El padrino Uceda leal cede los trastos ante El Capea
Por Domingo Delgado de la Cámara
09.05.2010
La corrida de ayer solo tuvo un toro de interés, el primero. Un poco blando, pero muy noble y con mucha clase. Frente a él, el confirmante Javier Cortés estuvo tan animoso como nervioso e impreciso. Después empezaron a salir inválidos uno tras otro. El Señor Presidente no devolvió ninguno. Se conoce que tenía prisa por ver el fútbol.
Madrid. Plaza de Las Ventas. Sábado 8 de Mayo de 2010. Tercera de San Isidro. Nublado amenazando lluvia. Lleno. Cuatro toros de Antonio Bañuelos, desiguales de presencia con un tercero impresentable. De nulo juego por su blandura, salvo el primero que fue bueno. Dos cinqueños (segundo y quinto), de José Luis Osborne, muy bien presentados pero sin nada dentro. El quinto era un inválido absoluto. Uceda Leal (guinda y oro): Saludos desde el tercio y silencio. El Capea (coral y oro): Pitos y silencio. Javier Cortés (de grana y oro), que confirmaba la alternativa, saludos en ambos. Antoñares y Zamorano banderillearon bien al cuarto y al quinto respectivamente.
Al llegar a la plaza la reventa estaba vendiendo entradas muy por debajo del precio oficial. Los reventas llevan un año espantoso. En Valencia y en Sevilla los días de corrida clave, cayeron esas cuatro gotas que ahuyentan a la gente y arruinan el negocio. En San Isidro hay mucha corrida basura de las de perder dinero... En una palabra, que la expectativa de ganancia se basaba en José Tomás, pero con la cornada de México se les ha fastidiado el negocio y me felicito por ello. No, por supuesto, por el dolor de José Tomás ni por la decepción de los aficionados, sino por la ruina de la reventa. Cuando tienen la sartén por el mango, los reventas van a degüello. Ahora que arreen.
Javier Cortés se encontró con un toro ideal para confirmar una alternativa. Pronto, noble, y con esa clase ingenua que tanto gusta a los toreros. De fuerza justito, de los que pasan con dulzura sin apretar. Un toro perfecto para un muchacho bisoño y poco puesto. Cortés mostró sus buenas maneras pero no se acopló al toro. Solo hubo acople en una serie con la mano izquierda. Durante el resto de la faena, el muchacho se empeñó en bajar la mano, tirando al toro en varias ocasiones. Además, toreó rapidillo por aquello de los nervios. Despacio y a media altura, el toro era de triunfo. Un problema de los toreros jóvenes es que llevan la faena hecha desde el hotel. Son víctimas de un concepto único y monocorde del toreo. Pero en vez de imponer un toreo hipotético por narices, deberían saber adaptarse a las condiciones de cada toro. El mejor torero es aquél que es capaz de aprovechar más toros. Se le escapó una buena oportunidad.
Al sexto, noble y de poca raza, le pegó una serie tan por abajo y tan castigadora que el toro se rajó y ya no quiso saber nada más. Después, estocada con volteretón. El público, cariñoso y ayudándole, le sacó a saludar tras los dos toros.
El resto de la corrida no existió. Salió una sarta de inválidos. Tercero, cuarto y quinto merecieron ser devueltos al corral. Se quedaron todos en la arena. Mucha prisa debía tener el Señor Presidente...
Para Uceda Leal la vida sigue igual. Mucho empaque, mucha prestancia, pero también mucho trallazo y mucho medio muletazo. No se acopló a la embestida de cara alta del de Osborne. Con el inválido cuarto nada pudo hacer. Un dato: en toda la tarde no se echó ni una sola vez la muleta a la mano izquierda y esta vez ni siquiera mató bien. Lo único bueno de Uceda, un quite al toro de Javier Cortés.
La corrida de ayer solo tuvo un toro de interés, el primero. Un poco blando, pero muy noble y con mucha clase. Frente a él, el confirmante Javier Cortés estuvo tan animoso como nervioso e impreciso. Después empezaron a salir inválidos uno tras otro. El Señor Presidente no devolvió ninguno. Se conoce que tenía prisa por ver el fútbol.
Madrid. Plaza de Las Ventas. Sábado 8 de Mayo de 2010. Tercera de San Isidro. Nublado amenazando lluvia. Lleno. Cuatro toros de Antonio Bañuelos, desiguales de presencia con un tercero impresentable. De nulo juego por su blandura, salvo el primero que fue bueno. Dos cinqueños (segundo y quinto), de José Luis Osborne, muy bien presentados pero sin nada dentro. El quinto era un inválido absoluto. Uceda Leal (guinda y oro): Saludos desde el tercio y silencio. El Capea (coral y oro): Pitos y silencio. Javier Cortés (de grana y oro), que confirmaba la alternativa, saludos en ambos. Antoñares y Zamorano banderillearon bien al cuarto y al quinto respectivamente.
Al llegar a la plaza la reventa estaba vendiendo entradas muy por debajo del precio oficial. Los reventas llevan un año espantoso. En Valencia y en Sevilla los días de corrida clave, cayeron esas cuatro gotas que ahuyentan a la gente y arruinan el negocio. En San Isidro hay mucha corrida basura de las de perder dinero... En una palabra, que la expectativa de ganancia se basaba en José Tomás, pero con la cornada de México se les ha fastidiado el negocio y me felicito por ello. No, por supuesto, por el dolor de José Tomás ni por la decepción de los aficionados, sino por la ruina de la reventa. Cuando tienen la sartén por el mango, los reventas van a degüello. Ahora que arreen.
Javier Cortés se encontró con un toro ideal para confirmar una alternativa. Pronto, noble, y con esa clase ingenua que tanto gusta a los toreros. De fuerza justito, de los que pasan con dulzura sin apretar. Un toro perfecto para un muchacho bisoño y poco puesto. Cortés mostró sus buenas maneras pero no se acopló al toro. Solo hubo acople en una serie con la mano izquierda. Durante el resto de la faena, el muchacho se empeñó en bajar la mano, tirando al toro en varias ocasiones. Además, toreó rapidillo por aquello de los nervios. Despacio y a media altura, el toro era de triunfo. Un problema de los toreros jóvenes es que llevan la faena hecha desde el hotel. Son víctimas de un concepto único y monocorde del toreo. Pero en vez de imponer un toreo hipotético por narices, deberían saber adaptarse a las condiciones de cada toro. El mejor torero es aquél que es capaz de aprovechar más toros. Se le escapó una buena oportunidad.
Al sexto, noble y de poca raza, le pegó una serie tan por abajo y tan castigadora que el toro se rajó y ya no quiso saber nada más. Después, estocada con volteretón. El público, cariñoso y ayudándole, le sacó a saludar tras los dos toros.
El resto de la corrida no existió. Salió una sarta de inválidos. Tercero, cuarto y quinto merecieron ser devueltos al corral. Se quedaron todos en la arena. Mucha prisa debía tener el Señor Presidente...
Para Uceda Leal la vida sigue igual. Mucho empaque, mucha prestancia, pero también mucho trallazo y mucho medio muletazo. No se acopló a la embestida de cara alta del de Osborne. Con el inválido cuarto nada pudo hacer. Un dato: en toda la tarde no se echó ni una sola vez la muleta a la mano izquierda y esta vez ni siquiera mató bien. Lo único bueno de Uceda, un quite al toro de Javier Cortés.
Fotografías: Doloresde Lara
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