Por Dolores de Lara
Hay miradas que enamoran, que hieren, que reviven…
Pero sobre todas ellas, hay miradas de madre, como la de estas dos madres:
la Madre que nos dio el Ser y la Madre Celestial,
que le contemplan dulcemente, con el infinito amor que todo lo puede,
dándolo todo sin esperar nada a cambio.
Antonio Meño Ortega era un joven con los anhelos de su edad
que, por culpa de la fatalidad, quedó postrado en una cama de por vida.
Pero sus madres, la del cielo y la terrenal, siempre velarán por él.
Querida Amiga!!! Enhorabuena.
ResponderEliminarQué foto tan bonita y cómo recoge el sentimiento de una madre, al igual que el que tú pones en todas tus obras.
Genial, Dolores!!!!