Por Joaquín Gómez de Segura y Mayorga
Te brinda La Montera en este día
con gran cariño y plena admiración,
Francisco Rivera de corazón
su más grande y profunda simpatía.
Deseamos que tu pronta mejoría
te llegue y sumo afecto le declara,
a la Reina del Cielo que te ampara:
el ruego tuyo lo hago también mío,
protégele ¡Oh Virgen del Rocío!
dice aquí también Dolores de Lara.
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La sangre de dos glorias del toreo
por sus venas le corre,
de dos astros taurinos que escribieron
las páginas más nobles...
De niño ya soñaba con monteras
espadas y capotes,
el ruedo le llamaba y de él oía
con atención sus voces.
Por ser menor su madre le autoriza
a que lecciones tome
de torear. y lo hace entusiasmado
con la ilusión a tope.
Moldea poco a poco su figura
hasta que los acordes,
escucha de timbales y de niño
se convierte en un hombre.
Sus juegos infantiles abandona
soñando con estoques,
y viste los vestidos de las luces
y escucha los clamores.
Le esperan los alberos que del arte
del cual es dueño acogen
a este futuro diestro que comienza
sus pasos desde joven.
Los triunfos más sonados pronto alcanza
y presto en él se impone,la fuerza de su estirpe que le avala
de aquellos sus mayores.
Y paso a paso pronto se sitúa
donde le corresponde,
Francisco honor hace a la dinastía
de sus antecesores.
En el coso de Huesca su batalla
ha librado y se expone
del morlaco Traidor que de sus astas
le deja huella enorme.
En el primer momento por su vida
se teme, más se impone
la fuerza de su sangre, ¡nada menos!
de Rivera y Ordóñez.
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