(Notas del administrador)
Por José Antonio del Moral
¿Qué recordarán los aficionados de los últimos Sanfermines cuando pase el tiempo? En línea con lo sucedido en Madrid, muchos toros bravos, la mayoría desaprovechados por los diestros a los que correspondió lidiarlos, en su mayor parte de tercera, cuarta y quinta filas que fueron los que integraron demasiados carteles; de poquísimas buenas faenas como no podía ser menos; del petardo que pegaron las presidencias; y del absoluto desconocimiento de la mayoría de los espectadores que cada tarde llenaron la plaza. Las corridas de Fuente Ymbro y de Victoriano del Río, fueron las que mejores resultados dieron, y la única gran faena fue la que hizo Julián López El Juli al segundo toro de ésta última pese a que una estúpida presidencia le negó la segunda oreja cuando antes y después de la inadmisible afrenta, concedió dos apéndices a labores infinitamente menos importantes.
¿Qué recordarán los aficionados de los últimos Sanfermines cuando pase el tiempo? En línea con lo sucedido en Madrid, muchos toros bravos, la mayoría desaprovechados por los diestros a los que correspondió lidiarlos, en su mayor parte de tercera, cuarta y quinta filas que fueron los que integraron demasiados carteles; de poquísimas buenas faenas como no podía ser menos; del petardo que pegaron las presidencias; y del absoluto desconocimiento de la mayoría de los espectadores que cada tarde llenaron la plaza. Las corridas de Fuente Ymbro y de Victoriano del Río, fueron las que mejores resultados dieron, y la única gran faena fue la que hizo Julián López El Juli al segundo toro de ésta última pese a que una estúpida presidencia le negó la segunda oreja cuando antes y después de la inadmisible afrenta, concedió dos apéndices a labores infinitamente menos importantes.
Y como lo acontecido respecto al comportamiento del palco presidencial y del público, tanto las peñas como los espectadores de sombra, fue nefasto, habrá que recomendar a quienes corresponda que tomen medidas si no quieren que esta feria pierda el prestigio que tuvo. Ello añadido al cada vez más incivilizado comportamiento de las ya insufribles peñas que inundan los tendidos de sol sin dejar de armar ruido ensordecedor y casi siempre desentendidos de los que acontece en el ruedo. No hay más que oír a los que la vieron por televisión. Todos han coincidido en afirmar lo que decimos.
Los pocos que llevamos más de cuarenta años yendo a los Sanfermines, somos los que más nos echamos las manos a la cabeza con lo sucedido. Y, sin embargo, cuanta alegría y satisfacción nos sigue dando que en la Plaza Monumental de Pamplona continúen saliendo toros magníficamente presentados, realmente bravos y de gran calidad en sus embestidas. Lo mismo que lamentamos cada año más que la mayor parte de estos toros se fueran sin aprovechar, sencillamente porque quienes los mataron, o no podían torearlos como merecieron a sabiendas de todo el mundo que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, o que el mal momento que atraviesan algunas figuras lo impidió, con lo que ello significa para su prestigio.
Como sobre todo El Cid y en parte Sebastián Castella. Dio pena comprobar en qué situación se encuentran, si bien es cierto que el sevillano lleva dos temporadas más que preocupantes, mientras que el francés aún goza de predicamento. Categoría alcanzada por ambos con tanto merecimiento como en esta temporada más o menos perdida, aunque al de Salteras ya le han echado el ramal la mayor parte de la crítica, mientras el francés quizá sea el más sobrevalorado cuando, curiosamente, los mismos que ahora le apoyan incondicionalmente, antes le negaban el pan y la sal.
El mal comportamiento del público pamplonica deviene de la desorientación que provoca el voluble comportamiento de las presidencias y la mala formación taurina que padecen. La peor crítica de España es la de los diarios locales, así como el más nulo conocimiento de la materia taurina es el de los munícipes que presiden cada corrida, bien es verdad que en la mitad de los festejos asesorados por un individuo que se las da de gran conocedor y no pasa de topiquero. Ya sabemos que los concejales y concejalas del Ayuntamiento de Pamplona presiden por tradición y que su autoridad es meramente simbólica. Pero que sujetos como el ya tristemente famoso señor Usechi, continúen ejerciendo de asesores, es una sinrazón inadmisible.
De ahí que la mejor y hasta diría que la única gran faena que se ha visto en la pasada feria - la de El Juli con el segundo toro de Victoriano del Río - se premiara con una sola oreja mientras que otras de bastante menor nivel como las de Joselillo al sexto toro de Dolores Aguirre o la de Sebastián Castella al mejor de Jandilla obtuvieran dobles apéndices, ha supuesto una injusticia irreparable. Me uno a pedir la destitución del señor Usechi que de ninguna manera debería subir más al palco presidencial.
Por lo demás y aparte los mencionados, cabe destacar también a varios excelentes toros de otras ganaderías: uno de Peñajara, otro de Dolores Aguirre y dos de El Pilar, uno de ellos el que propició el triunfo de El Fandi, segundo en méritos de esta feria tras El Juli. Estas corridas y sus toros más bravos, no pudieron ocultar el pésimo juego que, una vez más, dieron las de Cebada Gago y la de Miura – hay que darlas vacaciones – y la peor presenta de Jandilla que desmereció muchísimo del conjunto de las lidiadas.
También hay que lamentar las ausencias en esta feria de tres toreros que voluntariamente no quisieron participar: Enrique Ponce, que ya decidió no volver más a Pamplona desde hace dos años tras dieciocho sin faltar a una plaza que, dicho sea de paso, nunca fue de su agrado; Morante de la Puebla, triunfador de la feria el año pasado; y José María Manzanares, ignoro por qué razón. Una pena, porque tal y como está el actual escalafón, ninguno de estos tres debería faltar en los ciclos importantes. Ponce, porque pese a lo que se le está intentando tapar como ni no existiera, es el que últimamente más grandes faenas lleva realizadas. Morante porque como artista no tiene parangón. Y Manzanares porque de las más jóvenes figuras es el mejor con notable diferencia.
Y es que del grupo de toreros que hace dos años parecía iban a provocar el relevo en lo más alto del escalafón, tan solo El Fandi y Manzanares continúan en el sitio conquistado y en progreso, cada uno en el estilo y las formas que les caracterizan. Aparte los ya mencionados Cid, Castella y Perera, que de estos tres es el único que resiste, ya me dirán ustedes qué podemos esperar de los Talavante, Curro Díaz, Miguel Tendero y Rubén Pinar aunque este último es el que más parece dispuesto seguir avanzando.
La gran temporada prosigue ya imparable en Francia con el primer e inminente gran ciclo del Sur Oeste de Francia, Mont de Marsan, y con los próximos de Valencia, Santander, El Puerto, Huelva y Vitoria, inmediatamente anteriores a las semanas grandes de San Sebastián y Bilbao que este año coinciden con las de Málaga y Almería. De todas ellas les seguiremos informando.
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