lunes, 6 de septiembre de 2010

PONCE CON SU ABUELO

FOTOGRAFÍA: DOLORES DE LARA
Enrique Ponce es un ejemplo de precocidad en el toreo. Siendo un niño de ocho años, su abuelo Leandro Martínez, que también quiso ser torero e inculcó a su nieto la afición por el toreo, le lleva a torear su primera becerra. Un año después, con sólo nueve, mata su primer becerro.

Su primera actuación en público se produce en Chiva en un festival benéfico cuando tan sólo tiene 10 años. Posteriormente participa en el concurso ‘Monte Picayo busca un torero’, donde todos los presentes quedan impresionados por la inteligencia, el desparpajo y el arte de un niño que a tan temprana edad ya se perfila como un superdotado de la Tauromaquia. Como triunfador de Monte Picayo, torea una becerrada en Valencia y sale a hombros por la puerta grande.

Además del abuelo Leandro, Enrique Ponce, nacido en Chiva (Valencia) el 8 de diciembre de 1971, tiene antecedentes taurinos en la figura de su tío- abuelo, el matador de toros valenciano Rafael Ponce ‘Rafaelillo’.

Otra prueba de su precocidad es que a los diez años ingresa en la Escuela Taurina de Valencia y que a los doce, y ante la dificultad para torear en su zona, viaja a Jaén, donde torea un festival en Castellar de Santistéban. Allí conoce al que todavía es su apoderado, Juan Ruiz Palomares y debuta de luces en Baeza el 10 de agosto de 1986.

Jaén es clave en la forja del niño torero porque le abre la posibilidad de torear mucho en el campo y participar en festejos sin picadores que se organizan en la zona. Ponce aprende bien el oficio y se prepara para la siguiente etapa de su carrera.

Son solo dos años la primera vez que torea de luces del debut con picadores, que tiene lugar en la plaza de Castellón el 9 de marzo de 1988 con novillos de Bernardino Píriz y Curro Trillo y José Luis Torres en el cartel. Esa tarde se muestra como un novillero con futuro y esa misma temporada se presenta en plazas de gran responsabilidad como Sevilla y Madrid, donde torea por primera vez el 1 de octubre de 1988. Esa temporada gana el Zapato de Oro de Arnedo, premio de gran prestigio entre los novilleros.

El nombre de Enrique Ponce suena con tanta fuerza en su primera temporada como novillero que en la siguiente de 1989 ya lidera el escalafón menor con 59 novilladas. Enrique Ponce prueba la sensación de ser el primero, lugar del podio del que no ya no querrá bajar a lo largo de su dilatada carrera taurina.

No hay comentarios :

Publicar un comentario