Fue milagroso que Fandiño y Mora salieran ilesos
Por JUAN MIGUEL NÚÑEZ / EFE
Reportaje gráfico: ©DOLORES DE LARA
Madrid, 1 oct 2011 .- La rivalidad de un mano a mano con la pasión de la entrega, aún sin toros propicios para entrar en competencia, tuvo hoy en Las Ventas dos apasionados protagonistas, Iván Fandiño y David Mora, el primero de los cuales cortó la única oreja de la tarde a cambió de una espeluznante voltereta.
David Mora
Iván Fandiño
CINCO VOLTERETAS, CINCO MILAGROS
Un mano a mano con mucha justificación y argumentos. Nada menos que el duelo entre los dos toreros de moda: Iván Fandiño y David Mora. Amigos en la calle y rivales en el ruedo, como se anunciaban antiguamente en casos parecidos.
Por la actitud demostrada, ninguno de los dos vino a pasar la tarde. Tanto es así que hubo cinco volteretas, cinco, dramáticas, aunque milagrosamente resueltas sin cornadas, yéndose los dos toreros de la plaza por su pié.
Dramatismo en la primera de Fandiño, en un quite por chicuelinas de réplica al compañero en el toro que abría plaza, al salir arrollado y perder pie. No pasó nada y volvió el hombre a la carga con tres y media de mucho arrebato.
El segundo traspiés de Fandiño fue también en un quite, ahora por gaoneras al toro del compañero, es decir, ejerciendo la competencia. Fue una caída tan espectacular como la anterior, y con evidente peligro. Salió maltrecho y el vestido de luces hecho unos zorros, de modo que tendría que enfundarse unos vaqueros sobre la taleguilla para lo que quedaba de corrida.
A todo esto, no colaboraban los toros. Ni una oportunidad clara para hacer el toreo. Pero la rivalidad estaba muy viva. Se arrimaba Fandiño, y tanto o más Mora.
El quinto -"no hay quinto malo", dice el refrán- fue el único que prometió, regalando embestidas con más "carbón" que nobleza, con mucha "transmisión" como se dice ahora. La única y última oportunidad de Fandiño para animar el cotarro.
El toro respondió en la distancia corta. Y ahí, por la derecha, surgió un toreo muy vibrante y sincero, de una enorme capacidad y mando, de gusto también en la interpretación. Fueron las dos series más completas de la función. Aunque no se veía el toro vencido del todo, y de hecho bajó el ritmo al cambiar al otro pitón.
Daba la sensación de que faltaba todavía un tramo para el triunfo, que no iba a ser posible cubrir, cuando Fandiño optó primero por "las alegrías" de unas manoletinas, y finalmente por la entrega sin límites en la estocada. Había que amarrar con la espada, se plantearía, cuando entró a matar o morir, y casi fue lo segundo.
El hombre colgado en los pitones después de haber enterrado todo el acero. El toro con la espada dentro, sin soltarle. El zarandeo duró unos segundos que se hicieron eternos. Cayó Fandiño inerme. Se temió lo peor, pero al izarle, el tercer milagro en la tarde. Fue sólo el palizón.
Cayó Fandiño inerme. Se temió lo peor
Fandiño parecía un gladiador de la antigua Roma
La plaza, conmocionada, pidió la oreja, que finalmente paseó el torero en una aclamada vuelta al ruedo. Loor y vítores al héroe.
La Infanta Elena y sus hijos, al igual que el resto del respetable, muy atentos a la decisión del Presidente
Victoria y Froilán hicieron de ángeles de la guarda para Mora y Fandiño
Un premio como reconocimiento a una actitud de valiente a carta cabal que también había tenido Fandiño en sus dos astados anteriores. En el incierto, pegajoso y con muchos más defectos, como fue el primero, apuró hasta lo indecible.
En el difícil y andarín tercero, que repartía la mirada entre el hombre y el engaño, se impuso también Fandiño con un par de tandas finales a derechas que parecían impensables y que resultaron extraordinariamente meritorias, aunque sin continuidad por la condición del astado.
De Mora caben contar tantas proezas, a pesar de que no pudiera redondear. Le faltó ímpetu a su primero, con el que anduvo compuestito y sin poder profundizar, pues había que darle muchas pausas al toro, tiempos y espacios que obligaron a un toreo a cuentagotas. Con el quinto no fue posible, pues a poco que descolgaba se venía al suelo, y así no pudo bajarle la mano.
Y en el violento sexto, visto también que se le iba la tarde en blanco, se la jugó Mora con tanta verdad que terminó cobrando dos volteretas. Fueron los dos últimos milagros en la tarde, que saliera indemne después de una actitud tan heroica.
Y tras la batalla…
… llegó el abrazo de los colosos
La Infanta Elena, acompañada de sus dos hijos, Froilán y Victoria, a la salida de Las Ventas
La consejera de Presidencia de Interior, Regina Plañiol, acompañada por: Fernando Cevallos, Dolores Lacalle, Carlos Delclaux, Pili Calvo Sotelo, Ana Aparicio, Francisco Cano y Mª Jesús Juste
Carmen Castell, Carloty, Ana y Lucía
Los matadores Joselillo y Fundi con sus respectivas esposas
Moncholi con Antonio Jiménez y Roberto Gómez / Lola Navarro / Javier Hurtado y Javier Morales
Foto izq.: Raúl Rodríguez y Joselillo, con sus respectivas esposas, Carmen y Ana
Foto dcha.: Juan Lamarca a su llegada a Las Ventas
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