CAPACIDAD LIDIADORA DE JAVIER CASTAÑO Y SU CUADRILLA
POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
A las seis y media en punto del atardecer, cuatro almas valientes y toreras cruzaron el umbral en penumbra del patio de cuadrillas para enfilar el paseíllo. Javier Castaño, David Adalid, Fernando Sánchez y Marco Galán son los nombres de aquellos que en una temporada de ensueño rompieron los cánones que la Fiesta un mal día estableció para sí. De valor y oro. De dignidad y azabache. De aires nuevos y platino iban ataviados para defender el futuro de la tauromaquia. Así cruzaron el ruedo cuatro gladiadores con alma de toreros.
Tres tandas, tres, duró el tercero de la corrida y esos quince muletazos bastaron para meter en el canasto a una plaza convencida ya de la capacidad que el titán Castaño lleva consigo. Un pinchazo medió entre pañuelo y democracia, pero como la vida es justa se llevó al esportón las dos orejas. Habría que esperar hasta el sexto de la tarde para dar por satisfecha la inquietud taurómaca que nace del corazón aficionado: lo hizo con cabeza, con ímpetu ganador y gladiador
La lidia eterna y ejemplar de Javier Castaño y su cuadrilla no es sino una nueva página de la historia de la tauromaquia que tenemos la suerte de contemplar en los pueblos. Se recordarán los años en los que aquel enamorado guerrero leonés conquistó media España, Francia y América en busca del dorado artístico del toreo con su cuadrilla por delante.
Montera incluida en el sexto, excavó por ver si la nobleza que sacó el albaceteño era el oro que buscaba Javier: no lo encontró, aunque sí se lo inventó. De la anticodicia hizo post-toreo, de la antifortaleza hizo nobleza, de la anticlase hizo elegancia. Y lo toreó a gusto de todos. Dos orejas. Todos contentos, incluido “Cuchillero” que se llevó para el limbo una vuelta al ruedo que nunca debió darse. Capacidad lidiadora, y punto final.
Leonardo Hernández demostró una dimensión de técnica equina frente a los “samueles” ejemplar durante todo el festejo. Sin arreones ni tumbatumbas encandiló en el cuarto a un público merendón. Les quitó el bocadillo en tres soberbios pares en los que, dando siempre el pecho y clavando de frente, iluminó la verdad más sincera que un caballero puede ofrecer. Con el primero, un parado “samuel”, no pudo sino dejarlo de nuevo en la carretera de Albacete por ver si algún alma caritativa lo regresaba hacia “El Palomar”. Como no fue así, derecho al desolladero fue la sin-historia del burel.
Aníbal Ruíz, fiel presencia en esta Feria manchega, justificó su presencia con un buen comienzo muleteril al quinto de la tarde. Pronto se esfumaron las ilusiones que afición y torero pusieron en esta comparecencia: la falta de clase –que no de casta- de su lote, unida a la pérdida de codicia de los albaceteños al tiempo que avanzaban los minutos del puntero, reciclaron la ambición e ilusión del personal.
La tarde fue ataviada de guerrero, valor, gladiador y oro. Buen terno para buena terna. Siempre en torero, siempre en Castaño.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de ALCÁZAR DE SAN JUAN, más de media entrada en tarde soleada y calurosa.
Seis toros de SAMUEL FLORES, bien presentados, faltos de raza, fuerza y clase. Destacó el noble sexto, “Cuchillero”, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
LEONARDO HERNÁNDEZ, ovación y dos orejas.
ANÍBAL RUÍZ, silencio y leves pitos.
JAVIER CASTAÑO, dos orejas y dos orejas.
Se desmonteraron tras lidiar al tercero David Adalid, Fernando Sánchez y Marco Galán. En el sexto hicieron lo propio Sánchez y Adalid. El subalterno Óscar Castellanos fue prendido en un par sin consecuencias en la lidia del quinto de la corrida.
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