Eduardo Gallo, no tengo por menos que empezar con un valiente y joven torero que no se amedrantó para nada después de haber recibido una gran reprimenda por parte de su primer astado de la tarde.
Eduardo Gallo, Miguel Ángel Delgado y Arturo Sáldivar,
todos merecen que nos quitemos el sombrero,
por que los tres fueron dignos de esos aplausos que recibieron del público.
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Texto y Fotografías: ©DOLORES DE LARA
Con toros de los hierros de Samuel Flores y Manuela Agustina López Flores se cerró en el madrileño coso de la Monumental de Las Ventas la presente temporada taurina, quedándonos emplazados hasta el año que viene si la Autoridad y las circunstancias no lo impiden.
La terna de valientes espadas que desfilaron como si de auténticos gastadores se tratara por la línea diametral de la circunferencia de la plaza madrileña, para conmemorar, El día de la Hispanidad, la Virgen del Pilar y a la Guardia Civil; estuvo en esta ocasión compuesta por el salmantino Eduardo Gallo, el ecijano Ángel Delgado y el mexicano Arturo Saldívar.
Una de las cogidas de Gallo.
Con cara de estupor le miran, sin poder hacer nada, tan solo queda rezar
E. Gallo, Se levantó borracho de ira, y sin dudarlo un momento, fue a rematar su lidia
Tres toreros que dieron pronto la cara. De tal manera que a las primeras de cambio y cuando el respetable aún calentaba los asientos, Eduardo Gallo tuvo que besar la arena, hasta en dos ocasiones, con el primer astado de la tarde. Se temió lo peor a la vista del tremendo revolcón del joven trencilla. La cosa no paso a más y con decidida entereza terminó la faena, siendo ovacionado desde el tercio. No tuvo suerte con su lote el torero de la ciudad del Tormes y así con el cuarto de la tarde, un toro deslucido y bronco que se negaba a pasar no le dio opción. Silencio tras aviso.
Miguel Ángel Delgado firmó un inicio esperanzador con un par de tandas al natural, corriendo bien la mano. Templó toreando con gusto. Con el acero erró y se llevó una ovación. Con el quinto, un toro bien presentado aunque falto de fuerza dejó constancia de su buen hacer. Pinchazo, media estocada y silencio.
Y Arturo Saldívar, destacó con una faena notable en el sexto y último toro de la tarde, sacando lo mejor del morlaco a base de colocación, con muletazos largos y templados sobre ambas manos. Pinchó con la espada privándole del trofeo que el público pidió y la presidencia no concedió. Con el primero de su lote, un toro sin fuerzas, el torero ya había dado muestras de su valentía e ímpetu. Acabó con la vida del animal de buena estocada. Silencio.
AFICIÓN Y PROFESIONALIDAD EN LOS TENDIDOS
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