martes, 26 de junio de 2012

GUSTAVO PÉREZ PUIG

©Dolores de Lara

  Pérez Puig

Por Antonio D. Olano / Fotografías: ©Dolores de Lara

Antonio D. Olano

A veces ocurre. En ocasiones con demasiada frecuencia. Y ayer, me llegó la triste noticia, de la muerte de mi hermano, Gustavo Pérez Puig. En un momento en que mi domicilio es, un día si y otro también un sanatorio.

Su mujer Mara Recatero,  me confirma a petición de los regidores del Teatro Español de Madrid, que en ese mismo teatro se va a instalar la capilla ardiente.

El español, con Gustavo Pérez Puig a su frente Mara, ha sido la mejor experiencia teatral de estos últimos años. Este escenario a contado con directores de la máxima importancia, como Cayetano Luca de Tena y otros varios cómo José Tamayo. Pero quien puso las castañas en el fuego y las sacó triunfante ha sido Gustavo Pérez Puig, no es cuestión de hacer balance de su tarea. El volvió a descubrir a Miguel Mihura y lo elevó al máximo, reestrenando “tres sombreros de copa”. Intimo amigo de Enrique Jardiel Porcela repuso la casi totalidad de sus comedias y nos hizo sentir la importancia de uno de los grandes genios españoles de todos los tiempos.

Cuando los estrenos oficiales equivalían a experiencias poco validas Gustavo, cogió al toro del fracaso por los cuernos y nos hizo volver a sentir lo que de verdad era y es el teatro español.

Entre sus colosales éxitos figuran las reposiciones “de don Juan Tenorio”.

Ya como empresario, volvió a sus queridos ídolos y, recientemente en el “Teatro Marquina” reestrenó las “ocho advertencias de Satanás” fue un prodigio de representación porque Gustavo no precisaba levantar el índice para que todos nos enterásemos de que él era el indiscutible número uno.

A Gustavo y a Mara, su mujer, les debo muchas cosas. Pero ninguna la inmensidad y la admiración que les profeso es del bien que hicieron  al Español.

Os voy a contar: Cuando hace un par de años mi corazón a penas podía dar un paso, Gustavo siempre torero, me llevó al quirófano de nuestro querido amigo Rufilanchas y aquí me tienen todavía, vivito y coleando, gracias a la generosidad y a la ciencia del famoso cirujano y gracias y más que gracias a mi amigo Gustavo Pérez Puig que me llevó a él.

Dice una copla que cuando un amigo se va… en este caso se me ha ido por el foro que conduce a la gloria uno de los seres humanos de los que tanto he querido. A su lado, en el español me trata de representar una corona de flores. No sé si tendré fuerzas para acudir a ovacionarlo por última vez a su teatro, al teatro español que él y Mara volvieron hacer grande.

No quisiera caer en el falso sentimentalismo. Pero si, soy un sentimental, y, un agradecido espectador y sobre todo, soy amigo.

Hasta siempre y gracias,,. Gustavo.

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