Por ANTONO D. OLANO / Fotografías: ©DOLORES DE LARA
Vivo sin vivir en mí. Tal vez porque me encuentre terriblemente joven, en el límite de la pirindolla y del renacido hula-op y el trompo, la mejor Alcaldesa de la Comunidad, Pilar Bravo Partida, bella como una modelo sin anorexia y lista como una de las liebres que pululan por sus praderas,. Fue y se dijo:
-Desde el escenario de la “Casa de Cultura”, prodigioso edifico entre tres chimeneas ancestrales voy a mentar a este periodista cojitranco que…como le ches se llama que si te he visto y no me acuerdo (Y me llamó Onega)
Y desde este otoñecido cada día más hermoso pueblo, que Pilar y sus concejales engrandecieron en sus tres legislaturas municipales me siento, desde el lunes pasado, como un niño. Si, como un bebé en brazos de su madrina de pilar ente la pila del bautismo…¡Nuevo e ilustre apellido!- Quiero y admiro a los Onegas, gallegos como yo y, gracias a la Alcaldesa, paso a formar parte de su árbol genealógico.
Tan hermoso arbusto como la vegetación exultante, es mejor en otoño,de un pueblo al que amo desde que los Toros me unieron a ella.¡Manes de la plaza portátil en la que, varias veces bajo las pertinaces nieves, se celebraba la primera feria taurina que España envía…Los diestros aparecían enguantados y cubiertos por una manta…Las clásicas zapatillas, bailarinas les llaman los de la danza, deberían ser sustituidas por esquís…
Pero, como la puñetera arruga, todo era bello, estaba lleno de ese plato griego que le daba la esbeltez de ladrillo de la antigua fábrica de la que salían cerámicas para toda la región.
Para aquellas calendas regía el municipio otro excelente municipe, de apellido Partida, honroso nombre que llevaron varios señores alcaldes del lugar y de poblaciones limítrofes. Los Partida son a tinglado municipal lo que los Borbones a justo Reino y madre. Una dinastía. Aquel Partida, amigo de intelectuales y de pintores grandiosos como Manolo Viola, la de toreros de la nombradía de Palomo Linares, fue el que dijo a Valdemorillo eso de levántate y anda. ¡Y vaya si anduvió! Hasta el punto de transformarse, entre los Partida y los Enteros, en uno de los lugares con más encanto de la fascinante serranía
Se cuidó no solo de mi, sino de todos los asistentes, los del equipo municipal, muy especialmente mi íntimo primer concejal Francisco Coba, llámenle Quico porfaplís, el mejor Ministro del antiguo régimen, el profesor Fernando Suárez, sentado justo al lado con otro ex Ministro, Marcelino Oreja, que pilotó el Ministerio de Asuntos Exteriores, que el gloria esté, como un vero maestro de la diplomacia.
Sentarse justo al lado de ambos es una bendición de Dios. Por el mismo precio el muy culto y teatrero Fernando, el Suárez vero y verdadero, es una delicia para los adictos, como este menda, del humor jardielesco y de la ironía celiana. Solamente nos faltó Fraga Iribarne, entusiasta de Luciana y del bien y buen hacer. Pero dos cojos que promocinan de amateurs a profesionales, como Fraga el grande y servidor de ustedes, es demasié para un lugar como este. ¡Y en la misma gran tarde- noche de aquel día!
A Valdemorillo no le falta de casi nada. Tuvo un pregonero rompedor. Jesús Gil y Gil, un Atila cabalgando en “Imperioso”. Por donde él pisaba si crecía la hierba. Y vaya si medraron las hierbas, todas medicinales, de Valdemorillo te quiero.
Por asistir al acto que pretendo reseñar, lo haré cuando tenga más tiempo libre, asistió el cura párroco. Que sin duda cristianará al primer hijo de Gabriel Molina que, ante la paternidad y dando pruebas inequívocas de su espantosa profesionalidad, abandonó supitañamente a los excelentes músicos y polifónicos de El Escorial y Valdemorillo, dicendo ahí te quedas. ¿Se imaginan a un piloto que, en pleno vuelo, deje los cachibates de su nave y esmorroñe a todos los pasajeros porque le comunicaron que había sido padre? O a un cirujano que tire su bisturí a la papelera, con el enfermo más acierto que las oficinas del paro, porque la instrumentista le ha susurrado al oido que su mujer rompía aguas? ¡ Que barbaridad!
Tal músico escurrialense, madurito, entusiasta y juvenil con rastras de asiduo a los botellones, al que por no conocer su nombre y cariñosamente, comenzamos a denominar Sirley Temple que se adornaba con ricitos semejantes; pero en su frente de niña prodigiosa.
Felizmente, salvados los inconvenientes las corales y Polifónicas y orquesta de Valdemorillo, que no habían roto aguas y la Asociación Cultural Meridiano, de El Escorial, no tenia suficientes parturientas como para suspender el acto.. Y actuaron como solo los ángeles lo hacen cuando no está cabreados.
Mas, silencio, se escucha. Hace acto de presencia, más bien y milagrosamente se nos aparece a sus creyentes, Luciana Wolf. Bella, bellísima. Luciana no cumple años, cumple juventudes. Se dirige a todos y parece que nos habla, que nos susurra a cada uno de nosotros. Comienza a cantar el “Himno a Valdemorillo”. Los versos suyos, verso a verso, seducen envueltos en una música que comienza con fuertes acordes que, aunque ella y yo seamos atléticos, se me antojan los primeros compases del “Hala Madrid”.
Su himno no tiene más límites que los que los puntillosos quieran encontrarle. Su voz pudo ser, es, una< de las más bellas que ha dado la lírica hispana. Comenzó con la ópera, seguida por la maestra Lola Rodríguez Aragón. Siguió con la revista. Escribió para ella su única copla Camilo José Cela. Me hizo el alto honor de interpretar una de mis obras de teatro Y cantó, con música de Santisteban, los versos de una de mis mejores canciones.
Solamente le faltaba un himno a ella que tantos himnos, como el de la Guardia Civil, interpretó. Los himnos han sido la música de fondo de la mejor Historia. Para mi Marlene Dietrich es también un bien intangible y, es ante todo un himno. Si, Adiós, Lilí Marlem”.Un himno hizo invencible a nuestra Legión, no solo la de Millán Astray ni de Franco, sino de todos los españoles. Un himno, versificado por los mejores poetas contemporáneos a la España que aun era España, un “cara al sol” que nos trae esperanzas de que vuelva a sonreir la primavera perdida y encontrada en Valdemorillo, remanso de paz de Eduardo Barreiros, que ya debiera ser nombrado, in memoriam, grande de España. De Mari Luz Barreiros y de Jesús Polanco. Y de tantos otros que anteanoche, si, cantamos en otoño a su hermosa primavera.
Luciana Wolf, aragonesa, nos deleitó,con su hermosa voz intacta, conservada en cuerdas bucales, Luciana la de la vocación política, ha vuelto por sus fueros, Sigue así. ¡Ay, Luciana no te rajes!. Me sale del alma usar el corrido mexicano y gritar con ardor.
OTROS MOMENTOS
Viva Valdemorillo y Viva ESPAÑA!
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