Dolores de Lara, magnífica profesional, persona que vive con denodada ilusión la fiesta de los toros, que siempre se encuentra en los sitios más insospechados, en cualquier parte, al pie del cañón, buscando la noticia, en esta ocasión: Los toros, naturalmente.
UN TAURINO
Almodóvar del Campo (C. Real).- Esta animosa localidad manchega donde la fiesta de los toros se vive con inusitada alegría, y como si de los sanfermines se tratara –el ambiente, muy similar: espectacular—, ayer puso fin a sus fiestas con la celebración de una corrida de toros de las que “quitan el hipo”. Nada más ni nada menos que con la confección de un cartel de auténtico lujo, gracias a la ilusión del empresario Jorque Buendía y la colaboración del Consistorio, que ya quisieran muchas de las plazas, de las consideradas de superior categoría, los espadas fueron: Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Daniel Luque. Tres toreros, tres, exquisitos toreros y de enorme prestigio.
El gran triunfador, contabilizando el número de trofeos que consiguió, fue el sevillano Daniel Luque; torero joven, que hasta hace muy poco tiempo era una brillante promesa y en la actualidad, un consumado maestro.
Si la afición de Almodóvar se siente identificada con el maestro de Gerena profesándole su admiración, no es más cierto que el torero se deja querer y su actuación, sobresaliente a todas luces, es un compendio del buen hacer: vistosos en el capote, con variedad y buen trazo; vertical y de manos caídas en sus pases de muleta, con lentitud, suavemente, transmitiendo; valiente, sin rehuir el peligro, ajustando la embestida y ligando faenas de mucho mérito.
Con el acero, por poner un “pero”, sendos pinchazos que no desmerecieron sus faenas, seguidos de dos enormes estocadas, de similares características, que dejaron K. O. a sus dos contrincantes del hierro de Zalduendo. Aún así demostró –y ayer tuvimos la prueba— que con escaso espacio, moviéndose en una baldosa como los consumados bailarines de “chotis”, es capaz de enfervorizar y encandilar el ánimo al respetable. ¡Olé por los buenos toreros!
Su versión más solidaria la protagonizó al brindar el segundo toro de su lote a nuestro amigo Roberto, excelente profesional y uno de los más involucrados en difundir el interés por la Fiesta Nacional y que recientemente, como consecuencia de una tonta caída, se encuentra convaleciente de sus dolencias.
Alejandro Talavante, un excelente torero, su falta de acierto con la espada le privó del alcanzar la gloria. Anduvo en todo momento brillante, con aplomo, en su sitio, toreando con mucho gusto y demostrando que sabe mover la franela como nadie.
Con el capote no estuvo peor, sus verónicas, enteras o medias son de artista consumado. Un ejemplo a imitar.
A Perera, quizás el menos afortunado en esta hermosa tarde del mes de septiembre, el mes por antonomasia de la vendimia, le faltó esa embriaguez que produce el buen vino manchego. Pero aún con todo, buscó su sitio.
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