Urdiales y Aguilar apenas compensaron
una pesada y frustrante la goyesca
Por José Antonio del Moral
Madrid 2 de Mayo de 2010
Salvo la buena faena de Diego Urdiales al segundo toro del Conde de Mayalde del que podría haber cortado una oreja si no hubiera repetido con el descabello, y el muy largo trasteo con buen final de Sergio Aguilar frente al sexo del mismo hierro en el que, tras matar pronto y bien, dio la única vuelta al ruedo, el festejo resultó plomizo e interminable por el deslucido juego de la mayoría de los toros y la lenta premiosidad de la lidia que en esta plaza resulta insoportable. Con más que sobrada presentación, tres toros pertenecieron a la ganadería titular de Carmen Segovia y otros tantos a la mencionada de Mayalde. José Luís Moreno, que no pareció el del año pasado, anduvo por bajo del lote más potable y de sí mismo. Aguilar y Urdiales se estrellaron con el pésimo juego de sus otros toros
Madrid. Plaza de Las Ventas.
Domingo 2 de Mayo de 2010.
Tercera de feria. Corrida goyesca. Dos tercios de entrada en tarde soleada y agradable. Tres toros del Conde de Mayalde (primero, quinto y sexto) y otros tres de Carmen Segovia (segundo, tercero y cuarto). De imponentísima y más que sobrada presentación. Sobre todo los lidiados en la segunda parte del festejo. De los de Carmen Segovia, el segundo fue un bravucón violento en varas y noble por el pitón izquierdo; el tercero manso y muy venido abajo; y el cuarto, también bravucón, fuerte en varas y manejable aunque soso por el lado derecho. De los de Conde de Mayalde, el primero fue manso en varas y noble aunque sin clase por el lado derecho; el quinto, asimismo manso en varas y muy pronto venido a menos hasta echarse en plena faena de muleta; y el sexto, bravucón y muy manejable en la muleta.
José Luis Moreno (blanco y pasamanería negra): Estocada muy tendida y contraria que escupe, pinchazo hondo, estocada y descabello, aviso y palmas con saludos. Dos pinchazos, estocada caída y dos descabellos, aviso y silencio.
Diego Urdiales (canela y pasamanería negra): Buena estocada ligeramente atravesada y cuatro descabellos, dos avisos y fuerte ovación. Pinchazo echándose el toro varias veces hasta morir apuntillado, pitos en el arrastre del animal y silencio para el torero.
Sergio Aguilar (grana y pasamanería negra): Buena estocada, silencio. Estocada, petición insuficiente y vuelta al ruedo. A caballo destacó Manuel José Bernal. En la brega, la exactitud de Victor Hugo Saugar y la eficacia de Rafael Figuerola, que también brilló en banderillas.
Estas corridas goyescas como la de ayer que sólo lo parecen por la no siempre bonita ni elegante vestimenta de los actuantes y el desproporcionado volumen de las reses lidiadas, más dignas de la época de gran pintor aragonés que de los tiempos modernos, no tienen más razón de ser que celebrarse en la festividad del 2 de mayo y, últimamente, de la Comunidad de Madrid cuyas autoridades asistieron en pleno. Mejor sería que, en vez de tanto disfraz y una corrida tan tremebunda además de diezmada y recompuesta con dos ganaderías, se organizaran como lo que empezaron a ser cuando se inventaron. Corridas con reses de renombre para figuras del toreo.
Es cierto que en la que nos ocupa actuaron tres de los que en años anteriores más se han acercado al nivel que ansían pertenecer. Pero, viéndoles otra vez, mucho me temo que seguirán ocupando los puestos que todavía mantienen. Por unas cosas o por otras, no terminan de cuajar en lo que pretenden desde hace demasiado tiempo.
Claro que, en tal menester, quien más defraudó con respecto a lo que venía haciendo desde hace dos o tres temporadas, fue el cordobés José Luis Moreno a quien correspondió el mejor lote de la tarde en conjunto.
Con el noble por el lado derecho aunque sin clase primer toro, del Conde la Mayalde, vimos a Moreno excesivamente precavido en su indudable voluntad de agradar. Sin sosiego ni calma, quiso mucho y pudo poco pese los muchos muletazos que pegó por su mejor pitón, el derecho. Forzado y sudoroso terminó José Luis que tan sólo pareció ser él mismo en los últimos muletazos cambiados y ayudados del final de su faena.
La espectacularidad de su pelea en varas del bravucón y violento cuarto, uno de los de Carmen Segovia, no se correspondió con la manejabilidad que demostró en la faena de muleta en la que Moreno tampoco anduvo a gusto. Viéndole sufrir más que gozar, adivinamos que no anda lo que se dice sobrado de sitio en una temporada que le ha llegado para recoger una muy bien sembrada cosecha. Una pena porque en su tierra le esperan dos corridas claves de la próxima feria de La Salud, donde le será preciso triunfar si quiere continuar su progreso profesional.
Con el segundo toro, a Diego Urdiales le vimos acertado en la lidia, muy seguro y tan dispuesto como casi siempre que actúa en esta plaza de Madrid en donde tantas veces ha logrado encandilar a los aficionados que aquí siempre le ayudaron.
La faena de Urdiales tuvo una primera parte en la que hizo al toro, intentando y consiguiendo mejorar sus embestidas que rompieron a buenas. Bien colocado, con la mano siempre por delante, encajados los riñones y en casi todo muy templado, los muletazos en redondo que ligó tuvieron categoría. Y también los muy finos naturales y los adornos con que cerró la faena, rematada con un gran espadazo que, por algo atravesado, no tuvo efectos rápidos. Amorcillado el animal, Diego necesitó de cuatro golpes con el descabello para despenar al animal hasta escuchar dos avisos. Lo que hubiera sido una oreja bien ganada quedó en gran ovación aunque, al intentar la vuelta al ruedo que sin duda merecía, el grupito de siempre lo impidió con injustificadas protestas.
Diego Urdiales apenas pudo hacer nada, ni siquiera matar al quinto toro del conde de Mayalde. Un impresionante pavo con casi seis años de edad que terminó viniéndose abajo en la muleta y hasta se echó varias veces, incluso después del pinchazo que propinó el espada riojano, por lo que tuvo que ser apuntillado.
Sergio Aguilar es un torero con no pocos dones artísticos a más de tener un valor con el que ha conseguido éxitos en varias ocasiones. Ayer no tuvo suerte ninguna con su primer toro, que se vino muy a menos nada más empezar la faena de muleta que empezó con la mano derecha, sufriendo una colada al dar el segundo muletazo y lo mismo cuando intentó torear con la izquierda. Aguilar abusó del tiempo y prolongó innecesariamente un trastero que se hizo muy pesado.
Con su otro toro, de bastante mejor condición, aunque se acopló algo tarde consiguió lo mejor de su actuación y lo de más calidad del festejo con muletazos muy largos, muy templados y de muy buen gusto en la segunda parte del trasteo, admirable tramo que conectó a tope con los espectadores.
Al matar de buena estocada muchos pidieron la oreja que el presidente no concedió. Debieron dársela. Pero, al menos, Sergio Aguilar pudo dar la única vuelta al ruedo de la tarde.
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