24 de Enero de 2010 Teatro Muñoz Seca, de Madrid
Aula de Tauromaquia "Ángel Luis Bienvenida"
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Por Juan Lamarca (Fuente: Del Toro al Infinito) Fotografías de Dolores de Lara
Madrid, 27/07/2016.-Se nos fue apagando su vida como la llama de la vela, larga y excepcional vida la de este titán querido y admirado por todos. Testigo de la historia taurina con su cámara en ristre dejando no solo un archivo excepcional testimonio de más de siete décadas de la historia del toro y de España, sino que, y lo más importante, es la huella indeleble que deja en nuestra alma, fruto de su caballerosidad y generosa amistad.
Fueron muchos años viendo a Canito cada San Isidro, disfrutando de su genio, de sus vivencias, de lo que podía contar...y de lo que no podía pero lo decía al oído con vivaracha complicidad, y todo ello entre foto y foto en aquellas mañanas corraleras de reconocimientos y apartados en la monumental de Las Ventas, viendo luego su menuda e inquieta figura por ese callejón, coronada por su inseparable gorrilla blanca donde se leía ¡18-12-1012! su fecha de nacimiento como anuncio presumido de longevidad.
Por la tarde y con el arrastre del último toro se iniciaba también la carrera de Canito hacia su casa de Núñez de Arce para revelar las fotos del día y enviarlas a su 'AplausoS', muchas otras las echaba al zurrón para repartirlas en el apartado del día siguiente; cuántos policías, presidentes y delegados, o veterinarios y empleados de la plaza, recibíamos el recuerdo de aquellos momentos de operaciones reglamentarias con las instantáneas de Canito. En aquel ambiente de seriedad y preocupación, la simpatía de Cano, sus ocurrencias chispeantes y, por qué no, sus sentencias, agradaban sobremanera y aliviaban la tensión reinante.
Canito era uno más del grupo -en realidad era la estrella- cuando tras el enchiqueramiento de los toros surgía la tertulia en los habituales rincones taurinos de la calle Alcalá casi siempre decorados por las propias fotos de Paco Cano colgadas en sus paredes, y de ahí, el paso a nuestro entorno familiar era tan natural como su atención a los constantes ruegos y peticiones de amigos y conocidos. Y es que Cano era un personaje de leyenda, y todos querían tenerle a su lado, en la barra, en la mesa, o a los postres..., su voz era escuchada con avidez ¡siempre Manolete en el recuerdo! siempre los personajes históricos con los que trató, y siempre la historia de los toreros que fotografió, que fueron todos....
Tantos y tantos años encontrando a Canito por las ferias de la taurina geografía hispana, -¡Ay Valencia...! cuando la feria de Julio era su feria de San Jaime- sus plazas, sus hoteles, sus abigarradas calles, y siempre el abrazo fraterno y amplia sonrisa "¿la familia bien..? y ¿y tu hija..? que guapa estaba en el día de su primera comunión".
Gracias a Dios que Canito pudo ofrecer durante un siglo su bondad y sus innegables dotes de torería para mayor gloria de la Fiesta, pero ahora ya acabó la gran corrida Francisco Cano "Canito" y como único espada en el ruedo inmenso de su victoriosa vida que entrega al Altísimo entrando por la puerta grande del cielo.
¡Hasta siempre, amigo!
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