Se te vio en chiqueros, que tu eras un torito bueno, de bella estampa, noble y con bravura. En la Monumental de Las Ventas, demostraste tu valía. El aficionado disfrutó ante tu majestuoso paseo.
El gentío se sobrecogió al ver tu embestida corajuda al caballo y al caballero Salguero que lo montaba… en aprietos lo pusiste.
Y cuando el espigado Talavante te citó, acudiste presto, sin dilaciones, hacia un capote de grana y oro que te esperaba.
Toro y torero sellasteis vuestra unión en matrimonio, sobre la rojiza arena del redondel. Se gritó: “¡olé, olé y olé!”.
Que corta se hizo la tarde cuando Alejandro se cuadró delante de tus astifinos cuernos.
La suerte echada está. Humillando con bondad amigo Cervato, hiciste que los pañuelos anegaran la plaza y permitieses al torero extremeño salir a hombros, entre la admiración y el delirio.
Por AURELIO HERNÁNDEZ /FOTOGRAFÍAS:©DOLORES DE LARA
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