Por Julia Sáez-Angulo
El castillo gótico- mudéjar de Castilnovo (Segovia) es el empeño y la pasión de un empresario hispano-mexicano, José Gárate Murillo (Madrid, 1933), que lo adquirió en los años setenta para crear la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo y dotar de sede a sus diversas colecciones de arte. José Gárate reside entre Madrid y México DF.
Los orígenes del Castillo, de planta irregular, se remontan al 755 como torre vigía de la conquista árabe de la península Ibérica, si bien ha pasado por sucesivos e ilustres propietarios como Don Álvaro de Luna, que ha dejado la impronta de su escudo en diversos puntos de Castilnovo y los Reyes Católicos –que pernoctaron en él y lo regalaron a una sobrina, de la familia de los Velasco, como dote de bodas.
En una cabalgada de siglos, el Castillo llegó hasta el pintor romántico José Galofre (1826-1894), por lo que buena parte de la gente de la zona circundante lo denomina el Castillo Galofre. Posteriormente fueron los marqueses de Quintanar sus propietarios y posteriormente, siendo aún propietarios los marqueses de Quintanar, llegó el deterioro y la decadencia del edificio.
José Gárate adquirió Castilnovo, declarado monumento nacional en 1931, y comenzó su restauración y nuevo esplendor. En el Castillo se albergan diversas colecciones que se irán distribuyendo en sucesivos museos y que ahora se muestran en diversos espacios de la fortaleza.
Más de un centenar de cuadros del pintor Manuel Mampaso (Ferrol, 1924 - Madrid, 2001) se exhiben en una de las salas nobles de Castilnovo. Se trata de una colección que, presidida por un autorretrato del pintor, recorre todas las etapas y estilos del artista: desde la pintura crítica de los 60 hasta la posterior neo-mudejar, pasando por los retratos. Recordemos que Mampaso era un gran dibujante e ilustrador de personajes en el diario ABC.
Las colecciones de la charrería mexicana se pueden contemplar en un museo próximo al Castillo y en entre ellas se pueden ver sillas de montar, espuelas, trajes y ornamentaciones de plata, grandes sombreros, fotografías de los años 1920... Una amplia documentación sobre este aspecto de la vida de los charros mexicanos. La colección de artesanías españolas y mexicanas será otro de los museos de la Fundación.
La capilla y la colección iconográfica de la Virgen de Guadalupe, tanto la mexicana como la española, es un recinto singular que alberga decenas de imágenes que van desde la pintura, la escultura y objetos artísticos a los souvenirs más populares. El Ayuntamiento de Madrid ha expuesto recientemente una selección de estas piezas en el Centro Cultural Príncipe de Asturias de Ciudad Lineal. Jesús Casla ha escrito un ensayo sobre la Guadalupana en uno de los diecisiete libros que ha publicado la Fundación Castilnovo.
Bronces taurinos, armas, cristales, soldaditos de plomo...
Los bronces taurinos son otro capítulo importante de las colecciones y, entre las piezas, pueden verse ejemplares de Luís Sanguino, Cuevas, Nacho Martín y otros escultores que han representado la Tauromaquia en todas las suertes del toreo, así como encierros con garrochistas.
Las armas blancas son otro campo extenso de las colecciones de la Fundación, así como las maquetas de barcos, los cristales de la Granja y de Palma o la numismática con la célebre moneda de “Adelita” o los seis mil soldaditos de plomo con los que se podrían montar numerosas batallas de la historia... Más de 700 carteles de cine mexicano, entre ellos los de las películas de Cantinflas que se expusieron recientemente en Madrid, se suman a este desfile de colecciones.
La Biblioteca –todavía una parte en obras- acoge a su vez las bibliotecas del historiador Marques de Lozoya, rica en arte, y la del presidente de México Miguel Alemán (el primer civil después de la Revolución Mexicana). Dos pinturas que representan mujeres ilustres presiden la entrada al docto recinto: Sor Juana Inés de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, un cuadro de la pintora Irene Iribarren. Siempre la balanza entre España y México que José Gárate ha querido unir en Castilnovo.
También a través de los campamentos de verano en los que doscientos niños españoles y mexicanos conviven en el lugar durante dos meses. El segundo fin de semana de junio, Castilnovo organiza un festival gastronómico-folclórico hispano-mexicano, que congrega a una gran multitud de visitantes en torno al Castillo, procedentes de muchos lugares.
En total, cinco mil metros cuadrados útiles en Castilnovo para acoger todos estos tesoros artísticos y documentales, que bien merecen una pronta museografía para ordenar y articular las colecciones en torno a un discurso coherente y evitar algunas mezclas no muy afortunadas. La conservación de las piezas requiere igualmente una exigencia mayor, ya que se sufre al contemplar algunos documentos y fotografías expuestas a luxes excesivos o bruscos cambios de temperatura, algo que puede suplirse con simples facsímiles y guarda en archivos.
Por lo demás, sólo elogios merece esta sucesión de piezas artísticas, reunidas con pasión de coleccionista por José Gárate, un empresario que ha puesto buena parte de su fortuna en este empeño para estrechar las relaciones entre los pueblos de España y México, quizás para tratar de ganar el tiempo perdido
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