Por Antonio D. Olano / Fotografías: ©Dolores de Lara
Deja que la gente diga…Y, para reforzarlo, otra frase célebre. “Calumnia, que algo queda” Y los de la Fiesta viven entre el clamor y el rumor. Provocados y fomentados desde el albero hasta los medios de comunicación. Todavía no existían las alegres comadres del chismorreo y sus funciones corrían a cargo de las gentes “del ambiente”. Las víctimas propiciatorias y en muchas ocasiones instigadoras, eran y siguen siendo los toreros. Y el público del chismorreo se conformaba difundiendo su secreto suplicando:
- Esta confidencia ni se la digas a nadie….
- No te preocupes, te prometo que se enterará toda España…
La supuesta homosexualidad de los de luces era otro de los secretos a voces. Porque el morbo sexual siempre ha sido un aliciente más que no corre, sino vuela,
Un gran aficionados, a los toros, a su familia, al flamenco y a la amistad se llama Carlos Perera, industrial y gran parón del yate anclado en tierra y llamado “Txoco Zar”, corazón gastronómico del Madrid de los Austrias vecino de “Ciriaco” y del hogar de los legionarios en cuyos fogones se hace un cocido de diez vuecos y Marcha legionaria, que merece competir con los muy taurinos “El Charolés” esculariense, “Lhardy” que sigue siendo el milagro de Milagros o de “Malacatín, huérfano de Isidro y de Florita.
Perera, nada que ver con ese buen diestro de igual apellido y devoción de Carmencita, de los Franco de toda la vida, además de regalarle su primer “peluco” a “El Juli” , flor de vanidades y bravo toreo, conoció a toreros de dinastía, verbigracia, los Ordóñez, de toda la vida, claro está.
Le preguntó al patriarca de una de esas familias, toreros de toda la vida, si su floreciente hijo era “maricón· y el pater suyum le respondió:
No lo se; pero se arrima mucho…
Toda esa clase de rumores envolvió la historia de José Ortega Cano desde que cambió el melonar por los vestidos de grana y oro. Llovieron los cometarios en torno él, como los pimientos de Padrón, unos ciertos y otros no. Primero es necesario compadecer al torerillo y hay que rebuscar en su precariedad económica. El cartagenero vende churrros en Vallecas, compañero de un amigo suyo que vino de constructor desconstruido. ·El pocero”
Con los “jayeres” de las porras y churritos calientes, se pagaba las clases en una academia de baile porque su vocación estaba más cerca de Antonio que de “Antoñete”.
Después toma lecciones golfas de toreo en San Sebastián de los Reyes; pero se gana la vida vendiendo, en puestos callejeros, melones a cata y prueba. Deja el mono de faenar en un avión “golfo”, que era el más barato, se presenta en Barcelona y apresuradamente se viste de luces en un hotel de toreros-.Y..a tomar la alternativa. Éxito y otro vuelo nocturno que, de madrugada, hay que volver a bombardear Madrid con las bombas dulcísimas de Villaconejos.
Como contados y renombrados torerillos de esto, su gran triunfo acaece en verano y en la “Monumental”. De allí, otros salieron figuras, Paco Ojeda y “El Cid”.
A Ortega lo promociona los Amestoy, Ana María está a punto de convertirse en la segunda mujer-apoderado. (La primera que dirigió parte de la carrera de “Mondeño”. En el restaurante de Torrejón que lleva el nombre de un torero, “Vaquerín” celebramos las conspiraciones orteguianas. Ana María trata de convencerle que se aparte de los naipes, ruina de docenas de toreros que, en su estancia en América y toreando cada ocho días, vuelcan su tiempo de descanso jugándose los bolívares. Ortega casi se olvida de la baraja cuando empieza a ganar fortunas. ¡Solo arriesgan sus dineros los que no los conocen todavía.
Se habla, como de diversas figuras del “refulgente”, de la tentación de las drogas. Si hay coletudos “colgados” pero todavía no se ha conocido a ningún “yonqui”. Ortega esta en sus cabales.
Se habla de “tendencias sexuales” Yo soy testigo de sus dos grandes amores: una hermosa y empresaria inmobiliaria y a Rocío Jurado.
Yo fui testigo del discurrir de esas dos pasiones. Como lo he sido, durante muchas temporadas, de las giras taurinas de uno de los toreros más grandes que he conocido jamás como es Ortega Cano, no es uno m-ás sino que ha sido algún largo tiempo “el más”. Con su cruz a cuestas y su cuerpo cosido a cornadas.
La última, ojalá que sea la última, en la carretera. La conspiración de los necios se ha puesto de acuerdo contra él- Ganan y reparten dineros los chismosos y calumniadores “de luxe” y programas semejantes. Se afirma que conocen la afición del torero por los caldos espirituosos. ¡Mentira!.Ortega, que condujo millares de kilómetros viajando de plaza en plaza, jamás tomaba alcohol en sus descansos viajeros.
Sobrero, de ala ancha que es lo que está de moda, para Antonio David (ex yerno de Rocío Jurado y para el caballero Rafael Corbelle
que salieron en defensa de Ortega Cano. Trágico accidente el suyo.la estadística de víctimas de la carretera solo se da un accidente, el suyo”
Proliferan las vecindongas y embusteros que afirman que, vista la velocidad que llevaba el vehículo, lo denunciaron el día de la tragedia
Es decir, que salieron a la carretera con radares medidores de velocidades y con alcoholímetros.
Yo. Muchos años de mitad y de viajes con Ortega Cano, jamás lo vi beber. Salvo discretamente en algunas reuniones puntuales.
Soy testigo del fervor que despertó en toda España, en Francia, en América..Le respetaban los mejores escritores taurinos o no taurinos. Cuando toreaba, en el callejón de Nimes, ocupaba burladero Jean Cau, que debería ser recordado en todas las plazas españolas por cuanto, y bueno, hizo por España y su fiesta. Claro que, como Ortega, quisieron que comiese el pan ácido de la ingratitud.
Conocí, día a día, hora a hora, la evolución del estado, gravísimo, de mi amigo el torero. Olvidé mi condición de periodista, fui amigo, para mi no estaba en la agenda de mis informaciones. Aniceto, su cuñado y fiel valedor y amigo, Aniceto, que me facilitaba el pertre diario que yo huía de escuchar en los vertederos mayormente televisivos.
Recuerdo, más que nunca, sus dos maravillosas familias. Su madre, mater amorosa y su mujer, artista gloriosa, dos corazones grandes, están en mi recuerdo. Espero que junto a sus dos hijos y sus amigos, digamos un cercano día que:
“Estamos tan agustito”.