Por Juan Miguel Núñez / Fotografías: © J.Campos
Madrid,1abr(EFE).- Los toros de la ganadería de "Jandilla", imposibles a todas luces para el lucimiento y consiguiente triunfo, a pesar del atisbo de esperanza que hubo con el quinto, se cargaron las buenas expectativas que había levantado el mano a mano hoy en Las Ventas entre Iván Fandiño y David Mora.
FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Jandilla y uno -el segundo- de Vegahermosa, del mismo encaste y casa ganadera, cuatro de ellos -primero, segundo, tercero y sexto- cinqueños. Corrida desigual de presencia, destartalada y floja, de escasas fuerzas y muy descastada. Sólo el quinto tuvo buen son y aguantó media faena, sin embargo, también insuficiente.
Iván Fandiño: estocada defectuosa y descabello (silencio); media atravesada y dos descabellos (silencio); y estocada arriba y trasera (ovación tras aviso).
David Mora: estocada desprendida (silencio); dos pinchazos y descabello (silencio); y estocada caída y dos descabellos (silencio).
La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde soleada y con ligeras rachas de viento que molestaron en el ruedo.
----------- FRUSTRACIÓN Hacía veintidós años que no lidiaba "Jandilla" una corrida de toros en Las Ventas. Y, por el resultado de la de hoy, no parece que se le vaya a echar en falta.
Los espectadores mostraban desde el tendido su desagrado con los toros presentados mientras David Mora hacía el enésimo esfuerzo porque el cuarto de la tarde se echara para adelante, sin conseguirlo. Así toda la corrida.
Decepción en el tendido y desencanto en los toreros por las nulas posibilidades de los toros.
Sólo el quinto, segundo del lote de Fandiño, tuvo cierta profundidad en la embestida, aguantando una primera parte de faena que hizo concebir esperanzas. Ahí se empleó el torero vizcaíno, sin probaturas previas, en un toreo a derechas de mucha enjundia. Ajustado y limpio, con el temple y la ligazón como elementos primordiales.
Pero fueron sólo tres tandas, hasta que "el jandilla" perdió continuidad en la embestida, poniéndose reservón. La cuarta serie fue de pases de uno en uno. Y ya al natural ni eso. Viajes inconclusos, con la cara por las nubes en los remates. Necesariamente faltó limpieza, con el toro cada vez más difícil.
Fandiño no se rindió, buscando todavía remontar el ambiente irremediablemente decreciente que llevaba el trasteo. Fue cuando sonó un aviso sin montar la espada. Trató de dar una estocada espectacular, tirándose a matar o morir. Y agarró una estocada arriba, pero demasiado atrás. La cosa quedó en una ovación sin más. La única ovación de la tarde.
Una corrida que no respondió a la enorme expectación levantada por este mano a mano de los dos toreros emergentes de la anterior temporada, que saludaron una ovación tras el paseíllo, señal del respeto y la admiración que les profesa esta plaza.
El propio Fandiño había peleado lo indecible por encontrar el menor indicio de faena en sus dos astados anteriores. El que abrió plaza, correoso y molesto, sin profundidad en las escasas arrancadas que tuvo, no "transmitió" nada. El que hizo tercero, incierto y descompuesto, y con las dificultad añadida del viento, le hizo sentirse impotente.
A Mora le pasó otro tanto. La falta de toro, no obstante, no llegó a teñir en negativo su actuación, por la torería y la verdad que adornaron sus tres faenas.
A su primero lo toreó despacito, aguantándole mucho, sólo que las series tenían que ser inexcusablemente cortas para que el animal no acabara desentendiéndose. En este toro primero de su lote Mora logró pasajes de toreo bueno, pero sin unidad.
El cuarto se agotó a las primeras de cambio, cuando clamó la voz del aficionado en demanda de una ganadería acorde para el acontecimiento tan esperado como era este mano a mano. Y el sexto, defendiéndose, "midiendo" incluso, tampoco dio de si. Mora salió del atolladero cuando menos con mucha suficiencia.
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