Por Javier de Montini
¡Fernando Guillén! Joven, en los 50, José Tamayo le dio un papel en "Requiem por una mujer"(1957) en versión de J. López Rubio. Hoy "vive" el papel estelar del "requiem por un actor".
Un gigante de los escenarios, de los platós de cine y de TV. Barcelonés (n. 22/11/1932), vino a Madrid para cursar Derecho, pero enseguida se metió en el TEU. Representar "Tres sombreros de copa" (1952) de Mihura y "Escuadra hacia la muerte" (1953) de Alfonso Sanstre le bastó para ver clara su vocación: Actor, nada de abogado. Actor para toda la vida.
Y ¡vida plena la suya! ¿Qué obra no habrá hecho en teatro Fernando Guillén? Más de ochenta títulos: Clásicos, dramas, comedias, tragedias... En los años 6O, en el mítico Estudio 1 (TVE), más de treinta títulos.
Y trece novelas. Luego, lo llamaron los de cine y ahí nos quedan unas 50 películas. Tres veces fue candidato al Goya. Ganó el de mejor actor por "Don Juan en los infiernos" (1991), filme de Gonzalo Suárez, con Charo López y Mario Pardo en el reparto.
Trabajó con Forqué, F. Fernán- Gómez, Pedro Lazaga, Imanol Uribe, José Luis Garci ("El abuelo", "La herida luminosa"), Pedro Almodóvar... Le hizo popularísimo la serie de TVE (1975) "La saga de los Ríus" (el viudo Ríus), papel que le dio J. J. Mallorquí en un encuentro de azar en el ascensor de un hotel. Le recordarán en otra serie de éxito (Telecinco,2004) "Motivos personales" con C. Velasco y Lydia Bosch. Hace cinco años, por achaques, decidió en Valladolid dejar el teatro para seguir con TV y cine que le exigían menos esfuerzo.
Casado con la actriz Gemma Cuervo en 1960, le vi formar el hogar familiar. Nacieron los hijos: Natalia (1961), Fernando (1963) y Cayetana (1969). Recuerdo cuando la pareja formó compañía: "Gemma Cuervo- Fernando Guillén" (la mujer, primero).
Como periodista, mi gratitud a Fernando Guillén ( y a Gemma). Me abrieron generosamente las puertas de su casa para entrevistas y reportajes, incluso con los niños.
Lo lamento: Imposible glosar ochenta años tan ricos de talento y de trabajo, querido Fernando Guillén.
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