Por Joaquín Gómez de Segura y Mayorga
Tenía que caérsele la mano
al que prende una llama
para incendiar los campos y la vida
quemarnos que ellos guardan...
A veces me pregunto si estos seres
pirómanos canallas,
que incendian las riquezas forestales
si acaso tendrán alma.
Con el fuego asesino que provocan
la más crual matanza
de montes tan poblados, que en rehacerse
tan largos años tardan.
Y ponen en peligro la existencia
de aquellos que se lanzan
a sofocar el fuego, que en cenizas
convierten sus moradas.
Los pueblos de Galicia están sufriendo
de ver como se abrasan
los montes y las tierras que cultivan
con tanta ilusión, tanta.
Por eso es que maldigo a esos malvados
que con su mano arrasan
la gran vegetación y el arbolado
que acervo es de la raza.
A veces son objeto de estos actos
vandálicos, venganzas
y de usos cinegéticos y hogueras.
que están mal apagadas.
Los más intencionados provocados
por esa inmunda lacra
de infames incendiarios, ¡cuántos daños
irreparables causan!.
El peso de la ley en contra de ellos
es menester que caiga,
están haciendo un daño irreparable
en todas las comarcas.
Están dejando yermos tantos campos
que pierden su semblanza
de hermosos paraísos, sin conciencia,
¡están quemando a España!.
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