Vista de La Plaza de toros de Badajoz
HABLEMOS DE ANTONIO FERRERA
Por Lorenzo Cordero
- El diestro extremeño regaló seis faenas distintas a los aficionados que se acercaron hasta el coso de Pardaleras
Cuajó seis faenas distintas y conquistó al público demostrando estar en el mejor momento de su carrera
En su conjunto los toros fueron nobles, aunque los dos últimos tuvieron cierto peligro
El presidente quiso ser protagonista y le negó dos orejas recibiendo sendas broncas
José Ángel, el hijo de Félix Majada, el mayoral de Victorino estuvo en el festejo
El torero fue paseado a hombros por sus compañeros de cuadrilla y amigos
Antonio Ferrera cumplió el pasado mes de marzo sus primeros 15 años de alternativa. Toreando suman muchos más. A cualquier aficionado se le pone la carne de gallina al verle en fotografías o vídeos, de pequeño, con apenas 8 años, lidiando becerradas en Portugal y, después, en la mayoría de los pueblos de la región. Destacaba de él su entrega, ponía toda la carne en el asador y no se dejaba ganar la partida por nadie. Los que lo veían en esta primera etapa sabían que ahí había un torero.
El diestro nacido en Ibiza, pero criado en Villafranco del Guadiana y extremeño 'por los cuatro costados' lleva siempre la pasión por su tierra a orgullo y es uno de los matadores más queridos en la región. A lo largo de su carrera ha atravesado, como es lógico, distintas etapas.
En algunas de ellas muchos aficionados, profesionales o periodistas han sido duros y críticos con él. No es momento de recordar el pasado, sino de disfrutar del presente y soñar con el futuro sin olvidar que, esos mismos que no hace mucho tenían palabras en su contra, ayer tuvieron que quitarse el sombrero ante un matador de toros en plenitud que estuvo, como se suele decir en el toreo, 'cumbre'. La vida, a veces, tiene estas cosas.
Ayer, Antonio Ferrera quiso dar un regalo a sus paisanos con su encerrona en el coso de Pardaleras con seis toros de la ganadería de Victorino Martín. Más que un obsequio fue el mejor presente que podía entregar a Badajoz. Tras dos años de incomprensible ausencia, el matador hacía el paseíllo en el mejor momento de su carrera.
Quería darle importancia a la tarde y de ahí que los ejemplares fuesen de una de las ganaderías más importantes en su vida, la de Victorino Martín, con la que tomó la alternativa y a cuyos morlacos conoce a la perfección.
Supo hacerle a cada uno de ellos su faena, los entendió y los lidió con mucho gusto y clase, en faenas templadas y llevándolos siempre muy despacio. Los toros fueron nobles, aunque los dos últimos tuvieron cierto peligro, pero en su conjunto destacaron por su manera de desplazarse y por permitir el lucimiento del matador. Cuatro de ellos fueron aplaudidos al arrastre lo que explica, a la perfección, que el mayoral de la ganadería de Victorino Martín, Félix Majada, acompañase al torero a hombros por las calles, pues no le llevaron hasta la furgoneta, ubicada en el patio de cuadrillas, sino que bajaron con él en dirección San Roque, por la avenida Antonio Cuéllar.
En la entrevista que HOY publicó ayer, Antonio Ferrera decía que quería contar seis historias distintas con su alma y que la gente, pasados los años, recordasen la tarde del 24 de junio de 2012 como una jornada muy especial. Seguro que, en la retina de todos los que disfrutaron de su toreo quedan para siempre las faenas a Milongero, Portevelo, Platónico, Mitayo, Esculpido y Bombonero.
Quiso ser protagonista
Aunque no merece ni siquiera mención, hubo alguien que quiso convertirse en improvisado protagonista de la tarde y no era ni el diestro que vestía de luces ni los morlacos que salían por el toril. El presidente se llevó dos broncas al negar dos orejas al matador extremeño. Hay que tener claro, cuando uno sube al palco, varias cosas fundamentales.
Una de ellas es que la primera oreja se concede si hay petición mayoritaria de los aficionados. Es decir, la entrega el público. Y los espectadores la pidieron con mucha fuerza tras la faena del quinto.
El presidente, muy estricto, no la concedió y tampoco antes había dado las dos ante el cuarto a pesar de que fue una faena antológica. Merecería una entrevista para conocer cuales son los criterios que sigue a la hora de conceder el segundo apéndice. Se llevó dos broncas. Es una pena que mañana y pasado no suba al palco para ver si con José Tomás, 'El Juli' o Morante también se muestra tan riguroso.
Habrá que estar pendientes de si ayer se asistió al nuevo criterio del coso de Pardaleras o fue casualidad. También será jornada para observar si a todos los que hacen el paseíllo se les dan los avisos con el cronómetro en la mano, sin tener el detalle de mirar si el toro está a punto de doblar o no. Apuntado queda.
Antonio Ferrera cortó la primera oreja de la tarde a 'Milongero', un toro al que recibió con ajustadas verónicas y banderilleó con gusto. Brindó a su padre, Antonio, y toreó muy despacio al natural y con clase por el pitón derecho. El animal no se rajó y peleó derrochando nobleza. Tras un pinchazo cobró una buena estocada y paseó el apéndice.
En la vuelta al ruedo, esa primera oreja fue a parar a manos de un pequeño al que, cuando pasen los años, sus padres le contarán que el primer día que fue a una plaza de toros fue en San Juan de 2012 para ver a Antonio Ferrera. Su nombre es José Ángel, tiene solo siete mesecitos pero derrocha alegría y simpatía. Quién sabe si será torero el día de mañana... Lo que está claro es que conocerá el campo bravo a la perfección y será un gran aficionado como sus padres. Y es que, es hijo de Félix Majada, mayoral de la ganadería de Victorino, y de su mujer, Sonia, dos excelentes aficionados y aún mejores personas.
Al segundo de la tarde lo toreó de nuevo, muy bien por el pitón izquierdo, tras un bello quite por delantales. Lo llevaba en largo recorrido, en una faena muy templada que fue breve o al menos así pareció. Lástima que fallase con los aceros y tan solo saludase.
A 'Mitayo' lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio. Picado en exceso, David Saleri, uno de los sobresalientes hizo un discreto quite. Tras un vibrante tercio de banderillas en el que el toro apretó, lo lidió bien por ambos pitones y le propinó una buena estocada. Paseó la segunda oreja de la tarde.
Las dos mereció del cuarto de la tarde, aunque tan solo concedió la presidencia una, llevándose una bronca. Era uno de los toros con mejores hechuras del encierro, siendo el derecho su mejor pitón y el que más humilló de los seis ejemplares.
En el quinto se armó el lío al negar el presidente la oreja, pedida con fuerza. Tuvo codicia en el recibo por verónicas y fue el más complicado, aunque Ferrera estuvo muy por encima de él, pues era un toro de los que pedían los papeles al que tenía delante. Supo entenderle muy bien. Ovación para el torero y bronca para el palco.
Durante toda la tarde se vio a un Antonio Ferrera muy entregado, que toreaba con todo su cuerpo y que daba lo que tenía dentro con mucha transmisión.
Después de tantos desplantes presidenciales, recibió a portagayola al que cerraba plaza y después de un vibrante tercio de banderillas muy variado, con el segundo par del retrovisor, pidió un par más. Brindó al público y lo lidió al son del pasodoble 'Manolete'. La banda no tocó mucho, a veces por petición del matador que quería disfrutar del momento en silencio, mientras se vaciaba por dentro algo que logró con cada una de las faenas.
Se llevó una oreja de este toro y salió a hombros dejando sembrado a su paso la estela de su más pura esencia torera. ¿Qué se puede decir ante algo así?. Tan solo dar las gracias al matador por hacer vivir a la afición una tarde como la de ayer.
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