Pilar Eyre y Jaime Peñafiel, muy sonrientes después del éxito obtenido con el libro
2ª edición (526 páginas)
Editorial La Esfera de los Libros
Madrid,8-II- 2012-
Por Julia Sáez-Angulo / Fotografías: Dolores de Lara
Un título elocuente “La soledad de la Reina” en un libro de Pilar Eyre, que pone de manifiesto los entresijos de una vida nunca del todo fácil de la Reina de España, Sofía de Grecia (Atenas, 1938). Una personalidad bien perfilada como reina, “una profesional” como bien la definió el Rey don Juan Carlos. Una mujer de pocos y pocas amigas, quizás en exceso encerrada en su círculo familiar, quizás le ha faltado expandirse un poco más para demostrar algo de exterioridad o entusiasmo por la idiosincrasia de los españoles.
El libro de Eyre completa el anterior “Yo, la Reina”, que escribiera Pilar Urbano, libro que enfadó al Rey porque no se controló lo necesario en el palacio de La Zarzuela y que trajo cierta polémica mediática por declaraciones demasiado personales y comprometidas. Quizás fue una falta de prudencia. Es lo que muchos la achacan.
Pilar Eyre, brava y audaz para quitar caretas a lo políticamente correcto, no entrevista a la Reina como Urbano, sino que lee, indaga y se entrevista con otras personas para dibujar un perfil bien recortado, sin concesiones sobre la labor de Sofía como esposa, madre, mujer y reina. El volumen se completa con una serie de fotografías interesantes y unas notas bibliográficas oportunas.
Sofía, una vida que ha conocido su nacimiento en un trono pobre, el de Grecia, un exilio en varios lugares hasta llegar a Sudáfrica, un enamoramiento no correspondido y otro con el que se casó y no fue precisamente feliz, dadas las diversas infidelidades del rey.
Pese a todo, ella tuvo sentido del deber y estuvo donde tenía que estar por ser Reina y a favor de la continuidad de su hijo a quien adoró quizás en exceso. La dinastía ante todo, suele ser el lema general de las familias reales.
Sofía no contribuyó a buenos matrimonios con sus hijos, le faltó la táctica inteligente que utilizan las madres judías para ello. Era como si a Sofía de Grecia no le interesara la nobleza o la alta burguesía españolas, con la que sí se relacionó cuando a sus hijos – a ella le gustaba que los llamaran el Príncipe y las Infantas cuando eran pequeños, en fiestas y cumpleaños. Pero cortó de raíz cuando fueron adolescentes, salvo para las regatas náuticas.
Soñó la Reina sin duda con príncipes y princesas más allá de los Pirineos. Pero no resultó.
Su frialdad cubierta con la corrección la hacen distante ante distintos colectivos, sobre todo femeninos, como esposas de militares por ejemplo, con las que ha estado cerca.
El Rey tiene una gracia y la inteligencia emocional suficiente para ganarse a la gente. Ella no. Parece siempre desconfiada de los adultos y sólo se la ve relajada y bien junto a niños; enfermos o ancianos, que no manejan la sociedad, salvo Marta Cotoner. No ha tenido apenas más amigas españolas.
Su hermana Irene, que vive cerca de ella, compensa esa necesidad de amistad que todos los seres humanos necesitamos.
“Sofía, una vida” es el subtítulo del libro. Ver a su hijo heredero casado con una gran periodista, pero divorciada –algo insólito en la Monarquía de España, a Elena, también divorciada y Cristina, con un problema grave presuntamente ante los tribunales por sus propiedades, viene a añadir una copa de amargura a esa vida.
Sofía de Grecia es una mujer con sentimientos –apasionada en el interior, dice la autora del libro. Se la ha visto llorar ante la muerte de Don Juan y en alguna otra ocasión también se le han divisado las lágrimas.
Su educación germánica, de manos de su madre la potente reina Federica, la marcó.
Eyre recuerda al final del libro el consejo materno: “Tú sí tienes que sentir compasión por las penas de tus hermanos en la tierra, pero nadie debe sentir compasión por ti. Pase lo que pase, recuerda nuestra divisa: nuestra fortaleza es el amor de nuestro pueblo”.
Un libro controvertido y apasionante que no dejará indiferente.
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