Nieves Simón / FDM / Fotografías:©La Loma
El torero colombiano se mostró absolutamente "contento con la denominación de torero de Madrid".
"Es de ponerle a uno los vellos de punta -continúa Rincón- que le consideren a uno torero de Madrid, como catedral del toreo que es esta plaza".
Desde 1981 a 1991, "pasé muchas mañanas toreando en la «plaza» de la casa de Campo, donde sólo te aplauden los pajaritos".
Contó Rincón con detalle "del escenario del hotel Foxá, donde todo eran periodistas y gentes del toro, la noche del día 21 de mayo de 1991, cuando nos encerramos Luis Álvarez, mi apoderado, y yo, y donde me comunicó que tenía que decir que sí a la sustitución de Fernando Lozano, al siguiente día 22 de mayo".
Pero que "conste que mi mayor felicidad en el orden económico se produce en la corrida de Beneficencia, en la que cobré 16 millones de pesetas. Hasta entonces, la verdad es que los éxitos de San Isidro no me habían dado mucha plata".
"Es como hablar con Dios y que Dios te conteste, eso lo dijo Pepe Dominguín a propósito de mis actuaciones en Madrid, y eso no se me puede olvidar nunca", sentenció Rincón.
Hizo, finalmente, un itinerario de su enfermedad, la hepatitis, que cuestionó durante mucho tiempo su carrera.
Javier Hurtado, autor de un manejo de léxico taurino verdaderamente singular, a juicio de Ricardo Díaz Manresa, recordó el "impacto que supuso la irrupción de Rincón en 1991; ostenta un récord muy difícil de igualar. Con lo difícil que es estar bien dos días seguidos, como sucedió en San Isidro del 91". "No me acuerdo del nombre de los toros que lidió Rincón entonces, pero es imposible olvidar la manera de concebir las faenas, quieto, ligando las series".
Fotografías de la intervención:
Cesar Rincón y Javier Hurtado (arriba) Cesar Rincón y Juan Lamarca, posando delante de una fotografía del torero / Ricardo Díaz-Manresa, César Rincón, Javier Hurtado, Antonio Campuzano en la mesa de ponencia /
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