Por Agencia EFE – hace 9 horas
San Sebastián 19 ago (EFE).- Una oreja cortó Miguel Ángel Perera, hoy en San Sebastián, por una faena escasa, aunque en la siguiente pudo llevarse dos si mata bien, en una tarde cuyo protagonismo lo alcanzó también por el escaso relieve de los otros dos alternantes, "Morante" y Pinar, desdibujados.
FICHA DEL FESTEJO.-
Toros de Zalduendo, aceptablemente presentados, bajos de raza y justos de fuerzas, y de juego desigual. El mejor, el quinto, el único que duró. Segundo y sexto también "sirvieron", pero viniéndose abajo.
José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo y estocada desprendida (silencio); y dos pinchazos y estocada (silencio).
Miguel Ángel Perera: estocada trasera (oreja); y pinchazo, estocada corta y tendida, y descabello (gran ovación tras dos avisos).
Rubén Pinar: estocada desprendida (ovación); y pinchazo y bajonazo (palmas tras aviso).
En cuadrillas, Joselito Gutiérrez se desmonteró en el segundo.
Al finalizar el paseíllo, sin haber roto filas las cuadrillas, se leyó un manifiesto de los profesionales del toreo en solidaridad con la Cataluña taurina, que el público acogió con una prolongada ovación.
La plaza tuvo tres cuartos de entrada, con la capota cerrada cuando fuera del recinto hizo muy buen tiempo, de modo que el clima resultó asfixiante por momentos, por el calor y por el humo del tabaco.
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PERERA, INTESIDAD A MEDIAS
Perera se llevó el gato al agua con el mejor lote, o con el menos malo para ser exactos. Un triunfo a pesar de todo poco convincente. Una oreja "baratita", pues le faltó mucho a la faena. Fue en su primero. Y habría que precisar que en el siguiente la cosa resultó bien distinta, ya que su toreo, de mucha altura, sin embargo, se quedó en nada por el fallo a espadas.
Humilló su primero, con el que llegaría a dibujar dos apuntes con el capote de exquisito trazo. Pero el toro, ay, el toro, venía picado sin picar. Perera tropezó en un exceso de confianza, cayendo en la cara, y el volteretón fue impresionante.
Recuperado entre barreras, ya no se iba a doler más el torero, y tras recomendar a su gente una ligerísima suerte de varas, y apoyándose también en el buen ambiente que dejó Joselito Gutiérrez por sus dos pares de banderillas de mucho garbo y exposición, entró en faena con premura, antes de que se agotara lo bueno pero poco que aparentaba el toro.
Faena cortita, por tanto, y de intensidad a medias. Muletazos por abajo, suaves, limpios y seguidos. Las tandas lo más reducidas posible en número para dejar los oportunos desahogos al escaso animal, que iba acortando el viaje y parándose cada vez más. No hay que decir que la faena, también a menos.
Faltó un epílogo con algo más colorido, que aún siendo accesorio hubiera justificado más el trofeo final. Aunque fue suficiente teniendo en cuenta la bondad del público donostiarra.
Donde Perera estuvo bien fue en el quinto. El toro mejor hecho del envío, y en consecuencia el que más y mejor embistió. No obstante, mansito en el caballo, todavía en la apertura de faena fue probón, escarbó con la cara entre las manos y dudó antes de echarse para adelante.
Aquí funcionó el temple del torero desde el primero momento, muy suave, enganchándolo adelante para llevarlo hasta muy atrás, y aunque en los primeros compases hubo poco ajuste, poco a poco la línea recta se fue curvando, es decir, empezó a pasárselo más cerca conforme avanzaba el trasteo, ya a partir de ahí siempre a más, en perfecta demostración de mando, poderío y arrogancia.
Quizás sobró el parón final con el toro ya moribundo. Sonó un aviso, pero como andaba tan a gusto el torero, y tan entusiasmada la gente, todavía hubo manoletinas muy a modo.
Todo preparado para una oreja de peso, o quién sabe si dos, cuando se cruzó un pinchazo. Faltó también contundencia en el siguiente envite al dejar una estocada corta y tendida, y como todavía vino un segundo aviso, y aún más, un descabello, agua de borrajas. Ovación de gala, pero sólo eso. Al toro también le acompañaron los aplausos en el arrastre.
De "Morante" se esperaba todo, por los siseos de expectativa en los previos a sus intervenciones. Pero nada.
El que abrió plaza, escasísimo de todo, llegó a la muleta defendiéndose, rematando con la cara arriba. Hubo muletazos tropezados, consecuencia de un planteamiento de faena donde de antemano el esfuerzo del torero fue nulo.
Más de lo mismo en el cuarto. Muchos lances, y sólo uno que valiera la pena. No se desplazó el toro en la muleta, mientras "Morante" tampoco salía de las dudas. Tardo el toro, remiso el torero, ambos a la defensiva.
El primero de Pinar, otro que se vino pronto abajo, como le ocurriría al propio torero. Cortito de embestida, el animal aparcó de salida la voluntad de embestir. Y Pinar terminó también aliviándose a sí mismo.
El sexto, dudando mucho entre pase y pase, cuando se arrancaba tampoco terminaba de pasar. Pinar le robó muletazos de uno en uno, pero sin ton ni son. Una faena deslavazada. Toreo de poco fuste, cuyo planteamiento de abajo a arriba, al revés, lo dice todo.
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