¿Nadie escuchó ese ¡ay! de dolor?
LO INSÓLITO COTIDIANO
ANTONIO D. OLANO/ Fotografías:©DOLORES DE LARA
Sosiego. Esta es la palabra que define a Sebastián Castella. El jueves dio el paso definitivo para consagrarse, si los lerdos tenían alguna duda de quien es la primera figura de la torería. El gabacho dio una lección no solo de saber torear sino de saber estar.
¿Nadie se percató que poco a poco la sangre iba empapando cada vez más su bonito traje de luces?
Desde hace muchas décadas y ya desde hace algunos años no he visto una figura tan completa sobre los ruedos. Mientras la mayoría de sus colegas cultivan un falso tremendismo de recoger la sangre del toro sobre la taleguilla, este francés, estoica, heroicamente, no se mira la sangre derramada que es la de sus ingles. Quiero hacer una anotación: a Francia le debemos actualmente la existencia de la Fiesta. Mientras que disidentes catalanes y de otra especie dispara sobre el punto de flotación de nuestra Fiesta Nacional, ellos la salvan. Sin la presencia de José Bonaparte no se hubiesen restaurado los toros en España y, además, ya casi solamente en las plazas francesas se ve la bandera española.
Castella siguió hasta el final
Echo de menos al mejor escritor francés, sobre todo el de tauromaquia, Jean Cau que hubiese hecho maravillas literarias y taurinas si uno de los personajes fuese Castella. Es el torero que une la ortodoxia a la emoción. Es el torero que mejor interpreta los mandatos de la lidia: templar, parar y mandar. Y además es el único que estas décadas ha añadido la máxima de Domingo Ortega, cargar la suerte el cuarto misterio del toreo.
Salieron a la Plaza tres coletudos. Un revistero se atreve a titular “valor sereno de tres figuras”. Uno de ellos es un buen sucesor de su padre José María Manzanares. Mucho parecido y nada que ver. Pero a falta de pan buenas son tortas. Y los propagandistas se encargan de que los malos aficionados digan que se encuentran ante el mesías de la tauromaquia. Torea muy bien, mata perfectamente, pero eso de mesías ya son palabras mayores. Mesías hubo solo uno y ya dejó de serlo.
El valiente y joven Talavante, levantó expectación con esos pases bien medidos y señoriales. Pena que el acero a veces hace de las suyas y una buena lidia en un tris tras se va al traste. Punto.
Una vez más debemos dar la razón a los tendidos siete. Los tan maltratados aficionados, mártires de la solanera, siempre han tenido razón. No niega un torero por sistema. Y cuando frente a ellos aparece una figura entera y verdadera como Sebastián Castella, saben respetarla y elevarla a los altares de la torería. Ante su opinión no me valen las frivolidades, puro abano y clavelitos, de los que sin razón ocupan las mejores localidades de la Plaza.
Para ellos y para mí el toreo verdadero en el que se guardan no los videos sino en la memoria, es el de este francés, que está salvando de la monotonía a una fiesta, si así se llama al aburrimiento.
Ver Nápoles y después morir. Presenciar la actuación de Castella y mientras tanto soñar. Además es un autentico regalo ver frente a frente su mirada. Solamente conocí otra comparable: la de los ojos de Picasso.
Escribió Antonio Machado: “el ojo que ve no es/ ojo porque tu lo veas,/ es ojo porque te ve.”
Y la mirada de Castella es escrutante, podíamos decir que hasta da miedo.
Los Mesías que dicen que van a la reconquista de la Fiesta no hacen más que llevarse el dinero de una Barcelona que dicen que es bona si la bolsa sona. Después tratan de encontrar rentabilidad en las ferias, fiestas y mercados en los que son tan figuras como la Tomasa en los títeres.
Pueden tomar nota de la lección que en cada pasillo les regala un torero que lleva sangre española y que se ha formado en las dehesas andaluzas. El torero no tiene nacionalidad alguna. Se es torero o no se es torero esa es la cuestión.
Castella debió atravesar su puerta del triunfo en hombros. Lo hizo en cambio en ambulancia y después que le curasen una importante herida. Él ni se miró cuando sufrió el percance y continuo ante los toros durante la lidia, tiene la casta de un Luis Miguel, la sabiduría del madrileño y la perspicacia de otro torero que no se miraba las heridas: “el cordobés”. Felicitamos a Madrid, a su público porque representa la sapiencia.
En la explanada de la plaza de toros madrileña se ha levantado una jaima, pasarela de las vanidades, para que se luzcan y cobren una fortuna los que se autoproclaman sabios del toreo. Aburren cada tarde a las mismísimas ovejas.
Muy cerca se conmemora a Hemingway sin más meritos que difamar a los españoles y sin más merecimientos taurinos que presentar una Pamplona de borrachos y mangantes. Y de buscar sangre en sus infumables relatos de “el verano sangriento”.
Prometí a un gran amigo y estupendo cronista taurino “Zocato” que un día escribiría y le dedicaría un libro definitivo sobre el combatiente que nunca combatió, el cazador que nunca cazó. Lo he terminado. Lo he titulado “vete a la mierda Hemingway” tal vez el verdadero titulo debí tomarlo del maestro Corrochano. Calificó al monedero falso del buitre. El ave carroñera que adivina en donde se va a celebrar una batalla. Huele a muerto.
Huele a vivo, a redivivo el festejo nacional. No se empeñen los revisteros en ningunear al que desde hace más de diez años es el verdadero adalid de la fiesta. Deberían de hacerse los honores, de que se escuchase la música de la obertura de “Carmen” cada vez que haga el paseíllo. No se trata de conquistar a los aficionados españoles, con una melodía francesa sino con el más hermoso de los pasodobles que se hayan escrito jamás.
Cualquier día volveré a la plaza madrileña. No será un día cualquiera porque esta tarde volverá a vestirse de arte y luces, de valor medido y sangre generosa, no es el Mesías, es la realidad del toreo. Es la felicidad y la emoción y la verdad que vuelve a los ruedos.
Castella puede levantar el índice diciendo que es el numero uno. No lo necesita. Como no es arrogante solamente nos da a entender una frase bíblica: Yo soy el camino.
Reportaje gráfico:©DOLORES DE LARA
Castella
Manzanares eres genial
TALAVANTE
SOLO LE FALTÓ LA SUERTE DE MATAR
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TRES ASES DEL TOREO PISARON EL REDONDEL DE LAS VENTAS:
SEBASTIÁN CASTELLA,
JOSÉ MARI MANZANARES
Y
ALEJANDRO TALAVANTE.
¡OLÉ LA GRACIA TORERA!
ONDEÓ HASTA LA BANDERA
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