9 de abril del año 1942
Antonio Bienvenida
toma la alternativa en Madrid con miuras
Tras salir de la cárcel por haberse negado ambos a torear el domingo anterior, el 9 de abril de 1942 Pepe Bienvenida convertía en matador a su hermano Antonio con el toro "Cabileño"
Pepe Bienvenida concede la alternativa a su hermano Antonio
Corría el año 1942. El domingo 5 de abril, Pepe y Antonio Bienvenida, que tendría que haber tomado la alternativa, se niegan a torear en Madrid al sustituir la empresa algunos toros de Miura que se habían inutilizado al pelearse entre ellos. Suspendido el festejo, los dos hermanos son encarcelados y salen de prisión la mañana del miércoles para inaugurar, al día siguiente, 9 de abril, la temporada en Madrid repitiéndose el cartel, los dos hermanos mano a mano, esta vez sí, con un encierro completo de Miura.
En ABC, Giraldillo relata: "Cuando Antonio y Pepe hicieron el paseo, sonaron unos pitos leves, ahogados por una rotunda ovación. Quedaba zanjado el incidente del domingo (...) y un gran margen de confiada simpatía quedaba abierto para los Bienvenida". El toro del doctorado, "Cabileño" de nombre, número 76, de pelo cárdeno, fue recibido por el capote de Boni y enseguida entró en la jurisdicción de Antonio Bienvenida: "Las verónicas tercera y quinta fueron superiores", prosigue Giraldillo, quien añade: "Cerró estos lances un recorte apretado, que hizo romper la primera ovación grande en honor del matador nuevo. En el primer quite salió toreando alegre por delantales y remató con suavidad y gracia. Pepe hizo un quite muy templado, cargando la mano en los lances, de buen estilo. Y vino otro quite de Antonio, llevándose al toro hacia los medios. Una verónica soberbia, llena de majestad y color, y volvieron a repicar las palmas estruendosas. Pepe cerró el tercio con un quite pinturero. El principio era magnífico. Emoción, color y calor, arte y gracia".
El crítico taurino de ABC, continúa: "Pero aún hubo más. Antonio y Pepe iban a banderillear. Pepe es un rehiletero formidable. Nada podía extrañarnos de él. Quedaba la revelación de Antonio. A ello íbamos. Se abrazaron los dos hermanos. Hubo un bellísimo jugueteo, y Antonio salió por delante y cuarteó un par precioso, colocado en todo lo alto. A poco se desprendió un palo. Pepe, de poder a poder, puso un magno par, y cerró con otro. Rebullía el público emocionado". En Dígame, para otro crítico de renombre, K-Hito, llegaba el momento sensible: "Antoñito y Pepe se reúnen, hablan brevemente, se cambian los trebejos y el pequeño abraza y besa al mayor. Gran espectáculo. Más lágrimas en los tendidos. Los actores, magníficos de gesto. Saluda Antonio a la presidencia y busca de nuevo a Pepe y le brinda el toro. Cita el neófito con la muleta plegada al bicho, que está presto para el ataque.
-¡No! ¡No! -en los tendidos-. ¡Que es un miura! ¡Que eso no puede hacerse con todos los toros!
El miureño acude furioso, cambia Antoñito y se le revuelve el toro en un palmo de terreno. Los pitones rozan la camisa torera. Emoción gorda. Y de los naturales al de pecho, pasándose todo el miureño por delante. Va uno a hablar con el vecino, y no le sale la voz. El vecino quiere hablar con uno, y sólo consigue lanzar sonidos inarticulados. Otra vez el chaval con la tela recogida en la zurda.
-¡Basta! ¡Basta! -en los tendidos-. ¡Otra vez, no!
Otra vez, sí. Una carrerita hacia delante, un pequeño salto, y de nuevo el arranque rápido de la fiera. Cambia el matador con más holgura que antes; despliega la flámula y en ella empapa al enemigo con tres naturales que rubricó con el de pecho forzado. Magnífico. Espléndido. Más pases pintureros cuando ya el público pide la oreja. Un pinchazo, otro -¡qué lástima!- y una buena estocada. Descabello final y ovación con vuelta y salida a los medios. El primer acto, soberbio. El entreacto, pletórico de comentarios elogiosos".
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