Ricardo Díaz-Manresa / Fotografías: ©Dolores de Lara
mayo- 2012.- Un par, sí señores. Un par para la historia. Tan apretado, tan verdadero, tan arriesgado, tan cerca, tan a muy pequeña distancia de centímetros de los pitones, tan dentro del balcón, tan asomado, que lo recuerdo y se me ponen los pelos de punta y me hierve la sangre (que conservo con toda la ilusión del mundo pese a los años y ver pasar la vida).
Luis Carlos Aranda, su nombre artístico, hijo del inolvidable banderillero, viene de buena casta, Manuel Ruiz “Manolillo de Valencia”, al que valoré mucho, tanto como profesional del toreo como ser humano.
Ya no recuerdo en qué toro fue de la corrida goyesca del pasado 2 de mayo en Madrid. Día histórico para par histórico. Creo que en el quinto y creo que el tercer par que se le puso al toro. Da igual cuándo y con quién, sino que lo hizo. Lo ves venir con un vestido que me horrizaba de feo, verde y negro, lagarto, lagarto, y un pañuelo al cuello que le hacía más raro el poco atractivo traje goyesco, ya con sus años, con el pelo blanco, pero erguido, torero, valiente, andando, todo muy despacio, dueño de la situación y…coloca un par que hay que verlo, y enseñarlo, y ponerlo como ejemplo a los buenos toreros.
Desde Miguelín y, sobre todo uno de Víctor Mendes, también en Las Ventas, he visto parear muchas veces.
Uno del portugués en otoño y éste del banderillero madrileño. Qué par Dios mío, qué par, con un toro nada claro. Y después, verse apretado y no salir de estampida hacia el burladero, sino doblar al toro hacia afuera y quedar como un hombre, como un héroe y como un ejemplo de profesional. Vaya par Luis Carlos Aranda.
Esta familia me trae suerte. En la espantosa época de los hermanos Lozano al frente de la plaza de toros de Madrid, en la que se rebajó mucho su categoría, en el toro y en los carteles e hicieron todavía más grande la figura de Manolo Chopera, el más grande que he conocido, me retiraron los pases de periodista profesional. Entonces me vi agobiado por el futuro de no tener buen sitio en la plaza en plena efervescencia de abonados y fue Manolillo de Valencia, desde su puesto de la Comunidad, el que me agenció dos de pago y desde entonces abono el abono y siempre con mi independencia, que siempre fue mucha. Recuerdo sus palabras : No son los mejores Ricardo, pero he hecho todo lo que he podido. Y ahí estoy. Y cada vez que me siento en la localidad, lo recuerdo. Gracias Manuel.
Se lo agradecí eternamente tras la “faena” ( en español hay una palabra mejor) de José Luis, sobre todo, de Eduardo y de ese personaje, al que no quiero calificar ya, llamado Manolo Cano, auxiliados todos por el conocido apodo de Roldán. Tan eternamente que siempre que puedo, y puedo mucho, pido al cielo por él y por Juan Manuel Moreno, Meno Menor, que fueron de los pocos amigos que he tenido y tengo en el toreo.
Y ahora viene su hijo Luis Carlos con otro regalo. Qué maravilla. Qué manera de acordarse de la sangre de su padre.
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