EL NÚMERO ES FRANCÉS
SIN TRAMPA NI CARTÓN, VUELVE A PONER CERCO A MADRID
Por ANTONIO D.OLANO / Fotografías: © DOLORES DE LARA
Esos son sus poderes: Dolores de Lara, la mejor fotógrafo española, me ha devuelto la ilusión taurina como, hace ya muchos años, me la devolvió a mi, Vallejo Nágera y a todos los aficionados. “Yiyo”. El citado y recordado doctor angélico, penúltimo renacentista español, había sesteado, como yo, la hora de volver a los toros. Pensábamos que después de Luis Miguel, con parada y fondo en Manuel Benítez, nos conformábamos con el diluvio.
En estas fechas se resucitan a “Manolete” y a “Yiyo” recordando sus trágicas muertes. Dolores me envía una nota desde “la Pamplona” chica, una vez concluida la corrida del domingo: “La resurrección de “Manolete” se llama Castella.”
Más que resurrección Sebastián Castella es el nacimiento y consolidación de un torero no solo de época, sino de esta época. Es cliente frecuente de los costaleros que lo sacan, en hombros, por las puertas del Príncipe sevillanas y las grandes de la “Monumental” madrileña. También los aficionados de “sanse”, que llenaron la plaza hasta la bandera, le regatearon su portón, pese a que un poco competente presidente, gallo en corral ajeno, le negó la tercera oreja.
Castella con su tímida madurez saliendo por la puerta grande
Dicen que “ a rey muerto, rey puesto”. Quizás, porque vivimos en una Monarquía todavía taurina –gracias, Doña Mercedes, gracias don Juan Carlos- suene mejor a los cortesanos eso de “el rey ha muerto, viva el Rey”.
Una curiosidad: José Cubero, el ángel redentor, venía de torear de Haro. Un guardia civil detuvo su coche, un “Volvo” y peguntó si en él iba “Yiyo”. Le dijo a su apoderado, Tomás Redondo, que lo estaban tratando de localizar los empresarios de Colmenar Viejo y los de San Sebastián de los Reyes, para una sustitución. (Esas dos plazas son las que hoy están celebrando sus ferias taurinas).
A las siete de la mañana el padre de Yiyo, mi amigo Cubero, padre, me despertó: “Antonio, que hoy toreamos en Colmenar”. Sustituía a Curro Romero. Esa misma tarde presenciamos el fin de quien ya era el número uno apenas comenzada su andadura. El cielo no quiso esperar.
. Pensé entonces en cortarme la “coleta” de aficionado. Pero mis amigos ,sobre todo el colmenareño Mariano Casado, y Máximo Pérez presidente de la “Peña el Rescoldo” que año tras año entrega el trofeo “Yiyo”) me invitaron a volver.
Hoy, conmemoración de via crucis y muerte de Manuel Rodríguez, el sucesor, este mesías venido de la Francia que ha superado en taurinismo a España, Castella, ha vuelto a Colmenar. Otra nota curiosa: los hermanos Lozano, sus mentores, estuvieron a punto de serlo de José Cubero. Si, los grandes empresarios españoles que también arrollan con su cuidada ganadería de Alcurrucén. ¡Pero la muerte no quiso esperar!
Vuelvo a “sanse” porque mis crónicas no son típicas de los revisteros que solamente apuntan pases, suertes y aburren a las ovejas. Me espanta la palabra crítico. Que, salvo excepciones (Cáceres, del Moral, Molés, Amorós, Zabala de la Serna, Donaire y pocos más) o lamen traseros, previo pago o dan patadas en el culo, previa venganza recaudatoria.
Pasó por “Sanse” esa promesa de torero grande, hoy magnífico pero metaforseado en “naranja mecánica”, “Juli”. Su mentor actual, grandísimo torero, Roberto Domínguez lo dirige magistralmente. De todas maneras no puede hacer clones. Y lo que natura no da, Salamanca no lo otorga. Gustó a los “pamplonicas chicos”. A mi también me entusiasmaba en tiempos en los que Victoriano Valencia hizo de él una figurita. Y Manolo Lozano lo conservó como tal. Julián López, el que pronto obtendrá un título real como sus parientes de las marcas registradas, es un torero importante. Pena que, injustamente, no lo acabe de aceptar Madrid, que es su pueblo.
Julián López “El Juli”
“Sanse” vió y ovacionó a buen torero. No lo pudo premiar con “despojos” porque no era el suyo- con frase de Jaime Salom-“tiempo de espadas-”
No ha vuelto a encontrar la inspiración hace tiempo perdida, “Finito de Córdoba”. Ojalá recupere su categoría como sus paisanos de Sabadell volvieron a toparla con su equipo “pañero”.
A Finito la faena le hizo sudar
He soñado que pasaba por el Arco del Triunfo un torero redentor.
Cuando alguien lamente este estiaje y hastiaje, esta monotonía que echa a los aficionados de los tendidos, todavía podemos decir: ¡Aun nos queda París!...
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