Por J. Campos
Fotografía: ©Dolores de Lara
Fin de semana con claro sentimiento religioso tras la visita del Papa Benedicto XVI a las ciudades de Santiago de Compostela y Barcelona. En la primera de ellas, fue recibido por los Príncipes de Asturias, Vicepresidente del Gobierno de España y demás autoridades de la ciudad, trasladándose posteriormente a la Catedral de Santiago donde oficio la solemne misa, y pudo apreciar in situ el vuelo del “Botafumeiro”, al que previamente el propio Papa había rellenado de incienso.
La apretada agenda de Su Santidad le marcaba su siguiente etapa, la ciudad de Barcelona, donde a última hora de la tarde fue recibido a pie de escalita del avión donde llegaba, por el Presidente de la Generalidad de Cataluña, José Montilla. Tras pasar la noche en la Ciudad Condal, a primera hora de la mañana, donde fue saludado por los Reyes de España, políticos y demás autoridades, se trasladó a la Catedral de la Sagrada Familia, obra el genial arquitecto Antonio Gaudí, donde oficio la Santa Misa rodeado de un numeroso séquito eclesiástico, teniendo como principal cometido la consagración de la catedral, en un ritual lleno de solemnidad y pocas veces visto.
Una vez acabada la ceremonia, desde uno de los miradores exteriores, a modo de púlpito, saludo al numeroso público congregado, al que impartió su bendición.
Nada más terminar de despedirse de las autoridades, se desplazó en su “papamóvil” por las calles de la ciudad dirigiéndose hasta su lugar de descanso, reponer fuerzas, y emprender su viaje de vuelta al Vaticano.
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