miércoles, 31 de agosto de 2011

ALTERNATIVA Y MINUTO DE SILENCIO EN LA PLAZA DE TOROS DE COLMENAR VIEJO

©Dolores de Lara   Por Aurelio Hernández

 Reportaje gráfico:©Dolores de Lara

Colmenar Viejo (Madrid) 30-VIII-2011 - Juan Carlos Rey, tomaba la alternativa sustituyendo a Iván Fandiño en la tarde del 30 de agosto del 2011. Fecha tristemente recordada por la trágica y final cogida que se llevó al cielo al angélico torero “Yiyo” hace 27 años en esta misma plaza. 

 Iván Vicente corta una oreja. Iván, nos demostró su valor y su buen hacer frente al toro.

Víctor Puerto, bien poco se pudo lucir: entre los toros de su lote que no tenían nada que desear y su restablecimiento aún en capilla, poco pudo hacer.

El público se mostró duro e inhumano con él. Víctor: todo taurino que se precie como tal, sabe que viene siempre a dar el todo por el todo. Pero, donde no hay jabón no puede salir espuma.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Ángel Luis Peña, buena estampa, mansos y deslucidos a la hora de la lidia, donde los toreros poco lucimiento pudieron tener.

Víctor Puerto, silencio y silencio. Iván Vicente, oreja y ovación. Juan Carlos rey, ovación y oreja.

PASES Y ANÉCDOTAS DE ESA TARDE

 ©Dolores de Lara

©Dolores de Lara

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

©Dolores de Lara

©J. Campos

 J. Campos

 ©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

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©Dolores de Lara

©Dolores de Lara

J. Campos J. Campos J. Campos

©Dolores de Lara

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

©Dolores de Lara 

©Dolores de Lara

JOSÉ TOMÁS ENLOQUECE A LAS MASAS

©Dolores de Lara José Tomás, sacó leche de una oliva. Digan lo que digan los críticos del toreo. Los toros elegidos resultaron ser una “mier…”

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

Ahí queda eso

©Dolores de Lara

Firmado: José Tomás

Por IGNACIO RUBIO / Reportaje gráfico: ©DOLORES DE LARA

Linares 29 de Agosto del 2011. El Ciclón de Galapagar se pudo apagar como una vela, el ganado no chuta y el ciclón ya no entusiasma , pero se le espera aún, reconocer no es pecado sacó algo al bicho que no tenía nada, pero eso es poco bagaje para que el que llena y revienta calderas: doce toros en seis tardes y a mirar como chupan sangre sus oponentes.

En Linares, Curro Díaz, puerta grande , buen toreo y susto incluido. El linarense supo ganarse la sustitución de hoy.

El pase que ocasionó la cogida a Curro Díaz

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

Pero Sansón vence al león

©Dolores de Lara

Y termina por la puerta grande”

 La alegría de la plaza la trajo el  de Jerez de la Frontera, con honradez. Oreja de ley. Jugándosela en banderillas y la muleta.

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara ©Dolores de Lara   

©Dolores de Lara 

Bien por Padilla

NOS ENCONTRAMOS EN LINARES AMANTES DEL BUEN TOREO. PLAZA HASTA LA BANDERA Y BALCONES A TOPE

©Dolores de Lara

©Dolores de Lara ©Dolores de Lara ©Dolores de Lara

Me encontré con mi amigo José Ramón muy bien acompañado. A Margarita y Rafael, etc…

 

martes, 30 de agosto de 2011

Recordando a José Cubero "Yiyo"

Cementerio de Ntra. Sra. de la Almudena de Madrid

La fulminante muerte de un torero
"Pali, este toro me ha matado",
fueron Ias últimas palabras de Yiyo antes de morir

LUIS M. MORCILLO - Colmenar Viejo
- El País 31/08/1985
Pali, éste me ha matado fueron las últimas palabras del torero José Cubero, Yiyo, instantes después de recibir la mortal cornada que el toro Burlero le asestó en el corazón. El Pali, uno de los peones de Yiyo, que entraba junto al matador a la enfermería, pudo oir las agónicas palabras del joven diestro. Yiyo, de 21 años de edad, nacido en Burdeos (Francia), pero criado en el barrio madrileño de Canillejas, murió ayer cuando terminaba la faena del sexto toro de la tarde del último festejo taurino que se celebraba en Colmenar Viejo (Madrid). Yiyo salía ya de la suerte de matar cuando el toro le empitonó por la espalda, atravesándole el corazón. Hace tan sólo 11 meses, Yiyo asistió como testigo de excepción a la muerte de Paquirri. En aquella ocasión, el joven diestro madrileño tuvo que rematar al toro Avispado, que acababa de herir de muerte al torero de Barbate. En Colmenar Viejo, la muerte de Yiyo fue fulminante. Entró muerto en la enfermería. Ante las peticiones del público, el presidente concedió al torero muerto las dos orejas de Burlero

El matador de toros José Cubero, Yiyo, toreaba ayer en Colmenar Viejo (Madrid) en sustitución de Curro Romero, que no pudo asistir debido a una lesión sufrida en Linares. Yiyo fue contratado para el festejo de ayer urgentemente en la madrugada del viernes. Fue el sexto toro de la tarde, Burlero, el que córneó gravísimamente al diestro, que murió casi instantáneamente. Yiyo le había propinado ya al sexto toro una estocada, a la que había precedido un pinchazo. Al salir del encuentro, el torero se dirigió sonriente al estribo. La faena había sido muy completa y el público pedía, unánimemente, las orejas para el diestro. En ese momento, el toro se arrancó inesperadamente y levantó al torero del suelo por una pierna, para volver a levantarlo cuando se hallaba caído en el suelo. Fue, en ese momento cuando le metió el pitón por la axila izquierda y lo volvió a levantar, manteniéndolo sujeto unos escalofriantes segundos. Yiyo cayó de nuevo con trágica rigidez de muñeco y todos se dieron cuenta de que la cogida era gravísima, pues el torero movió espasmódicamente sus miembros y quedó inerte. El toro, seguidamente, rodó sin puntilla, como consecuencia de la estocada. El Pali, uno de los peones de la cuadrilla, corría por el callejón junto a Yiyo, al que llevaban en volandas a la enfermería, cuando le oyó decir sus últimas palabras:

"Pali, este toro me ha matado".

En esa angustiosa carrera por el callejón, Yiyo llevaba los ojos vueltos y apagados y una fuerte impresión recorrió los tendidos La celeridad en el traslado, la actitud del torero y las expresiones de sus compañeros parecían anunciar lo peor. Juan Cubero, hermano del matador, que va de banderillero en su cuadrilla, corría por fuera del callejón, al hilo de las tablas, sin apartar los ojos de su hermano en una expresión desolada.

José Cubero "Yiyo" /Foto

Rabia y lágrimas

Antoñete arrojó el capote con rabia y se cubrió el rostro con la manos, y el matador de toros José Ortega Cano, que presenciaba la corrida, se abrió paso entre el público del tendido y se lanzó al callejón para correr detrás de los que transportaban a Yiyo. Todos estos signos llevaron al público la impresión de que el percance podía haber tenido fatales resultados. Tras unos segundos de estupor, los espectadores pidieron con insistencia las dos orejas para el diestro, que el presidente concedió. La cuadrilla no se hizo cargo de los trofeos, pues todos se hallaban en la enfermería y por los tendidos empezó a correr el rumor de que el torero había fallecido.José Luis Palomar, que completaba la terna de matadores, se dirigió a la enfermería llorando a lágrima viva. También iba llorando su cuadrilla, y Antoñete, apesadumbrado, se incorporó a sus compañeros.

La enfermería fue rodeada inmediatamente por numeroso público, que intercambiaba, nervioso y alterado, funestos presagios con noticias esperanzadoras. "Ha muerto, ha muerto", decían algunos. "No, no, está muy grave, pero no ha muerto", respondían otros. Entre los que transmitían noticias optimistas se hallaba un hermano de Antoñete, que aseguraba que Yiyo estaba muy grave, pero que no había fallecido. El torero había entrado prácticamente muerto en la enfermería, según el parte facultativo. En sus instalaciones el ambiente era de incredulidad ante lo ocurrido y los íntimos del diestro se abrazaban llorando y repetían, como sonámbulos, "no puede ser, no puede ser". El padre del diestro,que había presenciado la corrida, se encontraba materialmente deshecho, así como sus hermanos.

El periodista Antonio D. Olano trataba de consolar a los familiares, sin poder evitar las lágrimas. Uno de los más afectados era Juan Bellido, Chocolate, mozo de espadas del torero muerto, que lloraba inconsolable y
se movía, aturdido, por entre los grupos que se arracimaban en la puerta de la enfermería.

La llegada del juez

En los alrededores de la plaza se congregó una multitud,de unas 2.000 personas, que comentaban las noticias que llegaban de la enfermería, todas confirmativas de la tragedia. La llegada del juez, que acudió a cumplir los requisitos legales de levantamiento del cadáver, fue el dato infalible que convenció a los más incrédulos a creer finalmente en la fatal noticia de la muerte del torero. A pesar de ello, la noticia era dificil de creer para muchos de los presentes. El espectáculo había transcurrido con absoluta normalidad: Yiyo había hecho una faena larga en el tercero, sin terminar de acoplarse con él, pues el toro era un manso que se iba suelto de las suertes. En el sexto, que embestía con casta, pero con nobleza, hizo una faena muy completa, con algunos muletazos espléndidos, aunque con la frialdad habitual en el infortunado torero.

Antoñete había dado la vuelta al ruedo en su primero, tras una faena muy de su estilo, en la que destacaron los pases de pecho y en el cuarto, un manso huido, lo hizo pasar por el pitón izquierdo después de unos tanteos sin confiarse. José Luis Palomar se quitó de enmedio al tercero, que estaba inválido, e hizo una faena desigual en el quinto, del que se le concedió una oreja.

Cumplidos los trámites oficiales, el cadáver del torero fue sacado de la enfermería en una ambulancia. En ese momento, el gentío que aguardaba en los alrededores de la plaza prorrumpió en una emocionante ovación, como último adiós al diestro.

Los colmenareños quedaron fuertemente impresionados y permanecieron en el exterior del coso, después de partir la ambulancia, intercambiando impresiones y comentarios. Algunas mujeres lloraban.

La opinión general entre los congregados alrededor de la plaza era la de que se deberían suspender los festejos del pueblo. Esa misma noche ya quedaron suprimidos todos los previstos y se adoptó la decisión de que no sonara música alguna en los altavoces e instalaciones de la feria.

Por la mayoría de las calles del pueblo la gente se aproximaba a los automóviles que tenían la radio puesta y escuchaban en silencio y con rostros graves las informaciones de las distintas emisoras.

Blog Del toro al infinito

CASTELLA, DE LA “PAMPLONA CHICA” A COLMENAR

 ©Dolores de Lara EL NÚMERO ES FRANCÉS

©Dolores de Lara SIN TRAMPA NI CARTÓN, VUELVE A PONER CERCO A MADRID

©Dolores de Lara 

Por ANTONIO D.OLANO / Fotografías: © DOLORES DE LARA

Antonio D. Olano

Esos son sus poderes: Dolores de Lara, la mejor fotógrafo española, me ha devuelto la ilusión taurina como, hace ya muchos años, me la devolvió a mi, Vallejo Nágera y a todos los aficionados. “Yiyo”. El citado y recordado doctor angélico, penúltimo renacentista español, había sesteado, como yo, la hora de volver a los toros. Pensábamos que después de Luis Miguel, con parada y fondo en Manuel Benítez, nos conformábamos con el diluvio.

En estas fechas se resucitan a “Manolete” y a “Yiyo” recordando sus trágicas muertes. Dolores me envía una nota desde “la Pamplona” chica, una vez concluida la corrida del domingo: “La resurrección de “Manolete” se llama Castella.”

Más que resurrección Sebastián Castella es el nacimiento y consolidación de un torero no solo de época, sino de esta época. Es cliente frecuente de los costaleros que lo sacan, en hombros, por las puertas del Príncipe sevillanas y las grandes de la “Monumental” madrileña. También los aficionados de “sanse”, que llenaron la plaza hasta la bandera, le regatearon su portón, pese a que un poco competente presidente, gallo en corral ajeno, le negó la tercera oreja.

 ©Dolores de Lara Castella con su tímida madurez saliendo por la puerta grande 

Dicen que “ a rey muerto, rey puesto”. Quizás, porque vivimos en una Monarquía todavía taurina –gracias, Doña Mercedes, gracias don Juan Carlos- suene mejor a los cortesanos eso de “el rey ha muerto, viva el Rey”.

Una curiosidad: José Cubero, el ángel redentor, venía de torear de Haro. Un guardia civil detuvo su coche, un “Volvo” y peguntó si en él iba “Yiyo”. Le dijo a su apoderado, Tomás Redondo, que lo estaban tratando de localizar los empresarios de Colmenar Viejo y los de San Sebastián de los Reyes, para una sustitución. (Esas dos plazas son las que hoy están celebrando sus ferias taurinas).

A las siete de la mañana el padre de Yiyo, mi amigo Cubero, padre, me despertó: “Antonio, que hoy toreamos en Colmenar”. Sustituía a Curro Romero. Esa misma tarde presenciamos el fin de quien ya era el número uno apenas comenzada su andadura. El cielo no quiso esperar.

. Pensé entonces en cortarme la “coleta” de aficionado. Pero mis amigos ,sobre todo el colmenareño Mariano Casado, y Máximo Pérez presidente de la “Peña el Rescoldo” que año tras año entrega el trofeo “Yiyo”) me invitaron a volver.

Hoy, conmemoración de via crucis y muerte de Manuel Rodríguez, el sucesor, este mesías venido de la Francia que ha superado en taurinismo a España, Castella, ha vuelto a Colmenar. Otra nota curiosa: los hermanos Lozano, sus mentores, estuvieron a punto de serlo de José Cubero. Si, los grandes empresarios españoles que también arrollan con su cuidada ganadería de Alcurrucén. ¡Pero la muerte no quiso esperar!

Vuelvo a “sanse” porque mis crónicas no son típicas de los revisteros que solamente apuntan pases, suertes y aburren a las ovejas. Me espanta la palabra crítico. Que, salvo excepciones (Cáceres, del Moral, Molés, Amorós, Zabala de la Serna, Donaire y pocos más) o lamen traseros, previo pago o dan patadas en el culo, previa venganza recaudatoria.

Pasó por “Sanse” esa promesa de torero grande, hoy magnífico pero metaforseado en “naranja mecánica”, “Juli”. Su mentor actual, grandísimo torero, Roberto Domínguez lo dirige magistralmente. De todas maneras no puede hacer clones. Y lo que natura no da, Salamanca no lo otorga. Gustó a los “pamplonicas chicos”. A mi también me entusiasmaba en tiempos en los que Victoriano Valencia hizo de él una figurita. Y Manolo Lozano lo conservó como tal. Julián López, el que pronto obtendrá un título real como sus parientes de las marcas registradas, es un torero importante. Pena que, injustamente, no lo acabe de aceptar Madrid, que es su pueblo.

  ©Dolores de LaraJulián López “El Juli”

“Sanse” vió y ovacionó a buen torero. No lo pudo premiar con “despojos” porque no era el suyo- con frase de Jaime Salom-“tiempo de espadas-”

No ha vuelto a encontrar la inspiración hace tiempo perdida, “Finito de Córdoba”. Ojalá recupere su categoría como sus paisanos de Sabadell volvieron a toparla con su equipo “pañero”.

©Dolores de LaraA Finito la faena le hizo sudar

©Dolores de Lara He soñado que pasaba por el Arco del Triunfo un torero redentor.

Cuando alguien lamente este estiaje y hastiaje, esta monotonía que echa a los aficionados de los tendidos, todavía podemos decir: ¡Aun nos queda París!...