LOS DOS SALIERON A HOMBROS
ANÍBAL RUIZ, SIN SUERTE EN SU LOTE, CORTÓ UN TROFEO
POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGRAFÍAS: ©DOLORES DE LARA
YEPES (TOLEDO) ¡Qué gusto ver los tendidos de Yepes poblados de niños disfrutando! ¡Qué esperanza más esperanzadora para la Fiesta! ¡Qué injusticia, qué atropello, qué guantada se merecen aquellos que les prohíben su entrada al espectáculo más bello del mundo! ¡Qué canto a la libertad la de ese pequeño pueblo que hoy más que nunca ha sido el epicentro infantil de la tauromaquia! ¡Así sí merece la pena! ¡Sí a los toros, joer!
Y así, al igual que los peques, las musas burgalesas se arrimaron hacia aquel que las citó. De Moreno y oro el uno y de arte y plata el restante. Jesús Martínez V.S. Luís Carlos. Aranda los parió y al Duero que llevan por bandera la gracia toreadora que Castilla tiene por fe. Una fe confiada, como el par de Luís Carlos al segundo; una fe ciega, como los remates del Jesucristo del toreo en sus trasteos; una fe ejemplar, como la de un subalterno –perdón, torero- plateado que lo es dentro y fuera de la plaza; una fe infinita, como los eternos y mágicos muletazos de ese Don Jesús Martínez “MorenitoDeAranda” con los que enceló a toda una villa. Y en medio, unas musas.
Morenito y el toro. Ese torito de bravura lenta, este torero quiso que besara arena
Y en esto que dejaron aquellas que el río trajo hasta el feudo toledano media docena de señoritas verónicas hermetizadas con una, ahora sí, señora media. Porque ya tenía marido, chule el moreno. El de Aranda. El que toreó en Yepes. El que dejó otros tropecientos mil olés eternos tras tropecientear en faena a una afición que lo dio todo porque lo estaba viendo todo. Remates con gusto, pases de la firma, desdenes que desdenían esos corazones encandilados y tandas, muchas tandas y buenas. Derecha e izquierda e izquierda y derecha. Pa´lante, pa´tras y hacia dentro que no le dejó entrar la espada. Se esfumaron las musas. Oreja y otra vez será. Barato premio para cara actuación.
Quinto al peto y quinto al corral. En su lugar salió un sobrero de la misma vacada que bien mereció el cielo de la impotencia artística. Pero esos morenos muletazos no merecieron aquel blanco, pálido y soso animal. Y para más inri peligroso. Y como las musas exigieron y el torero se merecía más, Yepes le dio más. Y como había estado genial en su primero, Yepes vio en su segundo la magia que acompaña al burgalés. Y le dio la oreja. Justa y merecida, máxime de pinchar. Que también lo hace con arte.
Rubén Pinar, tuvo buena respuesta con su adversario
Del mismo modo Rubén Pìnar se encontró a placer ante sus dos antagonistas. En su un primero, un toro soso pero que poco a poco confirió que se adentrara en su canasto, dio de sí la dimensión poderosa y supra técnica que lo caracterizan. A base de zapatillazos, tiempos y tuporaquíes el tobarreño hizo que el burel extremeño participara de su particular tamborrada. Así, deleitó con la derecha en dos tandas excelentes al público ya de por sí caliente gracias a la situación. Depositó sobre sí un estoconazo de libro para enmarcar en su historial un triunfo más. Aunque éste no fuera de libro.
El sexto, recibido con la jota, se quedó en jota dicharachera de lo que fue pero no se contó. De lo que ocurrió pero no llegó a los tendidos. De lo que estaba pasando pero nadie se estaba percatando .Y como nadie lo contaba, ni lo cuenta ni lo contará, lo cuento yo: el sexto no se dejó pero Pinar sí quería, así que como buenos amigos el pequeño –burel- se sometió al grande, y éste le hizo lo que quiso. Y lo que quiso fueron excelentes tandas por ambos pitones. Y se fueron felices, y uno comió perdices y otro fue al desolladero.
Aníbal Ruíz, no tuvo suerte en su lote pero le echó valor
Por su parte, Aníbal Ruíz se encontró con el peor lote de la corrida. Dos toros peligrosos, faltos de codicia y de casta fueron el resultado a dos trasteos repletos de valor seco, arrimones y remates airosos en su misma cara que enteatraron de forma bella lo imposible. Porque torear sin toro son es posible; encelar a un bobo es enloquecer la ilusión de un listo; llevar largo a un corto es invertir en pozo seco; ahondar la embestida –palabrita de moda, por cierto- es excavar lo inexcavable. Por lo que seguiremos creyendo en este torero aunque los toros no crean en él. Acto de fe, que es en lo que se basa nuestra vida.
Y así nos fuimos de la plaza. Agridulces por la injusticia natural que los lotes traen consigo. Pero el reto sigue, y seguirá. Y ese mano a mano –también palabrita de moda, por cierto, aunque se rían de su sentido- eterno por siempre, ahora sí, será imposible. Moreno V.S. Luís Carlos. Así.
FICHA DE LA CORRIDA
Plaza de Toros de Yepes. Menos de media entrada en tarde calurosa aunque apacible.
Seis toros de SÁNCHEZ URBINA (quinto bis) bien presentados pero faltos de raza, fuerza y casta. Peligrosos primero, cuarto y quinto.
ANÍBAL RUÍZ, oreja y ovación.
JESÚS MARTÍNEZ “MORENITO DE ARANDA”, oreja y oreja.
RUBÉN PINAR, dos orejas y oreja.
Saludó tras parear al segundo Luis Carlos Aranda; también hizo lo propio Óscar Castellanos en el cuarto.
FLASHES TAURINOS
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