80 AÑOS DE SU HISTÓRICA HAZAÑA
(Por: Rafael Dupouy Gómez)
El famoso aviador español Juan Ignacio Pombo al mando de su avioneta bautizada “Santander” en la que realizó su histórica hazaña en 1935. Maracay, Venezuela. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
80 años se están cumpliendo de la increíble hazaña histórica del magnífico aviador español Juan Ignacio Pombo. Esa extraordinaria gesta, marcó un importante avance en el afán de los intrépidos pioneros de la aviación por conquistar con su pericia, valor y riesgo, los cielos del mundo.
Sobre su maravilloso raid Santander-México realizado en 1935, existen detalladas informaciones documentales sobre la vida y proeza del héroe de la aviación Juan Ignacio Pombo, publicadas en libros, periódicos, revistas y películas de la época. Como homenaje y recuerdo a su memoria, he compilado en este artículo los hechos más resaltantes de su carrera y su valioso aporte en el desarrollo de la aviación.
Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, cumplió una destacada labor como pionero de la aviación militar y comercial en Venezuela, satisfaciendo el deseo de su padre el Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez. Durante la estadía de Juan Ignacio Pombo en tierra venezolana, mi abuelo Florencio, mantuvo una estrecha amistad con el aviador siendo testigo presencial en Maracay del arribo y especial recibimiento ofrecido al piloto español, el 15 de julio de 1935. Esa inolvidable experiencia personal fue relatada en su libro “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”, publicado en 1970. Pero antes de entrar en detalles sobre su visita a Venezuela, resulta fundamental conocer algunos aspectos importantes de su vida y los antecedentes del famoso raid que lo convirtió en leyenda de la aviación mundial.
Juan Ignacio Pombo Alonso-Pesquera, nació en Santander (España), el 26 de julio de 1913, era hijo de don Juan Pombo Ibarra y doña Consuelo Alonso-Pesquera de Pombo. Su padre fue uno de los aviadores pioneros de España que perteneció a una generación conocida con el nombre de “Los locos del aire”. Se inició en Pau, como casi todos los pilotos de aquella época y había realizado el primer vuelo Santander-Madrid en 1913.
Juan Ignacio Pombo, al finalizar sus estudios de bachillerato con 15 años de edad, comenzó su aprendizaje como piloto, recibiendo instrucciones de su hermano mayor Teodosio, en la Aero Escuela madrileña de Getafe. Juan Ignacio, no pudo obtener el título de piloto hasta cumplir la mayoría de edad. A los 19 años logró dar la vuelta a España en avión, realizando una campaña de la provincia de Santander como centro de veraneo y un año más tarde fue contratado por la firma aeronáutica italiana Caproni para efectuar una promoción comercial de la misma en el país mediterráneo.
Al año siguiente, Juan Ignacio Pombo comenzó a planificar su sueño de cruzar el Atlántico Sur y sobrevolar parte de Sudamérica con etapa final en ciudad de México, travesía que no pudieron cumplir en 1933 los aviadores Barberán y Collar en el histórico vuelo del avión “Cuatro Vientos”, desapareciendo en las aguas del Golfo en medio de una repentina tormenta tropical. Juan Ignacio Pombo fue el de la idea de la realización del raid. El estudio le llevó mucho tiempo planificarlo en compañía de su hermano mayor Teodosio.
Adquisición de la aeronave para el raid Santander-México
Para obtener los fondos y el apoyo que el vuelo requirió, Juan Ignacio Pombo contó con la colaboración del Gobierno de España que le concedió una subvención de 25.000 pesetas. También recibió la gran ayuda de la Diputación de Santander, de la aviación militar y el patrocinio de las compañías: Sola Refining Company, Lufthansa y British Klemm.
Para la realización del vuelo, en el que se estimó habría de recorrer unos 15.400 kilómetros e invertir alrededor de 75 horas, el intrépido aviador español Juan Ignacio Pombo, decidió que el aparato seleccionado para emprender el raid, debía ser una avioneta British Klemm Eagle 2 de patente alemana fabricada por la British Aircraft Co.Ltd. en Hanwort (Inglaterra) con motor De Havilland DH Gipsy Majar III de 130cv de 4 cilindros en línea invertidos. Se matriculó como EC-CBB y por decisión del piloto, la avioneta fue pintada de blanco y rojo, los colores heráldicos de Cantabria, llevando escrito sobre el capó, a ambos lados y en letras blancas: “Santander”, nombre con el que el intrépido aviador bautizó a su frágil y ligero aparato. En el fuselaje, un poco más arriba, se escribió “Costa Esmeralda de España” y debajo del ala izquierda, “México”.
Su envergadura fue de 12,13 m, longitud 7,90 m, altura 2,05 m, peso en vacío 614 kg, peso máx. 1.500 kg, velocidad máx. 236 km/ h, de crucero 208 km/ h, techo 4.850 m y alcance 3.800 km.
Para poder conquistar con éxito el trayecto más largo, el cruce del Atlántico Sur, fue necesario introducir una serie de modificaciones en el aparato de serie, siendo la más importante el aumento de la carga de combustible, para lo cual tuvieron que eliminarse los asientos del copiloto y de los pasajeros y el maletero, siendo sustituidos por 5 depósitos de combustible con lo que se consiguió un alcance nominal de unos 3.800 kilómetros. A los depósitos de gasolina se les incorporó un dispositivo de vaciado rápido para que en caso de amerizaje forzoso se asegurara una flotabilidad de 4 horas. La hélice fue sustituida por otra metálica y se suprimió el doble mando. No disponía la avioneta de piloto automático, equipo de radio ni radiogoniómetro, pero para poder volar sin visibilidad, se agregó al tablero de instrumentos, un horizonte artificial. El piloto español no llevó para el arriesgado vuelo, paracaídas, botes de humo, ni chaleco salvavidas. Juan Ignacio Pombo, se hizo cargo de su avioneta en Londres (Inglaterra), conduciéndola en vuelo hasta Santander (España), el 3 de mayo de 1935.
Pombo alza vuelo histórico en su avioneta “Santander”
Se consideró en su tiempo el vuelo más osado para un aviador civil, el realizado por Juan Ignacio Pombo en el verano de 1935, con una avioneta deportiva. El piloto español inició su increíble raid Santander-México, cumpliendo el siguiente itinerario:
De Santander voló a Burgos, Madrid, Sevilla, Agadir, Ifni, Cabo Juby, Villa Cisneros, Port-Étienne, San Luis (Senegal) y Bathurst (Gambia Británica). El 20 de mayo de 1935, a las 0,18 h Pombo despegó en su avioneta “Santander” de Bathurst (Gambia Británica) cruzando el Atlántico hasta Natal (Brasil), en 18 horas y 15 minutos, con 696 litros de gasolina y un peso de 1.500 kg. Llegó a Natal a las 18,05 horas con 17 litros, habiendo recorrido 3.160 Km, siendo la mayor distancia realizada por un avión ligero sobre el mar.
Luego, Juan Ignacio Pombo hizo escala en Belém de Pará (Brasil) y tuvo que aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Camocim, Ceará (Brasil) al perder gasolina por el tubo de paso al motor. Después de arreglarlo, intentó despegar, pero una rueda del tren de aterrizaje se hundió y su avión volcó quedando prácticamente destruido. Pombo sufrió leves erosiones en las piernas. Se le proporcionó material volante requerido que permitió reconstruir la avioneta, donado por la compañía British Klemm. Completamente arreglada la aeronave, Pombo emprendió su viaje a Paramaribo (Guyana Inglesa), Puerto España (Trinidad) y Maracay (Venezuela).
Juan Ignacio Pombo en Maracay (Venezuela)
Juan Ignacio Pombo es recibido en Maracay (Venezuela), el 15 de julio de 1935. Aparecen de izquierda a derecha: Mario Pacheco, Belén Gómez de Santana, Juan Vicente Gómez Núñez, el intrépido aviador español y Florencio Gómez Núñez. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
La más completa y detallada experiencia narrada sobre la llegada del aviador español Juan Ignacio Pombo a Maracay (Venezuela), se encuentra en el libro escrito por mi abuelo Florencio Gómez Núñez, “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana” del que extraigo el siguiente capítulo:
“El 15 de julio de 1935, llega al campo de aviación de Boca del Río, el joven piloto español Juan Ignacio Pombo, oriundo de Santander, tripulando una avioneta inglesa. Viene de realizar una larga travesía de buena voluntad desde Sevilla, enfilándose por la costa del África y el Atlántico Sur (San Luis-Natal), para aterrizar finalmente en la capital aragüeña, prosiguiendo después la gira que le llevaría a Colombia, Panamá y México, pasando por las otras capitales centroamericanas.
En Brasil había prolongado Pombo su estada por largo tiempo a la espera de unos repuestos que su avión necesitaba. En sus otras etapas solía alargar estas escalas a propia voluntad, ya que su gira no era contra reloj. Por esta circunstancia, estuvo varios días entre nosotros.
Esta larga gira de Pombo, despertó en todo el mundo una gran expectativa por el paso del Atlántico Sur con una distancia de 3.800 kilómetros en su pequeña avioneta.
Desde el Brasil, nos participaron la fecha de su llegada y ese día nos trasladamos al campo para recibirle como se lo merecía. Entre otras personas nos encontrábamos el Ministro de Guerra y Marina, General Eleazar López Contreras; el señor don Luis de Oteyza, Embajador de España; el coronel Director de la Escuela de Aviación Militar, Abigaíl Olivares; el coronel Delfín Becerra; mi hermano Juan Vicente y yo. Una nutrida y eufórica concurrencia animaba la escena.
A las 11:00 de la mañana avistamos el avión sobre el cielo de Maracay y momentos después tocó pista felizmente. Pombo salió de la cabina y desde un ala de su avión, exclamó: "¡Viva Venezuela!" Y de inmediato saltó a tierra dirigiéndose a la comitiva encargada de darle la bienvenida.
Mi hermano Juan Vicente y yo lo condujimos después a la residencia de mi padre en Las Delicias. Pombo deseaba conocerle y hablarle de su travesía, de la cual se mostró papá siempre muy pendiente. El piloto despertó en él viva simpatía por su muy hispana jovialidad. En Maracay y luego en Caracas, a donde fue en automóvil, el visitante fue objeto de especiales atenciones, declarándosele huésped oficial. A su regreso a Maracay, conversa con mi padre varias veces durante los días de su permanencia en esta ciudad.
Papá sintió por el aviador gran aprecio y cariño, sentimientos estos compartidos por mi hermano Juan Vicente y por mí. Un día antes de abandonar a Venezuela, le obsequiamos un almuerzo en nuestra casa de Maracay, al que asistieron como invitados el Director de la Escuela de Aviación, coronel Abigaíl Olivares; el Director Técnico Roberto Guerin y todo el personal de pilotos venezolanos, familiares y amigos.
Abrumado por las gentiles demostraciones de aprecio y simpatía dispensadas en su visita al país, Juan Ignacio Pombo quiso traducir su satisfacción hacia el gobierno y pueblo de Venezuela por conducto de mi padre, a quien le manifestó personalmente que continuaba viaje con una perenne gratitud para con los venezolanos y muy especialmente con el Jefe del Estado, que con tanta bondad le prodigó atenciones. La entrevista tuvo lugar en su quinta "23 de Mayo" de Las Delicias. Mi hermano Juan Vicente y yo le acompañamos.
De Maracay despega Pombo hacia Barranquilla, su próxima etapa, luego va a Panamá y a San José de Costa Rica, donde media hora antes de su llegada, lo ataca un dolor en el abdomen que casi lo priva del conocimiento, aterrizando milagrosamente, y sin poder bajar del avión es sacado por el comité de recepción y llevado de inmediato a una clínica donde lo operan de urgencia de apendicitis aguda.
Tan pronto fue conocida en Maracay la noticia de su llegada a Costa Rica, en las condiciones anotadas, sentimos verdadero pesar. Mi padre ordenó cablegráficamente a nuestra Embajada en San José hacer presente ante Pombo y el cuerpo médico que le trataba, de tenerlo al tanto de su salud y de sufragar los gastos derivados de su hospitalización, los que gustosamente ofreció pagar.
Afortunadamente, Pombo se recuperó y tiempo después emprendió su vuelo a México, punto final de su raid.
Deseo referir que tanto aprecio llegó a sentir mi padre por Pombo, que en la madrugada del 17 de diciembre de 1935, día de su muerte y tres horas antes de entrar en coma, me interrogó en momentos de suministrarle unos pequeños pedazos de naranja:
-¿Qué has sabido de Pombo?
-Llegó y está bien en México - le respondí.
-Es un muchacho simpático. . . ¡Que Dios lo ayude! – comentó entonces”.
(Capítulo tomado del libro “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana” de don Florencio Gómez Núñez, publicado en 1970).
El periódico “El Sol” de Madrid (España), el 16 de julio de 1935, sobre el vuelo de Juan Ignacio Pombo, señaló:
“El aviador fue declarado Huésped Oficial de Venezuela”. El avión había partido de Puerto España (Trinidad) a las 7 a.m. rumbo a Maracay (Venezuela), aterrizando a las 10:15 a.m. Miles de personas han tributado un entusiástico recibimiento al aviador español Juan Ignacio Pombo a su llegada a esta localidad. La multitud quedó vivamente impresionada por la acción del aviador español, quien al salir el avión dio un grito de “¡Viva Venezuela!”, “¡Viva Gómez!”, que todos los presentes contestaron con un entusiástico “¡Viva España!”.
El Presidente de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, le concedió la Gran Cruz del Libertador.
Antes de su partida para continuar el raid, Juan Ignacio Pombo le obsequió una fotografía a mi abuelo con una bonita dedicatoria que dice: “Para Florencio Gómez, mi compañero en ideales de aviación. Juan Ignacio. 22 de julio de 1935”.
El aviador español Juan Ignacio Pombo, continuó su raid volando hacia Barranquilla (Colombia), Bogotá (Colombia), nuevamente, Barranquilla y Panamá. Llegó a San José de Costa Rica aquejado de un fuerte ataque de apendicitis, que lo obligó a internarse y someterse a una operación quirúrgica. Repuesto de ella continuó su recorrido haciendo escala en San Salvador, Guatemala, Veracruz, Acapulco, Balbuena y finalmente cumpliendo el raid aterrizando en Ciudad de México, el 16 de septiembre de 1935. Había recorrido 15.970 kilómetros en 76 horas y 5 minutos de vuelo. Se convirtió en el primer aviador español en la historia que unió por el aire dos países. La colonia española en México y el propio gobierno Mexicano lo recibieron y trataron como un auténtico héroe. La avioneta “Santander” fue donada a la Ciudad de México.
El 7 de octubre de 1935, el periódico “El Siglo Futuro”, señaló: “Pombo ha regalado a México su avioneta “Santander”. La ceremonia de la entrega se realizó frente al monumento erigido en honor de los aviadores mexicanos muertos”.
Juan Ignacio Pombo posando con su célebre avioneta “Santander” en 1935.
Su regreso a España fue apoteósico, siendo considerado como un héroe de la aviación. El 13 de noviembre de 1935, se realizó en su homenaje un té-bailable en el célebre y lujoso hotel Palace de Madrid. Organizado por la Casa de la Montaña de Madrid y patrocinado por las embajadas de México y Cuba.
Expresaba Juan Ignacio Pombo, a mediados de noviembre de 1935: “Es emocionante llegar a un sitio y oír las cosas que yo he oído, los cantos a la Madre Patria, que levantan el espíritu. Mi labor era una labor de acercamiento hacia estos pueblos hermanos, que nos quieren de todo corazón”.
El 11 de febrero de 1936, en la iglesia de San Marcos de Madrid, a las 11:00 a.m., Juan Ignacio Pombo contrajo matrimonio con la señorita Elena Rivero. El contrayente vistió su uniforme de aviador civil, exhibiendo en su pecho orgulloso las insignias de las Órdenes cubanas de Carlos de Céspedes y del Mérito Militar y la Gran Cruz del Libertador, de Venezuela que le concedió el Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez. Después de la ceremonia, el popularísimo barman Perico Chicote sirvió un espléndido cocktail.
Ingresa al Real Monasterio de Santa María de Guadalupe
Sobre el paradero del gran aviador español Juan Ignacio Pombo, mi abuelo Florencio Gómez Núñez, estuvo varios años queriendo saber de él. Todos los contactos que había empleado, incluso con la Línea española "Iberia", ninguno le había dado resultado, hasta que gracias al interés y diligencia de su entrañable amigo, el Hermano Gabino Luis de la Congregación de La Salle, que se encontraba en Valladolid (España), pudo saber noticias ciertas de su paradero.
Mi abuelo Florencio, siempre quiso que Pombo tuviera un ejemplar de su libro “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”, en donde relató en un capítulo especial la llegada y estadía de Pombo en Venezuela, el 15 de Julio de 1935. Esa proeza aérea realizada gracias a su constancia, fe, valor y pericia. Mucho estimó mi abuelo Florencio, al Pombo domador de los aires, simpatizándole su corazón franco y cordial. Frecuentemente lo recordaba con afecto y cariño, no obstante, el largo intervalo de tiempo sin tener noticias suyas. Al final, logró enviarle un ejemplar de su libro sobre la historia de la aviación venezolana con una sentida y bonita dedicatoria para Juan Ignacio Pombo, quien había ingresado al fraterno campo espiritual de la Orden Franciscana, entregado a la verdad, a la fe y a la oración.
Desde el Real Monasterio de Guadalupe en Cáceres, el 16 de octubre de 1977, Fray Juan Ignacio Pombo, recordó a mi abuelo Florencio Gómez Núñez, expresando:
“Desde que se dio publicidad de mi retiro a este Real Monasterio no puede imaginarse lo que he pasado y estoy pasando, pues de todo el mundo recibo cartas, unas felicitándome y pidiéndome ruegos para la Virgen. Por otro lado, mi trabajo aquí consiste, entre otros, en enseñar el Camarín de la Virgen (hay días que he subido más de mil escalones) y lógicamente nuestras obligaciones Comunitarias, por lo que termino agotado, pues ya tengo 64 años.
A Florencio le escribo pues siempre le he tenido un gran cariño y desde 1954 que pasé unos días en Caracas no he vuelto a verle y espero que la Virgen me conceda el poder abrazarle otra vez”.
Fr. Juan Ignacio Pombo
El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es un monasterio situado en la localidad de Guadalupe, municipio español de la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura. Se sitúa en la comarca de Las Villuercas con partido judicial en Logrosán. El Monasterio está considerado como uno de los mayores símbolos de Extremadura y la imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de esta región, es muy venerada.
El legendario héroe de la aviación de los años treinta, Juan Ignacio Pombo, ingresó en la Orden Franciscana en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. El hoy silencioso y sexagenario franciscano, visito al Rey de España para invitarle al cincuentenario de la Virgen de Guadalupe, Reina de la Hispanidad. 11 de marzo de 1977. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El 5 de diciembre de 1985, el aviador santanderino Juan Ignacio Pombo, protagonista del primer vuelo Santander-México, falleció en el Centro Médico Nacional “Marqués de Valdecilla” de Santander, a consecuencia de una carcinomatosis. Había recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica. A la edad de 72 años, había ingresado al hospital días antes, por una dolencia hepática, que se complicó, posteriormente, con una taquicardia. Fue enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres de Ciriego (Santander).
En el mes de julio de 1985, se conmemoró el 50° Aniversario de su hazaña aeronáutica a nivel mundial. Entre sus muchas condecoraciones recibidas, tenía la medalla de la Región y el título de Hijo Predilecto de Santander.
Su esposa Elena Rivero, sus hijos, Juan Ignacio, Ana María, Concepción, José Ramón y Tomás, sus hermanos, Teodosio, María del Perpetuo Socorro y María Lourdes, y demás familiares invitaron a elevar una oración por el eterno descanso de su alma. El funeral se llevó a cabo en la iglesia del Buen Suceso, en la calle Princesa de Madrid.
En su honor, en enero de 2005, la compañía aérea Air Nostrum bautizó uno de sus reactores CRJ-200 con su nombre.
En su homenaje y recuerdo existe una Calle Aviador Juan Ignacio Pombo, 39012 en Santander, Cantabria (España).
La dinastía de la familia Pombo en la aviación, continuó con los hijos de Teodosio (tercera generación de pilotos), Juan, Teodosio y Juan Ignacio Pombo Balbás.
Juan Ignacio Pombo, fue reconocido como un auténtico héroe de la aviación mundial por su extraordinaria hazaña realizada en los cielos hace 80 años.
Un sobresaliente, intrépido, valiente héroe... cien por cien español, un personaje cómo aquellos del siglo XVI que conquistaron el Nuevo Mundo.
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