LAS TRES BODAS DE CAYETANA
EN SU TERCERA, NI BLANCA NI LLOROSA IBA LA NOVIA
EN SEVILLA TENÍA QUE SER, ¡Y FUE!
LO INSÓLITO COTIDIANO
Por ANTONIO D. OLANO
Fotografías: ©DOLORES DE LARA y Archivo
Yo no estuve allí. Ni invitado en la extraña y numerada “despedida de soltero del probo funcionario de Estado Alfonso Díez- ¡y a mi que este tío me es simpático!”- ni en la despedida de viuda de Cayetana Fitz-James Stuart que, tras el himeneo religioso salió al balcón, como la querida mariposa cantada por “El Zorro” y saludó al pueblo no tan llano y menos soberano, bailando sevillanas, descalza como “La Chunga” y acompañada por un grupo rociera llamado los “Siempre así”
Y a su vera, siempre a la verita suya, lazarillo enamorado, del funcionario, quizás del catastro, Alfonso Díez. Que se gastó dos mil euros del ala izquierda del Palacio de las Dueñas, en un frac gris, mercado en una tienda madrileña “Man”, que frecuentan Jaime de Marichalar y personajes de su alcurnia.
Cayetana vestía un modelito muy poco convencional perpetrado por Victorio y Luchino que tienen nombres muy propios de la camorra italiana. Traje en tono pastel con infiltraciones “hippy” sabido es que la Duquesa siempre tiró por las modernidades. Por desamor de los periodistas el día del feliz enlace, le aguaron la fiesta a la formidable intrépida “interviú” que tenía una bomba desnuda, tan en traje de Eva como la propia Cayetana aparece en la portada y dieciocho fotografías inéditas. Cayetana aparece haciendo topless, diríamos que en mangas de pelota, Punta Galera, cala popularísima en Ibiza.
Cuando le “robaron” las instantáneas, la moza contaba con cincuenta y seis años de edad. Y su marido, segundo de la lista, era Jesús Aguirre, sacerdote dimitido, hombre autosuficiente, digamos pedantuelo, solido, intelectual y con complejo de la Casa de Alba. Impuso el refinado ambiente, “Oscar Wildiano” en el Palacio de Liria. Se sentía un clon de los Alba. Padecía jaquecas y decía que las heredaba de la linajuda familiar a la que aporto un sillón de la Real Academia Española de la Lengua. Pero resultaba imposible limpiar los recobecos de los palacios y tierras de la familia a la que pasó a pertenecer.
La ceremonia del día de ayer tuvo lugar a la una y media de la tarde y estuvo oficiada por el reverendo Ignacio Jiménez Sánchez Dolf, pariente del pinturero coletudo Manolo Gonzalez intimo amigo de la Duquesa que algunos se empeñan en emparentar por el también torero “El Algabeño”. Sabido es que los Alba siempre estuvieron ligados a la Fiesta Nacional.
Desgraciadamente no tenemos la difusión ni la influencia de otro gran semanario “Hola” ni sabemos colarnos, con la astucia ratonera de reporteros tan eficaces y cuestionados como nuestro amigo Jesús Mariñas. Por lo tanto no haremos fiel referencia a los invitados a la calabriada. Y si a los padrinos de la ceremonia: Carmen Tello, esposa de Curro Romero, el torero favorito de Sevilla y por lo tanto de Doña Cayetana. Estuvieron presentes otros dos toreros: Francisco Rivera Ordoñez, que fue durante la duración de su matrimonio con la única hija de la Duquesa, Duquesa de Montoro. Y su hermano Cayetano, el primer matador de toros que conquistó el mundo de la publicidad.
Sin embargo faltó la duquesita única hija de Cayetana a la que una varicela obligó a hospitalizarse en un sanatorio madrileño. Falto también otro hijo de los Alba, Jacobo Conde de Siruela con su actual mujer Inka Martí, la calificó su suegra de mala y envidiosa, el hijo mayor de Cayetana, futuro Duque de Alba ofició de padrino en la ceremonia.
El menú de la calabriada fue muy andaluz: salmorejo, gazpacho, tostas de pan regañao, ajo blanco, arroz con bogavante, solomillo después un sorbete para cambiar de sabor y arroz con leche y tocinillo de cielo que es la tentación favorita de la novia.
Un chusco estaba entre los centenares de curiosos y con una hucha pedía un donativo para el sostenimiento de la Casa de Alba. Sabido es que los Alba mantienen un interminable pleito con sus colonos.
Como curiosidad les diremos que otra Alba, la duquesa de Huescar también matrimonió tres veces. Empata a matrimonios con Cayetana de Alba.
Cayetana me hizo el honor de bailar en “Torres Bermejas” después de haberme entregado en dicho “tablao” madrileño el célebre “garbanzo de plata”. No bailó su entonces inseparable amigo el genial Antonio porque este no se encontraba en Madrid. Después de rumores varios Antonio cayó en desgracia con el muy influyente Jesús Aguirre, que lo destituyó de la dirección general del “Ballet Español” .,Se declaró una guerra sin cuartel y algunos lo achacaron a que después del amor vienen los desamores.Porque Cayetana cultiva la amistad
A Cayetana le dio clases de baile la bailarina solista de Antonio, Carmen Rojas (Carmen Caseres) que se convirtió en su intima amiga.Como lo son Lucia Bose y Natalia Figueroa, por cierto ausentes de la boda del año.O “la boda con años”, como la titulan las lenguas de triple filo.
Garbanzo de Plata para Antonio D. Olano y la Duquesa de Alba bailó al son de una guitarra
Pero haya paz en el gallinero de la jet set española, revolucionada por nuevos títulos nobiliarios como el marquesado concedido a un seleccionador nacional de fútbol.
Me cuentan que entre los invitados estuvo el nuevo alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, tal vez los nobles que le rodearon pidan a esta esperanza municipal sevillana que las cosas se pongan en orden. Por ejemplo el callejero. Se bajo los ineptos antecesores del nuevo mandatario, retiraron el nombre de la calle dedicada a un ilustre general, anterior a la época franquista, para otorgársela a una oscura, mediocre, pretendida actriz, sin más merito que ponerse al frente de la horda de falsos actores y cantantes que ascendían por señalarse las cejas.
De la misma manera que pusieron nombre diferente al suyo a la ya centenaria calle de Rositas. Se llamaba así porque era el centro principal en el que se establecían las “lumis” desde el Medievo a nuestros días. De esa rue procede la popular frase de tan distintas aplicaciones que se llama “irse de rositas”. Los señores Duques tal vez le habrán pedido al munícipe que vuelva las cosas, y los nombres de las calles, a sus históricos orígenes.
A estas horas si las líneas aéreas no lo impiden Cayetana y Alfonso, estarán disfrutando de una luna de miel en la playa tailandesa de Tapaya. Posiblemente allí trataran de encontrar la paz.
Lleguemos a una conclusión. Traigo a estas páginas el titulo de una comedia rusa: “es mejor en otoño” sin ninguna acritud puedo decirles y les digo que para este matrimonio es mejor en invierno. Aunque parezcan juveniles la alegría las ganas de vivir, a sus ochenta y cinco años de edad, de una Cayetana irrepetible.
Como es de rigor yo, su amigo de siempre, deseo muchas primaveras de felicidad a la nueva pareja. El tercer matrimonio de Cayetana, la mariposa que voló sobre el mar.
Y que siempre vuelve a nosotros, como volvía Salvador Dalí “con la espada florida”.
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