. Cesar Jiménez, se estrelló con los enormes inválidos de Navalrosal y de Hermanos Domínguez Camacho.
Madrid. Plaza de Las Ventas. Martes 11 de 2010. Sexta de feria. Tarde fría y muy ventosa con lleno. Cuatro toros de Martelilla, muy desigualmente presentados en escalera y con poca fuerza en distintos grados de manejabilidad. Por devolución del muy flojo tercero y correrse turno, se lidió el sustituto de Navarrosal, muy bien presentado e inválido. En quinto lugar se corrió un sobrero de hermanos Domínguez Camacho muy cuajado, noble y sin fuerza. Miguel Abellán (marfil y oro): Estocada atravesada que hizo guardia y dos descabellos, silencio. Estocada, silencio. César Jiménez (blanco y oro): Estocada trasera, silencio. Dos pinchazos hondos y descabellos, silencio. Confirmó alternativa Arturo Macías (blanco y oro): Estocada trasera con derrame, aviso y silencio. Estocada, ovación con saludos.

A finales del pasado enero hizo dos años que vi a Arturo Macías por primera vez en La México. Ayer confirmó su alternativa en Madrid tras ser asimismo confirmado aquella tarde en la capital azteca por José Tomás que le cedió los trastos un tanto frío, cubierto y distante. La primera impresión que tuve de Macías fue que tenía más de tremendista que de torero formal aunque también que podría hacer algo bueno con el capote y la muleta si los toros se prestaban. Triunfó grandemente aquel año en su tierra y, como siempre suele ocurrir allá cada vez que sale un torero capaz de emocionar, enseguida le calificaron de nueva figura del toreo mexicano. Sin embargo, viéndole arrimarse tanto con los torillos que allá se lidian, pensé que cuando viniera a España para enfrentarse a las reses de aquí en las plazas de primera, le costaría sangre, sudor y lágrimas hacerse un hueco mínimamente discreto.
Hasta llegado el importantísimo día de de su presentación en Las Ventas, había salido a cornada por corrida. Herido en Fallas y, nada más reponerse, de nuevo a la cama en Sevilla. Nada que ver, entonces, lo que a Macías le parecía tan fácil en su tierra y lo difíciles que se le han puesto las cosas en España, en donde le han dado muy serias aunque, por el momento, nada gratas oportunidades. Ayer, al menos, no tuvo que pasar por la enfermería aunque poco faltó. Digo todo esto sobre Macías porque lo sucedido ayer apenas revistió mayor interés que su incondicional entrega. En el toro de su doctorado madrileño quitó por espeluznantes y tropezadas gaoneras modernas del que salió ileso por milagro, Luego, en la faena fue cogido y zarandeado tres veces en su intento baldío de que el animal pasara por donde no pudo pasar. Muy valiente, desde luego, pero absolutamente impreciso y destemplado en la peor versión de su padrino Tomás. Pues Macías pareció tener todos sus defectos y ninguna de sus virtudes. Asustó al personal.
Me gustó más con el último aunque por venirse el toro muy a menos, lo que empezó bien y muy torero, terminó a brazo partido en un toma y daca, asimismo emocionante.
Y poco más que contar que merezca la pena, porque Miguel Abellán, que lleva doce años sin faltar a San Isidro, nunca termina de romper. Con la disculpa del viento, si se hubiera templado más con sus dos toros, les habría sacado más partido en sus intentos de gustarse sin resolver.
Y lo de César Jiménez, una desgracia más en su carrera. Tuvo que matar dos toros de distintos hierros que los titulares y nada de nada logró, por la invalidez que les hizo inservibles. Tarde, pues, para olvidar.
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EL QUITE DE DOMINGO
Paciencia: ya solo falta veintiséis

Paciencia: ya solo faltan veintiséis y va a haber unas cuantas corridas tan malas como la de ayer. Lo malo de la corrida de ayer es que todos sabíamos que iba a ser un desastre: los toros de Martelilla tienen buena clase, pero carecen de la fuerza necesaria para soportar la lidia. Son garantía de fracaso. Y así un año tras otro porque ganadería fija en San Isidro desde que rige la plaza Taurodelta. No es de recibo que una ganadería que ya ha protagonizado varios petardos sonados se la vuelva a anunciar. Y luego está el tema de la presentación: dos toros serios, dos muy chicos y, como postre en sexto lugar, la cabra Asunción. El sexto ha sido el toro más impresentable que he visto lidiar en Madrid en los últimos años. Con esos pitones playeros y esa canijez de eral. Apenas se protestó, pues la gente estaba muy harta, aterida de frío y quería acabar cuanto antes. Y que no me vengan con que el año ha sido muy malo, pues ese sexto rebasó todos los márgenes de tolerancia posibles. Se lo echan a una figura y arde Troya. La presentación de los toros este año está siendo de vergüenza.

La corrida fue un tostón insufrible. Abellán no pudo hacer apenas nada con su primero que era muy débil. A pesar de que se esmeró en cuidarlo, no sacó nada en limpio. El cuarto era pronto y repetidor, pero con el inconveniente de una embestida rebrincada por la poca fuerza. Había que ser un virtuoso de la técnica para saber sacar partido a este toro. Y Abellán, desde luego, no lo es. Lo mejor de Abellán una buena estocada al volapié.

Tarde negra la de César Jiménez, con un inválido absoluto y con un toro de cara por las nubes. Le va a costar a Jiménez un mundo volver a los carteles de postín. Y es que cuando un torero sale del star system, le es prácticamente imposible volver al oligopolio de los privilegiados.
Arturo Macías es de los pocos mejicanos que en estos últimos cuarenta años no ha hecho el ridículo en Madrid. Tiene poca clase, una técnica pobre y apenas conoce al toro español. Pero todas esas carencias las suple con raza y con valor. Como debe ser. Ni pudo con el manso primero ni aprovechó la bondad del desmedrado sexto. Pero se quedó muy quieto y se los pasó muy cerca. El valor tapa todas las bocas. Cuando le cogió el primero, ni se miró la ropa. Tiene lo fundamental: cojones. Lo otro ya lo irá adquiriendo.
Firmeza de Macías

Se libró de milagro



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