El dinero y la fama ciega. Y esa ceguera, a veces, perjudica
Por ANTONIO D. OLANO / Fotografías: ©DOLORES DE LARA
Chiquito; pero matón. Posiblemente nunca pensó, pensar jamás fue lo suyo, que existía un personaje del teatro español, ya clásico, protagonista de “El aguacil alguacilado”, grandiosa obra de Francisco de Quevedo. Chiquito; pero con facha de “macro francés” de los bares del antiguo mercado parisino. Siempre a punto de decirse a si mismo “mecachis, que guapo soy”. Chiquito, pero siempre pretendiendo cabalgar como uno de los jinetes del Apocalipsis…
Chiquito; pero poniéndose alzas para ocupar uno de los lugares entre los siete hombres sin piedad. Un Juez que pasó a aparecer como un reo perseguido por la derecha después de haber intentado gobernar, segundo en la lista editorial de la izquierda. Que terminó como dicen que concluye “el rosario de la aurora” con su valedor Felipe González, que dio al togado, tal vez por verlo chiquito, pero ambicioso, el trato de un bonsái.
En sus delirios debió pensar que era la sombra iluminada, recortadita, mínima, por los rayos deslumbrante del “Rey sol” y dijo, más allá de los sueños y en paráfrasis “la Justicia soy yo”. Y la aplicó como le vino en gana. Sumándose a gigantes que él confundió con molinos, en los que buscó harina, que su capacidad transformó en dinero, con un don delante, poderoso caballero.
Y tu que te creías, el Rey de todo el mundo. Gritenlen, flores del campo. Chiquito; pero mandón. (Perdón: matón).
Todos los dirigentes del universo mundo, de rodillas y a sus pies. Capaz de hacer temblar desde Pinochet a la Merkel porque ha recorrido su horror toda la escala social. No le dio tiempo para encausar a la Tacher por “asesinar” a los terroristas.
¿Paracuellos? ¿Carrilladas? (quise escribir chiquilladas). Ya se sabe, un muerto pacífico es el cadáver. Hay que dejar descansar a los muertos. Repito nuevamente, una y miles de veces: A los muertos hay que dejarles descansar.
¿Que protestan sus familiares y personas piadosas? Silencio ¿Qué gimen los familiares? Pero son pláticas de familia de las que nunca él hizo caso.
Varios magistrados, lo sientan en el banquillo y lo condenan. ¿Volverán a salir a la calle sus exégetas de la que ya no es famélica legión? ¿Habrá quien chillará, sin ver, porque solamente enmarcan su fanática ceguera?
Mientras tanto, la dama de los ojos tapados, la Justicia, ha vuelto a donde solía. La ha liberado de su venda un tribual que podemos llamar España.
Leo las cabeceras de los diarios españoles: “Garzón inhabilitado once años por sus métodos totalitarios”; ”Garzón, “el juez prevaricador, expulsado de la carrera judicial”…
Chiquito; pero Garzón.
Por tal motivo, termino repitiendo: A los muertos hay que dejarlos descansar, seamos de la ideología que seamos.
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