Por Javier Adrados
Director de "El Albero"
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Fue el comienzo del 2007 un tiempo plagado de sobresaltos para la Fiesta que se ve acosada desde diferentes frentes. El toreo se ha convertido en chivo expiatorio de unos poderes públicos que intentan tapar algunas vergüenzas con cortinas de humo envueltas en artera demagogia, claro que de éstos también tenemos algunos dentro de la Fiesta.
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Pero, para sorpresa de muchos, la reacción, frágil, tardía e incompleta, si se quiere, está ahí. Las partes más afectadas: empresas, profesionales, aficionados, ganaderos, periodistas taurinos y cronistas han visto las orejas al lobo y empezaron a movilizarse.
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Tras la declaración del Parlament Catalán y algunos otros Entes en América Latina, las Asociaciones, Federaciones y/o Plataformas de defensa de la Fiesta, se encargan de la coordinación de reuniones y asambleas; con especial énfasis en sus hondas raíces histórico-culturales.
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Los aficionados, entre tanto, anatomizados por el dogma de lo políticamente correcto, viven su particular vía crucis, soportando reproches, cuando no insultos y agresiones, ya sean de los llamados “ecologistas” como de los políticamente correctos, crecidos por las actuaciones de una clase política más pendiente de trivialidades que de la real problemática de los ciudadanos.
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Todo ello, junto o separado, ha servido para despertar conciencias taurinas aletargadas e instaladas en un complaciente “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Algunos, por un efecto acción-reacción, empezaron a “salir del armario” de su afición, para sorpresa de la mayoría.
Pero siendo esto importante, lo que parece imprescindible es que las Asociaciones, Federaciones y/o Plataformas Taurinas creadas para la defensa de la Fiesta, hagan honor y continúen moviendo todos los palillos para la consecución de los objetivos y entre ellos el Ente Corporativo que agrupe a todos los estamentos de la fiesta incluidos los aficionados y con ello, se conforme La Confederación Internacional que aglutine a todos los países taurinos.
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De todo se deduce que el mundo del toreo se mueve. Habrá algunos que dirán aquello de “a buenas horas mangas verdes”, que ya es tarde. Quizás tenga razón en algunos aspectos, pero muy cierto es que con derrotismo y conformismo poco, o nada, conseguimos. La Fiesta, necesita una regeneración, que, sin renunciar a su sentido mágico, litúrgico y ritual, ese que lleva a un hombre vestido con lentejuelas, medias rosas y zapatillas de ballet a enfrentarse a un animal telúrico, noble y fiero, sin más armas que su inteligencia y un trozo de tela rosa o roja, sea capaz de incorporar las nuevas sensibilidades, huyendo de arcaísmos que son una rémora.
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El futuro de la Fiesta está en nuestras manos. El mundo taurino, asediado, incomprendido y menospreciado, incluso por algunos taurinos, tiene que empezar a dar pasos para llegar a lograr ser respetado y aceptado. La unión hace la fuerza.
Quizás es que la necesidad agudiza el ingenio.
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Las corridas de toros cuentan con la singularidad, importancia y trascendencia en su espectáculo que no tiene similaridad con ningún otro, que ha resonado en todo el mundo y que, dentro de las dimensiones de la historia en los últimos siglos, significa una realidad de primer orden.
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“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla.....así pues, las corridas de toros........ son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos”. (R. Pérez de Ayala)
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¡QUE DIOS REPARTA SUERTE!
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