LO INSÓLITO COTIDIANO
ANTONIO D. OLANO / Fotografías: ©DOLORES DE LARA
Parece definitivo que Sebastián Castella se caiga de los dos próximo carteles isidriles. Serenamente, sin cargar la suerte de la desgracia, él lo explicó a los periodistas que dialogaron con el numero uno de los toreros actuales.
En perfecto uso de su derecho algunos diestros aprovechan un tropezón para echarle hilo a la cometa de su grotesca y melodramática parafernalia. El francés que habla en andaluz fue cogido gravemente y ni se miró la taleguilla ni quiso ir a la enfermería pese a ser consciente de la posible gravedad de la cornada en la ingle.
Castella no quiso ver la sangre derramada que era la suya y se mantuvo firme hasta que, concluida la corrida salió por la segunda puerta grande que es la de la enfermería.
Pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Cualquier otro lesionado convertiría en tragedia hasta el mínimo rasguño. Pero Castella es torero desde su cabeza privilegiada hasta las zapatillas. La feria se queda, todavía, sin su primera y principal figura.
Restan otros toreros de gran merito y otros figurines de desméritos varios. Las ranas siguen buscando a su rey.
Tuve la suerte de tratar muy de cerca a los toreros que de verdad he admirado y también querido. De Sebastián Castella no soy nada mas que objetivo observador. No tuvimos la oportunidad de conocernos personalmente. Pero eso no disminuye mi capacidad de admiración.
El París de este gabacho sí que bien vale una misa.
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