Por Víctor Arrogante
Fuente: TABACO Y ORO
01 Feb 2010
Van marchando los carteles que conformarán las grandes ferias. Junto a la chimenea, el torero sueña e imagina lo que le deparará la temporada. En el campo, las becerras que han cumplido los dos años, son tentadas con el fin de revelar su grado de bravura. Valdemorillo, un año más, será para muchos la primera cita, mientras testigos, las primeras cigüeñas, sobrevolaran las tierras castellanas.
Ni el mismísimo Nostradamus podía imaginar que hace casi veinte años, en ese mismo pueblo de la sierra madrileña, aquel chavea que se presentaba vestido de grana y oro, se iba a convertir en el máximo exponente del torero actual. Torero capaz de variar el rumbo al toro con un pequeño toque, apto para superar lo tangible, lo estable, lo conocido. No se puede describir mejor que como lo hace el guitarrista flamenco Vicente Amigo, “torero capaz de despertar sentimientos dormidos”.
Quizá, dentro de 20 años, alguno de los toreros anunciados este año, alcanzan la misma dimensión que ha alcanzado este matador. No me gustan las apuestas, y menos las profecías, simplemente haciendo un repaso al cartel, me quedo con Arturo Saldivar, torero que gasta un valor y una templanza muy a tener en cuenta. Vamos, que tiene el toreo metido en la cabeza.
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