Han transcurrido dos semanas desde el inicio del nuevo pontificado de Francisco I al frente de la Iglesia Católica -el que fuera hasta hace pocos días arzobispo de Buenos Aires- y leído o visualizado lo que ha salido en numerosos medios de comunicación social (prensa, tv, radio...), los que pretendemos escribir sobre tan gran acontecimiento religioso, nos lo han puesto difícil para seleccionar datos y curiosidades entre tan enorme catarata de noticias y comentarios como venimos recibiendo desde su nombramiento.
Hoy, gracias al generoso ofrecimiento que me brinda Dolores de Lara, para opinar en su Revista Digital, LAMONTERA.net voy a tratar de resumir algunas de las noticias más ilustrativas, así como de otros curiosos comentarios sobre tan carismático personaje religioso.
Antes comentaré que he tenido la suerte, o mejor la satisfacción como católico, de conocer en mi ya larga vida -a través de distintos medios- nada menos que ocho Papas, contando el actual. El primero, de niño cuando empezaba a tener conciencia religiosa, fue Pío XI (hasta marzo de 1939); después Pío XII (de 1939 a 1958), Juan XXIII (de 1958 a 1963), Pablo VI (de 1963 a 1978), Juan Pablo I (agosto-octubre 1978), Juan Pablo II (de 1978 a 2005), Benedicto XVI (de 2005 a 2013) y Francisco I (de 2013...).
Y es importante señalar que todos ellos fueron, a mi juicio, unos excelentes Sumos Pontífices de la Iglesia Católica, aunque, lógicamente, con mayores o menores cualidades y virtudes y, por supuesto, también, con algunos fallos o errores que como seres humanos creo que tuvieron; e, igualmente, con diferentes carismas, influidos -en mi opinión- por el Espíritu Santo y por los ambientes y circunstancias de la épocas o de los años en que ejercieron sus funciones terrenales y espirituales. Sería pues inadecuado o temerario, comparar o decir cuáles fueron mejores o, menos buenos, en sus pontificados.
Pero vayamos a citar algunas de las novedades que concurren y que ya se han conocido del nuevo Papa Francisco y que lo diferencian, notablemente, de sus predecesores. Primero que ha sido el primer Pontífice latinoamericano y de la Compañía de Jesús que ha llegado a la cúpula de Roma; y añadamos, que, aunque naciera en Buenos Aires, es hijo de italianos; también, que de entrada ha querido introducir un nuevo nombre en las denominaciones de los herederos de la Silla de San Pedro: el de Francisco; según ha dicho el mismo, en recuerdo y homenaje -no a ningún santo de los jesuitas de los que procede, como cabría esperar-, si no de aquel santo varón de la Iglesia Católica llamado Francisco de Asís; y es porque pretende seguir la senda del Fundador de los franciscanos, motivo por el que se le acabó llamando: "el Santo los pobres y de los desamparados" ¡Bella elección, sin duda, la que de entrada nos ha brindado!
Resaltemos, igualmente, que es un Papa que habla el español desde la cuna, lo que suponemos que será muy importante para ese 42% de los actuales católicos que rezan en castellano; y, que se ha formado y vivido, durante medio siglo, en una organización católica como la de la Compañía de Jesús, de fundación española y por un santo tan carismático como su fundador San Ignacio; y, por último, añadamos que Francisco ha surgido de una vocación sacerdotal tardía, a los 21 años, aunque muy sólida y fructífera, tras acabar sus estudios de Química.
Otras características fundamentales del que fuera cardenal Jorge Mario Begoglio, ha sido su trayectoria vocacional, espiritual y evangelizadora hasta llegar al Papado, tanto en el destacado campo de la Compañía, de donde procede como destacado profesor, como cuando accedió a cargos de gran responsabilidad al ser nombrado primero obispo y, posteriormente, arzobispo y cardenal. Y es llamativo y demostrativo, que ya, en el anterior Cónclave se le reconocieran grandes méritos y había alcanzado tal prestigio entre sus compañeros cardenales que se ha sabido, recientemente, que fue el segundo más votado, sólo precedido del hoy dimitido Papa Benedicto XVI.
Con este singular nombramiento, la alegría, el júbilo, el contento, la satisfacción y hasta el jolgorio en Argentina, se declaran católicos más del 80%, llegó hasta tal punto, que algunos "forofos" llegaron a decir que "el orgullo patrio" había sido similar a cuando este gran país hermano, ganó su primer Campeonato Mundial de Fútbol; otro dato curioso de ese “fanatismo patrio“, es que para el día de su entronización, media Argentina quería viajar a Roma para presenciar el acto; motivo por el que el mismo Papa Francisco tuvo que intervenir pidiendo a sus compatriotas, que era preferible que siguieran desde las televisiones de sus domicilios las ceremonias vaticanas y que, el posible dinero que se pudieran gastar en los viajes lo dieran mejor para los pobres. Y es que se ha dicho que la población argentina fuera católica o no, el nombramiento había desbordado todos los campos de la vida social e incluso entre personas ateas, agnósticas o de otras religiones; y ya el colmo es que, al parecer, se ha creado en Buenos Aires una “ruta turística” para visitar los lugares en donde nació, se educó, estudió o realizó su vida religiosa, pastoral y social.
El cardenal Tauran, fue el encargado de anunciar que el nuevo Papa, -elegido entre los 115 cardenales del Cónclave-, era el Arzobispo de Buenos Aires y su primer deseo adoptar el nombre de Francisco, imitando a San Francisco de Asís. Pero aparecía un nuevo Pontífice que llegaba al Centro de la Cristiandad con grandes y graves problemas que todos conocemos: Modificar la Curia Vaticana, resolver los escándalos financieros del Banco Vaticano; y para solucionar los temas más importantes y decisivos: lograr una auténtica unidad, hacer limpieza de algunos sectores básicos de la Comunidad Católica, y darle un sentido más profundo a la llamada “Iglesia de la pobreza y de la misericordia“; es decir, como era en tiempos Jesucristo, “cambiando el rostro" del Vaticano y del Catolicismo entero, y presentándolo de un modo moderno, auténtico y creíble, adobado con un viento de purificación y de conversión, para dar otra imagen en el actual mundo, lleno de agnosticismo, relativismo, falta de moralidad y que ha dado la espalda a Dios.
Se ha dicho que Francisco ha empezado a abrir “un nuevo tiempo en la vida de la Iglesia“, y una sacudida general en su actitud para acelerar el proceso de vuelta a la realidad del Evangelio"; y, muchos fieles han manifestado e insistido en que: “No queremos un manager, sino un pastor que sea auténtico”
Llamó mucho la atención que una de sus primeras frases fueran: "Caminemos con la cruz, y confesemos que un Cristo sin la cruz no es aceptable, porque si no somos discípulos del Señor, seremos una de tantas ONGs., pero no discípulos del Señor". Otras de sus primeras palabras fueron, también, para pedir la oración; es decir, rezar con su pueblo por el mundo y por el Papa emérito cesado, Benedicto XVI; y dio otro consejo primordial: hacer “camino hacia la fraternidad“. Unos gestos inéditos en su comienzo, con relación a los iniciados en otros Papados.
Pero quizá la primera y mejor impresión que ha dado Francisco a la opinión pública y en particular a los católicos, es que será un gran Papa, por esa imagen que nos da de sencillez, de frescura, de humanidad e, incluso, de cierta timidez, y de una “sonrisa desarmante”, que dicen que tiene, los que le conocen; algunos ya lo identifican como bastante parecido al Papa Juan XXIII.
Se ha comentado y reiterado su austeridad y humildad por su forma de ser y de vivir en su pasada existencia en Buenos Aires, incluso cuando ya era cardenal, al residir en un apartamento; y porque por esa ciudad añaden que se movía, casi siempre, en los transportes públicos. Otro detalle: a pesar de ser una persona tímida, le encanta el contacto con las gentes de cualquier clase social, tanto por la sencillez citada, como porque es raro verle enfadado.
Otra nota curiosa que explica esta peculiar forma de ser: Al día siguiente de su nombramiento como Papa, dicen que bajó a desayunar con los que habían sido sus compañeros, los cardenales; y, luego, se fue, con su maletita en la mano, a pagar los gastos de su estancia en la Residencia de los Cardenales, los que le habían elegido en el Cónclave; más tarde, a las ocho de la mañana, marchó hasta una basílica próxima para llevar flores a Nuestra Señora de “Salus Populi Romani“, la que veneran como protectora de pueblo romano, y demostrando con ello que empieza otro “Pontificado Mariano“; después visitó la iglesia en donde existe una reliquia del pesebre del Portal de Belén, para pasar más tarde por el altar en el que San Ignacio de Loyola, celebró su primera misa en Roma durante la Navidad de 1538; y finalizó la mañana rezando ante la tumba del Papa Juan Pablo II.
Finalmente, anotemos otras curiosidades más: Francisco I, es el Papa núm. 266. Ha querido desde el primer día vestir con modestia e, incluso, se observó el primer día de su Pontíficado que ni se cambió sus viejos zapatos de obispo argentino. Y que hace sólo unos días, ha cumplido, posiblemente, su mayor deseo: visitar en su provisional vivienda de Castelgandolfo a su predecesor el Papa Benedicto XVI, para rezar juntos lo primero y para estudiar y discutir después los graves problemas que tiene hoy la Iglesia Católica.
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Muy agradecida, amigo Jesús:
Mi deseo era conocer algo acerca del nuevo Papa, siempre que viniera de alguien que fuera conocedor cercano. Tú has conocido a algunos de ellos y sabes valorar y calificar sobre todo cualidades y llamemos defectos entre comillas de muchos de los que has tratado.
Como en tu escrito comentas, son humanos como humanos somos todos, pero hay dos clases de humanidades: la del bien y la del mal. Espero y deseo, como todos deseamos, más buenas cosas por parte de este este Santo Padre que acaba de ser nombrado Cabeza visible de la Iglesia.
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